La multa a la pensionista malagueña Pepa Cerdán que publicó La Opinión de Málaga el pasado martes por echarle unas migas de pan a las palomas no es un caso aislado. El pasado año otras 34 personas fueron sancionadas por darle de comer en la vía pública a las palomas, mientras que en lo que va de 2014, de enero a marzo, el número de multas asciende a cuatro.

El Ayuntamiento de Málaga ha hecho pública hoy una nota en la que defiende este tipo de actuaciones debido al elevado número de palomas que existe en la capital. A la hora de controlar la evolución de la plaga, los expertos, según el Ayuntamiento, consideran "clave" la disminución del número de "alimentadores" de estos animales, lo que ha llevado al Área de Medio Ambiente a la colocación de carteles en los puntos de concentración habitual que se han detectado para recordar la existencia de la ordenanza de Convivencia Ciudadana. De hecho, según el Consistorio, el trabajo realizado por el Ayuntamiento de Málaga en esta materia es tomado como ejemplo en otras ciudades, lo que llevó a la jefa del Servicio de Vigilancia Sanitario Ambiental a ser invitada el pasado mes de octubre a presentar una ponencia sobre el control de aves, en unas jornadas sobre dicha temática celebradas en Valladolid.

Aún así la familia de la pensionista malagueña Pepa Cerdán recurrirá la sanción de 167 euros por dar de comer a estas aves y por tener cuencos con comida para gatos en las inmediaciones de su casa, en el barrio de las Flores. Con 80 años, la mujer no le encuentra explicación a la multa, pues asegura que nadie le había avisado de que la fueran a multar. «Un día dos policías de paisano me dijeron que no le echara arroz a las tórtolas», cuenta la mujer, que relata que otro día, uno le pidió por lo bajini que no lo hiciera.

Los distritos Centro y Ciudad Jardín, en Málaga capital, con 1.202 y 640 ejemplares, respectivamente, son los que reúnen una mayor presencia de palomas, tras el último censo elaborado. El Ayuntamiento de Málaga está realizando un control anual de la presencia de estas aves en la ciudad con el objetivo de conocer la evolución de esta plaga y su incidencia en la salubridad y la conservación del patrimonio.

A los distritos Centro y Ciudad Jardín les sigue Cruz de Humilladero (542 palomas), Bailén-Miraflores (476), Carretera de Cádiz (336)y Este (273). En el resto, los técnicos municipales han calculado que la presencia de estas aves es inferior al centenar de ejemplares. Así, los distritos con menos número de palomas son Universidad-Teatinos (91), Puerto de la Torre (70), Churriana (28) y Palma-Palmilla (10).

El Ayuntamiento de Málaga ha informado de que ha intensificado la gestión del control de esta plaga desde principios de la pasada década, en la que se detectó una presencia generalizada de palomas en todos los distritos de la ciudad, situación que en este momento está superada al haberse comprobado que su presencia ha pasado a ser casi testimonial en algunos de ellos.

Entre las intervenciones que se realizan en esta materia destacan dos tipos de estrategia. A corto plazo, se procede a la captura con jaulas de palomas en aquellas zonas en las que se detecta de forma habitual su concentración y también a demanda de los ciudadanos que denuncian molestias por la presencia excesiva de estos animales.

A largo plazo, el Ayuntamiento promueve el cumplimiento de la Ordenanza para la Garantía de la Convivencia Ciudadana y la Protección del Espacio Urbano en la Ciudad de Málaga, en la que se prohíbe "la alimentación de animales vagabundos o abandonados, en especial a las palomas urbanas en los espacios públicos", actividad que se penaliza con multas de hasta 500 euros.

La captura, la concienciación de la necesidad de no alimentar animales en la vía pública y el control de los lugares de nidificación son las principales herramientas con las que puede incidir el Área de Medio Ambiente para aminorar el perjuicio que causa la presencia de palomas, tanto en lo que se refiere a salud pública, como al ejercicio de actividades en la vía pública o a la protección del patrimonio.

Todo ello, como consecuencia del depósito de excrementos que producen las palomas habitualmente mientras están concentradas, deterioro especialmente importante en aquellos puntos que los ciudadanos dedican a su alimentación, en los que permanecen posadas a la espera en poyetes y fachadas próximas.

Las deyecciones de las palomas pueden ocasionar la transmisión de enfermedades como la psitacosis, ornitosis, encefalitis o tenias, además de atraer parásitos como ácaros, pulgas y garrapatas. Además, en la vía pública generan peligro para los ciudadanos, especialmente de resbalones cuando llueve.

El problema se produce también en terrazas de bares situados en espacios públicos abiertos, como plazas peatonales, en las que las palomas ocasionan molestias a los usuarios de estos establecimientos, a pesar de que son los propios clientes quienes las alimentan.

Las palomas causan también un importante deterioro del patrimonio urbano, especialmente el histórico, lo que ha llevado a que en algunas edificaciones se hayan instalado sistemas para evitar que se posen en sus fachadas y cubiertas.