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Fallece Carlos Gil y Gil

El empresario, primer gerente del Patronato de Turismo y uno de los grandes precursores de la industria, falleció la pasada madrugada

Se le veía a toda pastilla por el paseo marítimo de Fuengirola, corriendo como un bólido, con la misma energía y la predisposición con la que en 1978, en Chile, convenció a todos los popes del turismo latinoamericano para dejarse de Miami, Montecarlo y zarandajas y enfilar hacia la Costa del Sol. Dicen que cada vez que abría la boca decenas de americanos se subían a un avión convencidos de que el paraíso estaba en Málaga. Carlos Gil fue uno de los precursores del sector en Andalucía; sin él no se sabe si se hubiera inventado el turismo, pero está claro, que, al menos, en estas tierras sería otra cosa.

Exgerente del Patronato de la Costa del Sol, entidad que prácticamente puso en marcha, tenaz y desenfadado, como todo buen mañico de Málaga, Gil falleció la noche del pasado miércoles, a los 65 años. Se fue sin que muchos de los que le admiraban acertaran a saber que padecía una enfermedad, persuadidos, quizá en exceso, por su condición de hombre brioso, siempre en camino, con la pajarita cambiada puntualmente por el peto y el pañuelo para correr cada año en los Sanfermines y en la maratón de Nueva York.

José Carlos Escribano, presidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), le recuerda trotando; Gonzalo Fuentes, de CCOO, quejándose de la falta de fuentes públicas, también al lado de la playa. Cada representante del sector tiene una visión distinta de Carlos Gil, pero todos se descubren hacia sus títulos; el empresario deja tras una estela de pionero, de hombre intuitivo, de inventor, eternamente en la faena.

La industria le reconoce como maestro; quizá por eso la Costa del Sol estaba ayer desolada. Gil llegó en los tiempos en los que el marketing era una especie de hechicería de la que hablaban los americanos; se había graduado en la primera promoción de la Escuela de Turismo, en León. Su amigo Agustín Lomeña contestaba el teléfono a mediodía desde el tanatorio. «Carlos fue mucho para esta provincia, uno de los creadores de la marca de la Costa del Sol». señala.

A Carlos se le debe, entre otras cosas, el primer plan de promoción del destino y, en cierta medida, también la institución del Patronato, a la que ayudó a constituir y de la que fue su primer gerente. Después fundó una empresa, Carlos Gil y Gil y Asociados, con la que catapultó a la provincia; su intervención fue decisiva para las décadas de esplendor del mercado estadounidense, al que atrajo con sagacidad y esfuerzo. Cuenta el sector que su agenda era de oro, entre sus amistades se encuentran empresarios estadounidenses y personalidades como Ignacio Vasallo, exsecretario de Estado de Turismo y antiguo responsable de la oficina del sector en Nueva York. «El mérito, además, es que lo hizo todo sin un duro y sin que hubiera experiencia como ahora. La Costa le debe mucho, muchísimo», declara Miguel Sánchez, responsable del consejo de Turismo de la CEA.

La siguiente generación de profesionales le percibe como a un referente. Es prescisamente ése el término que emplea Joaquín Fernández Gamboa, vicepresidente de la Asociación Empresarial de Agencias de Viaje (Aedav), que también alude a su valía personal. Carlos Gil no era orgulloso ni reclamaba condecoraciones; siempre estaba dispuesto a colaborar con los demás. Así le recuerda Sánchez, al igual que Escribano: «Era uno de los grandes, una institución. Supo además trasvasar su conocimiento y experiencia a las nuevas generaciones».

En la mañana de ayer mientras los más cercanos se compungían por su muerte, el resto le imaginaba haciendo las maletas, pendiente de una nueva carrera en Nueva York o en los Sanfermines, para desesperación de su mujer. Carlos Gil seguirá corriendo, con la antorcha de la Costa del Sol.

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