Tras unos años en los que describía un panorama negrísimo para la Universidad, con discursos en los que poco menos que anunciaba un apocalipsis por culpa de los recortes, Adelaida de la Calle transmite un mensaje de optimismo cierto. La rectora de la UMA reconoce que el escenario ha cambiado, que se han tomado decisiones políticas por parte de la Junta que vienen a paliar la situación de indefensión en la que se encontraba ante la indeferencia mostrada por el ministro Wert a sus reclamaciones. Y todo eso, a pesar de que la Junta le sigue debiendo 103,7 millones. Aunque De la Calle no duda en la palabra de Susana Díaz. Lo devolverá en el plazo previsto.

Su discurso, cada inicio del curso, es un termómetro que sirve para medir la temperatura de la Universidad. ¿Le ha bajado la fiebre a la UMA?

Este año las reivindicaciones han tenido otro carácter, pero sigo pidiendo que se apueste por la investigación y que se apoye el talento. La Universidad necesita tener más posibilidades de aumentar su plantilla. Estamos perdiendo talento que se va a otros lugares por esa falta de opciones de contratar a personal.

¿Qué le ha hecho rebajar el tono de sus reivindicaciones?

Después del discurso de la presidenta de la Junta en la apertura del curso en la Universidad de Granada se cambia la perspectiva. Un poco al menos. En cuanto lo que representa la contratación de profesores ayudantes doctores. También cambian los programas específicos para la recuperación del talento hacia las universidades. Es una reivindicación que hemos hecho estos años y ahora hemos obtenido la firma y autorización por parte del Gobierno andaluz.

Aún así, la Junta les sigue debiendo 103,7 millones de euros por los retrasos en sus transferencias...

Con la deuda también tengo que ser menos intransigente. En diciembre del año pasado, después de la reunión que tuvimos los rectores con Susana Díaz, recuperamos 54 millones de euros y a lo largo de este año han sido 18 millones los que nos ha pagado. Y existe el compromiso de la presidenta de liquidar lo que aún nos debe en un plazo máximo de dos años y medio.

¿Cree a la presidenta? O mejor dicho, ¿cree que será posible que Díaz cumpla con lo que ha dicho?

Yo creo que puede cumplir. Si ha cumplido el año pasado y está cumpliendo este año, le doy un voto de confianza a ese compromiso. Igual que se lo hemos dado todos los rectores andaluces. Hemos visto que obras son amores y no buenas razones. Ha habido obras y me lo creo.

¿Hasta qué punto proyectos importantes de la Universidad se han visto frenados por esta demora en los pagos?

Esta deuda de 103,7 millones ha retrasado proyectos, pero la causa de estos retrasos son otras también. Estoy desolada porque la burocracia administrativa para poner en marcha proyectos es tan larga y lenta que a mí en estos momentos me gustaría tener el campus lleno de grúas, porque tengo dinero, pero no puedo. Unas veces porque se modifica la normativa del espacio aéreo, otras por el plan de innovación de Urbanismo... Todos son inconvenientes.

¿En serio tiene dinero?

Por supuesto. Ahora tendríamos dinero para abordar, por ejemplo, la nueva facultad de Psicología, el instituto de investigación de hortofruticultura subtropical, que ya está en concurso, tengo para el nuevo pabellón de gobierno de Teatinos, para urbanizar el tramo que servirá de unión del campus y los terrenos de ampliación e incluso para alguna que otra actuación. Hemos recuperado dinero que iba directamente dirigido a inversiones. Y también tengo dinero para personal, pero no podemos contratar. Ahora que podría hacer la reserva de crédito, falla la otra pata.

Describe un panorama que en nada se parece al de hace sólo dos años, cuando los rectores de las andaluzas se unieron para lanzar un SOS desesperado.

