El problema de que el ser humano dependa tanto de la técnica es que, cuando ésta falla, el error tiene una repercusión titánica en su vida. Un ejemplo de ello se puede ver en el Registro Civil de Málaga, ubicado en la Ciudad de la Justicia, cuya máquina expendedora de ticket para que el ciudadano aguarde su turno lleva rota desde hace poco más de siete meses. El hecho de que el aparato no funcione ha provocado que la oficina, compuesta por 26 funcionarios, haya de soportar un caos diario por la elevadísima afluencia de público, algunos de cuyos individuos hacen saber a los empleados su impaciencia de forma vehemente.

A la Junta de Andalucía se le han remitido ya varios escritos en los que se le pide que arregle la máquina que da números al ciudadano que acude a realizar cualquier papeleo en el registro. Luego, el sistema informático lo dirige a una de las diversas mesas que le ayudarán en la solicitud de un certificado de nacimiento, defunción o a tramitar su expediente de nacionalidad, boda o cambio de nombre.

En concreto, hay 26 funcionarios, la mayoría atendiendo al público. Aproximadamente, más de cuatrocientas personas acuden diariamente a la oficina para realizar sus trámites, a los que hay que sumar las consultas que llegan por internet y las que se remiten a través de cartas. Las diversas fuentes consultadas en el Registro Civil explican que antes de marzo, cuando se rompió la máquina, las colas guardaban cierto orden, pues el ciudadano sólo debía esperar a que se le redirigiera al puesto en el que debía resolver su problema. Ahora, el público no se sienta en las sillas, espera de pie su turno y vigila de cerca a quien tiene al lado para que no se le cuele. Si uno interpreta que lo ha hecho o lo ha intentado, la pelea es segura. Lo mínimo es una refriega verbal.

Además, en las colas hay mujeres que acaban de dar a luz, «que vienen con los puntos recién dados y tienen que estar de pie para que no se le cuelen, o mayores que no pueden sentarse por miedo a que se le cuelen». «Son colas larguísimas, especialmente de lunes a miércoles, cuando se inscriben los fallecidos y los nacimientos del fin de semana. Como un funcionario pase más tiempo con un ciudadano al que, por ejemplo, le cueste entender el español, el que viene detrás reprende al atendido y al funcionario: a veces los llegan a vejar con sus comentarios, y más como está la cosa», añaden las fuentes del Registro.

«Hay quien viene muy agresivo, quieren que les atiendan rápidamente: la máquina evitaba que la gente se agolpara en las colas, y en la Junta lo único que hacen es darnos largas. No entendemos que haya dinero para otras cosas y no para esto», precisan las mismas fuentes.

En julio, se remitieron dos escritos a la Consejería de Gobernación y Justicia, en concreto a la Gerencia del edificio. En uno de ellos ya se pedía: «La urgente reparación de la máquina expendedora de números del Registro Civil», entre otras cosas porque se volvía «a las decimonónicas colas» y se daban momentos de tensión en el público.

Explicaciones. Entre las explicaciones que les han dado destacan que la empresa que instaló la máquina no ha dejado los números, o que el aparato era de mala calidad. Incluso, se habla de que le falta una pieza que aún no ha llegado. «Tenemos que perder mucho tiempo organizando a quienes vienen, aparte del problema de seguridad que se genera, por la posibilidad de que alguna pelea vaya a más». Lo dicen con la boca pequeña, pero tienen miedo de que las aguas se desborden y algún funcionario reciba algo más que palabras poco amables.

«Hay quien se cuela, pero nosotros no podemos hacer nada porque estamos muy atareados. Están en la cola unos encima de otros, pero nos preocupan las personas mayores que no se pueden sentar, las mujeres que acaban de parir o los enfermos e impedidos. Es un tema de seguridad. Es increíble que en siete meses no haya habido dinero para arreglar esto, una pequeña inversión que genera un gran beneficio cuando hay dinero para otras cosas», concluyen las fuentes consultadas.