La corrupción urbanística tiene DNI. Al menos en Marbella. Sus protagonistas conforman una familia unida por lazos de interés: hay ascendientes, como Jesús Gil, ya fallecido, y cuya forma de gobierno en la ciudad durante once años generó el caldo en el se desarrollaron Malaya, Saqueo I o Saqueo II; José Luis Sierra, el tío de la familia y brillante abogado que dio forma jurídica al Grupo Independiente Liberal (GIL) y carta de naturaleza a las infracciones urbanísticas al inspirar un plan general ilegal; o Pedro Román, la sonrisa del gilismo, el gentil caballero que fue número dos del exregidor hasta que decidió marcharse.

Sin estas tres figuras -sólo Román está imputado en Malaya- no puede entenderse nada de lo que sucedió en la ciudad, porque Juan Antonio Roca, exasesor de Urbanismo y cerebro de la trama, creció y aprendió a su sombra. Y nada puede comprenderse del peculiar ambiente marbellí que dio oxígeno a esta red sin entender quién es quién en su estructura.

En el árbol genealógico hay más protagonistas: Marisol Yagüe, la hija predilecta, una extonadillera cuya simpatía le llevó a ser edil de Participación Ciudadana y, andando el tiempo, a encabezar la moción de censura que descabalgó a Muñoz en 2003. Tras su salida de la cárcel, en septiembre de 2006, dirigió un establecimiento flamenco, donde, de vez en cuando, se la veía bailar y cantar en las calientes noches marbellíes. Como alcaldesa, su ingenio traspasó las débiles fronteras de la villa, pero como gestora su fama la llevó a la cárcel, donde pasó seis meses y se la conocía como la Chanel.

Roca ha descubierto su vena altruista, y da clases de alfabetización a otros presos, mientras que Isabel García Marcos, la mano derecha de Yagüe y rival del exasesor en la organización, ha ejercido los últimos años como inspectora médica en el Servicio Andaluz de Salud (SAS).

Otro protagonista destacado es Tomás Reñones, exedil de Deportes, que ahora lidera varios proyectos de reinserción de presos basados en la práctica del fútbol. También posee empresas de representación de futbolistas.

Sin embargo, hay otras figuras clave que desarrollaron importantes papeles en el crecimiento de la organización: Carlos Fernández, exedil del PA, apoyó la moción de censura en agosto de 2003 y, cuando el juez Miguel Ángel Torres lo llamó, en julio de 2006, se encontraba haciendo el Camino de Santiago. Decidió no presentarse, y lo último que se sabe de él, según la policía, es que se fugó a Argentina, donde entró a través del aeroródromo de Ezeiza.

Después, ha habido múltiples rumores sobre su paradero: Túnez y Chile son los destinos en los que podría haber estado, aunque las malas lenguas afirman que podría habérsele visto visitando a su madre, cuyo chalé está en el Puerto de la Torre.

Francisco Javier Lendínez, exedil, es el otro huido insigne del caso. A finales de 2008 decidió poner tierra de por medio entre él y la Justicia, pasó unos días en Tarifa y ya no se le ha vuelto a ver. Marruecos o Portugal podrían haber sido testigos de sus pasos. El tercero en liza es José Manuel Carlos Llorca, un oscuro personaje.

En cuanto a los empresarios, la vida sigue igual: Rafael Gómez, Sandokán, lo ha pasado bastante mal y ha despedido a muchos obreros. Llegó a vender un hospital que construyó en Benalmádena, mientras que otro insigne promotor, Tomás Olivo, ha sido condenado a siete meses y 15 días de cárcel por maltratar a una exnovia con la que tiene un hijo de corta edad. Sigue con sus negocios, La Cañada y otros centros comerciales, y es uno de los más beneficiados por el nuevo PGOU de Marbella.

En cualquier caso, las vidas de los 95 acusados no han sido fáciles: unos, como Julián Muñoz, se han dedicado a contar sus miserias en la televisión. A éste no se le conoce trabajo desde que a principios de 2010 ejerció de camarero en un chiringuito. En abril de este año, volvió a prisión por el caso Pantoja. Mientras la mayoría ha optado por un perfil bajo de cara a la opinión pública, y se dedica a sortear las dificultades que ya de por sí le representa su encorsetada situación personal.

Entre los 95 acusados ha habido de todo: separaciones, desahucios, despidos; muchos han sido agredidos en sus ciudades de origen, por lo que el anonimato y los continuos cambios de imagen forman ya parte de su modo de actuar. Muchos exediles están en tratamiento psiquiátrico, incluso.

El que peor parte se ha llevado es Roca, el preso que más ha estado en prisión preventiva por un delito de naturaleza económica, superando con creces a los Mario Conde o Antonio Camacho (Gescartera). Seis meses en prisión estuvieron también Isabel García Marcos y Marisol Yagüe: la primera parecía haber estado en su salsa y, de hecho, también ha intervenido continuamente en distintos programas de televisión; la segunda salió de allí mucho más delgada y deprimida. Por cierto, esperando la sentencia han fallecido Jean Fournet, galerista de Roca, y el tasador José Mora.