­Ocurrió entre las localidades de Lagos (Vélez Málaga) y Mezquitilla (Algarrobo) y han transcurrido cerca de diez años. Uno de los párrocos más activos del litoral de la Axarquía, como en tantas ocasiones, se vio obligado a oficiar sendas ceremonias litúrgicas en dos de las parroquias que tenía asignadas y casi sin margen de tiempo entre una y otra. Los curas de más edad en esta parte de la Costa del Sol todavía recuerdan cómo él mismo, en primera persona, les narró lo sucedido: «Sin haber comido apenas, al haber tomado la sangre de Cristo de forma seguida, la Guardia Civil me detuvo y di positivo por alcoholemia».

Prefieren no volver a comunicar la identidad del protagonista de la anécdota, «porque bastante tuvo ya él con las bromas que le hicieron durante meses los feligreses». Pero desde entonces más de un párroco se planteó en la zona sustituir por mosto el vino dulce moscatel, ese que tumba «sin problema» al más experto catador.

Donaciones de los agricultores

Pero no es fácil recurrir a esa práctica cuando en algunas parroquias es tradición ya ancestral que determinadas familias donen una pequeña parte de sus producciones de los típicos caldos malagueños, con la intención de que sean consagrados en las misas.

Una costumbre que choca directamente con las características del ministerio sacerdotal en pleno siglo XXI, justo cuando la escasez de párrocos obliga a que los curas tengan asignados múltiples municipios en su agenda diaria y encima se hayan extremado los controles para evitar la conducción bajo los efectos del alcohol. Por cierto, aquel sacerdote pudo «finalmente» librarse de la multa.