Málaga vive con intensidad el Mater Dei. La magna procesión con las siete imágenes de la virgen elegidas para representar los dogmas marianos y las virtudes teologales ha completado su recorrido por las calles del centro.

La ciudad se vuelca con esta salida extraordinaria. Las calles están abarrotadas de público entre el que destaca la presencia de muchísimos cofrades venidos de otros puntos de la geografía andaluza y española.

La primera en salir fue la virgen de Fe y Consuelo, de la cofradía de Monte Calvario, desde la basílica de la Victoria. En el otro extremo del centro, en la Trinidad, salía casi a la misma hora la virgen de la Trinidad, la única titular coronada canónicamente de las que salen en procesión en la jornada de hoy. Y así sucesivamente se fueron incorporando todas y cada una de las imágenes que tenían prevista su salida: Concepción, Caridad, Encarnación, Gracia y Esperanza y Reina de los Cielos.

El centro está muy ambientado con una gran cantidad de grupos procedentes de otros puntos de Andalucía que han venido a visitar Málaga y conocer en vivo una representación de su Semana Santa. Los restaurantes están llenos y los hoteles cifran la ocupación en un 95%.

La concejalía de Turismo estima en 4,3 millones de euros el movimiento económico que generará esta jornada en los negocios de la ciudad.

Divina Pastora

La imagen de la Divina Pastora de José Montes de Oca, elegida para presidir el Rosario de Estandartes con motivo del Mater Dei, salió en procesión desde su sede canónica esta mañana, poco después de las 9.30 horas, en su nuevo trono procesional, un cajillo realizado en madera tallada y dorada por lo talleres de Domingo García (Alicante).

La congregación optó por posponer la salida del cortejo quince minutos debido al pronóstico meteorológico. La Divina Pastora iba acompañada por los estandartes de las distintas cofradías y hermandades de Capuchinos. La música la puso la coral de San Pedro Apóstol de Cártama y, a la vuelta, la banda de música de la Esperanza.

A las 12.00 horas comanzaba el Rosario de Estandartes desde la iglesia de Santiago hasta la Catedral.

La virgen no lucía su tradicional pamela, atributo pastoril, sino que llevaba sobre su cabeza una corona de plata del siglo XVIII cedida por una imagen mariana que recibe culto en la iglesia de San Sebastián de Antequera. Asimismo, llevaba terno bordado en oro sobre tisú de plata y manto celeste obra de Sebastian Marchante. En su mano izquierda, el báculo. El exorno floral estaba compuesto por cuatro grandes centros de nardos en las esquinas y risco con flores naturales en las que predominaba el color morado y rosas de pitiminí.

Después del Rosario de Estandartes la lluvia sorprendió al cortejo, que tuvo que acelerar su regreso a Capuchinos. La virgen fue protegida con plásticos que le fueron retirados cuando la comitiva alcanzó la calle Refino. Había pasado el peligro, salía el sol y la procesión recobró la normalidad.