Ha cambiado muchísimo. Entonces no podíamos soportar más. Es cierto que la ventaja que hemos tenido, al tener siempre reconocida la deuda, es que no nos han reducido el presupuesto. En otras comunidades les han quitado directamente el presupuesto. Ahora nos hemos encontrado con un dinero como si lo hubiéramos ahorrado.

¿También tienen dinero para aliviar la delicada situación de los grupos de investigación?

Para investigación hemos sacado un programa específico este año de 7,2 millones de euros, gracias a un plan de fortalecimiento que nos ha dado la Junta de Andalucía, y que nosotros hemos aplicado integramente a investigación. De alguna manera, compensamos así lo que les falta en el Plan Nacional del Ministerio de Educación, aportaciones que han bajado considerablemente.

Pensaba que la Junta también podría tener culpa de los males de la Universidad, pero veo que el culpable es sólo Wert.

Bueno, las limitaciones para la contratación de personal venían tanto por el Ministerio, con la tasa de reposición que afectaba al personal funcionario, como por la Junta de Andalucía, que no dejaba aumentar las plantillas de personal contratado. La Junta ha mantenido la inversión en investigación pero teníamos deuda de la Junta en I+D+i. Es decir, acudíamos a convocatorias pero no recibíamos el dinero, y eso también nos provocaba trastornos. Ahora la situación cambia y los 7,2 millones de euros del plan de fortalecimiento sirve para cubrir muchos huecos. Pese a ello, la situación, en algunos casos, sigue siendo desesperada, porque este modelo sirve para dotar económicamente los proyectos que obtuvieron buena calificación en las convocatorias del Plan Nacional pero no recibieron financiación. Estamos inyectando dinero hasta que el Ministerio aumente la asignación, y parece que será así. O al menos eso ha dicho.

Durante meses han estado quejándose por la descapitalización del talento sufrida por la Universidad. Se han producido cambios importantes en este sentido, según se anunció ayer en su discurso el consejero Sánchez Maldonado. ¿Qué valoración hace?

La Junta nos ha autorizado, y es muy importante, a contratar por necesidades docentes a ayudantes doctores, es decir, acreditados por la ANECA. Y esto no lo teníamos antes. Sólo podíamos contratar a sustitutos interinos y a profesores asociados. Ahora mejoramos enormemente con esta otra figura de profesor, que está encaminada a la carrera universitaria. Y según el anteproyecto de los presupuestos, la tasa de reposición del profesorado funcionario pasa al 50%, pero sigue sin ser suficiente, no cubre las necesidades ni las expectativas, a pesar de haber aumentado.Quiere decir que si se jubilan 30 profesores sólo podremos contratar a 15.

Bueno... 15 siempre será mejor que tres, ¿no?

Hombre claro, por supuesto. Pero es totalmente insuficiente cuando a lo largo de estos tres últimos años hemos perdido casi 200 profesores y los que hemos repuesto no llegan a 20.

El curso ha arrancado con poco más de 34.500 alumnos. Son menos que en años anteriores. ¿Por qué?

Por una cuestión muy sencilla. Porque desaparecen ya las licenciaturas y las diplomaturas de los planes antiguos. Ahora hemos pasado de tener, mayoritariamente, títulos de cinco años, a tenerlos de cuatro años, con lo que hemos perdido este año a los estudiantes del quinto curso. Sin embargo, la entrada a la Universidad sigue siendo igual, más de 7.250 alumnos de nuevo ingreso. Por otro lado, aumentamos los posgrados, que todavía se mantiene el plazo de matriculación. Tenemos máster con el doble de solicitudes de acceso que plazas disponibles. Lo mismo ocurre en doctorados.

¿Es esto consecuencia de que muchos egresados no encuentran salida laboral y se reenganchan a hacer un posgrado?

Efectivamente. Así hay que reconocerlo. En cierto modo es una solución para ellos. El precio de la matrícula de los máster ha bajado un 15% y esto también favorece que haya aumentado el número de alumnos que solicitan estas enseñanzas. Creo que estamos en ese momento en que muchos quieren seguir formándose, porque de hecho hay gente que está trabajando pero siguen estudiando.

Esa es la lectura positiva: el interés por seguir aprendiendo para mejorar sus perspectivas laborales.

Eso es muy positivo también para la propia Universidad. Tiene un gran valor. Universidades como Harvard o la Pompeu Fabra tienen más estudiantes en el posgrado que en el grado, y eso les define por su potencial en investigación y pueden llevar a cabo estas enseñanzas con mayores garantías.

La lectura negativa es que los titulados malagueños no encuentran trabajo. ¿Se han relajado las relaciones entre la Universidad y el tejido productivo, algo de lo que siempre la UMA ha hecho gala?

Creo que nos falta músculo productivo. Nos falta sector empresarial potente que recoja a nuestros universitarios, por eso es muy importante cambiar el ritmo de las cosas. Hay que diversificar al máximo el modelo económico basado fundamentalmente en la construcción y el turismo. Y tenemos que hacer empresas pongan en valor la formación, porque eso las hace más competitivas e innovadoras.

Las becas han sido objeto de debates y polémicas en los últimos tres años. Este año el Ministerio ha incrementado el presupuesto hasta los 1.414 millones de euros. ¿Es suficiente?

Hay que ver cuánto nos toca a las Universidades, en primer lugar. Después, creo que aunque se haya aumentado el presupuesto, hay que fijarse mucho en la liquidación. Porque en periodos anteriores, aunque el dinero para becas era menor, como existía un compromiso constitucional de que todo el mundo tenía derecho a estudiar, cuando se liquidaba ese presupuesto, se hacían las modificaciones presupuestarias necesarias para que todo el que quisiera estudiar tuviera esa oportunidad. Aunque aumente el número de becas, lo que nos preocupa es que siga habiendo una disminución de las cuantías, 336 euros menos por beneficiario. Esto es lo dramático. Ahí es dónde está el verdadero problema social.

¿Cuántos años de retraso acumula ya la Universidad, y con ella la propia sociedad, por culpa de la crisis económica?

Estamos volviendo a presupuestos de hace diez años. Eso quiere decir que estamos volviendo hacia atrás y aumentando el sacrificio para que ese desequilibrio presupuestario no se traduzca en la actividad universitaria. Ha aumentado mucho nuestro esfuerzo por mantener esos estándares con una gran disminución de recursos.

Retrasos en investigación, descapitalización del conocimiento, fuga de cerebros y pérdida de talento, recortes de los sueldos, mayor carga docente, quiebra del principio de igualdad con los nuevos criterios para la concesión de becas... ¿Cómo se gobierna una Universidad así?

Con mucho apoyo de la comunidad universitaria y con comprensión. También con mucho esfuerzo. Y búsqueda de nuevas fuentes y cambiar el marco de la Universidad, haciéndola mucho más internacional para tener capacidad de atraer talento y estudiantes. Todo esto lo hemos hecho con esfuerzo personal.

La Cámara de Cuentas de Andalucía ha pedido el enésimo esfuerzo para reducir los departamentos que no llegan a un mínimo de doce profesores con vinculación permanente, en un intento de ahorrar recursos económicos. Esto, sin embargo, ha creado malestar.

Estas cosas siempre son un poco traumáticas. Los cambios en estos ámbitos son un poco fuertes. Yo creo que en la comunidad universitaria reina la sensatez y cuando uno recapacita entiende que esas medidas no alteran el bienestar, sino que más bien modifican y vuelven a criterios de estructuras establecidos previamente. Los departamentos están hablando por afinidades científicas para ver cómo se asocian entre ellos de aquí a final de año, para comenzar un nuevo ejercicio con una reducción.

¿Está más tranquila siendo rectora de la UMA y sólo rectora de la UMA?

No menos ocupada, sino más tranquila y menos estresada. