El intenso trabajo arqueológico desarrollado a lo largo de la construcción del metro ha dado con zonas de la ciudad donde se han sacado a la luz trozos de la historia de la ciudad y no pocas curiosidades.

Una de las más llamativas se localizó en las almunias –viviendas árabes– situadas en la calle Poeta Muñoz Rojas y Eguiluz. En este entorno convivía una parte importante de la industria alfarera de la ciudad con residencias con pequeñas zonas de cultivos. La distribución urbana era curiosa, ya que la alfarería estaba en los márgenes del camino de entrada a la ciudad que atravesaba las actuales calles de La Unión, Eguiluz, plaza de la Solidaridad y Callejones del Perchel.

Las viviendas o almunias de la época nazarí (siglos XIII al XV) con sus pequeñas huertas, en cambio, estaban en la parte sur del camino y tras los hornos, muy cerca de la antigua línea de costa, que se perfilaba a la altura de la actual Héroe de Sostoa. Las excavaciones realizadas en la zona han sacado a la luz algunos elementos de la vida diaria de los malagueños, en concreto de las mujeres, con un buen número de lápices para pintar los ojos. Curiosamente, son idénticos a los que se utilizan en la actualidad en muchas zonas del Magreb, que mantienen esta tradición.

Justo al lado de estas almunias había una floreciente industria alfarera, como se aprecia por los hornos encontrados junto a la Explanada de la Estación.

Estos elementos se encontraron en bastante buen estado cuando los arqueólogos iniciaron las excavaciones. La primera sorpresa llegó al localizarlos muy cerca de la superficie, ya que lo habitual es que no haya vestigios hasta los 3 ó 4 metros de profundidad, mientras que en esta zona se localizaron a cerca de los 2 metros.

La amplia zona sobre la que se actuó permitió sacar a la luz un importante complejo de hornos de alfarería, con multitud de piezas de vasijas rotas a su alrededor.

Una vez que se limpió la zona, se pudo descubrir que los hornos eran fácilmente identificables y, salvo algunos problemas puntuales por canalizaciones modernas que los atravesaban, tenían buen aspecto.

Otra sorpresa para los arqueólogos fue encontrar una torre de base octogonal en Callejones del Perchel, que defendía la entrada a la ciudad por esa parte y que está acompañada de una muralla de la que sí se tenían referencias de su existencia, pero no de su importancia. Tras ella, comienzan las viviendas con un completo sistema de alcantarillado.