Dieciséis años al frente de la Casona del Parque llevan a recordar a Pedro Aparicio varias reuniones con los miembros de la Casa Real. Pero sin duda, la más significativa y entrañable fue la primera visita del rey don Juan Carlos a Málaga como monarca. Corría 1989.

Había preparado la visita con esmero, con contadas y no muy numerosas citas a distintos puntos de la ciudad. Las conversaciones con Sabino Fernández Campos, jefe de la Casa Real, habían sido minuciosas y las propuestas que le hizo en torno a esa primera visita surgieron tras noches de desvele y reuniones a puerta cerrada. Quiso que el Rey y la Reina visitaran el monumento a Torrijos de la plaza de la Merced y también que se asomase a la recién expropiada Casa Natal de Picasso. «Cuando me vio, me dijo: Siento mucho no haber venido hasta ahora a Málaga», señaló el Rey al regidor. «Majestad, por favor, es un honor», le respondió abrumado. «Es uno de los momentos personales de los que mejor recuerdo guardo de la alcaldía,», señala Pedro Aparicio, que no puede evitar sentir cierta nostalgia al recordar esos años y la importancia de la visita para la capital.

Y es que en 1989 el Rey había recorrido toda la geografía española y solo le quedaban por visitar Málaga y Almería como capitales de provincia. Los dos bastiones del Sur le acogieron con los brazos abiertos y él pareció sentirse responsable de no haberlo hecho antes. Visitó ambas ciudades aprovechando el mismo viaje oficial. El rey don Juan Carlos también presidió el pleno de Málaga a instancias de Pedro Aparicio, pues como había recordado en varias ocasiones, solo el Rey podía hacerlo además de él, en contra de lo que muchos de sus homólogos hacían en otras provincias.

Aparicio era el alcalde de la recién estrenada democracia que fraguó la visita de don Juan Carlos, con el que se encontró un año después en Palma de Mallorca en un viaje con empresarios malagueños. «Se acordó de mí y de mi nombre», dice un emocionado exalcalde, que lo recibió en otras ocasiones, como con motivo de la inauguración del PTA o de la fábrica de Alcatel. También le visitó en Madrid para darle la medalla de Oro por el centenario de Picasso. Otro de los grandes hitos de la Familia Real fue la reinauguración del Teatro Cervantes, en 1987. Pero solo acudió la reina doña Sofía. Hasta 1989 no lo hizo el monarca.

Para Pedro Aparicio, la abdicación del Rey supone cerrar un capítulo inolvidable de la historia de España. «Ha sido muy importante en mi vida porque representa lo que durante la primera parte de mi existencia soñé: democracia y libertad. Por eso ahora da cierta melancolía», señala el también expresidente de la Federación de Municipios y Provincias, que recuerda a don Juan Carlos como una persona «sentimental e inolvidable».

Al Príncipe, con el que coincidió cuando era eurodiputado en el Parlamento Europeo, lo considera una persona de sobra preparada para el tiempo que se avecina. «En la reunión éramos veinte eurodiputados y a mí me hizo tres preguntas muy certeras. Está muy preparado, es impresionante», subraya.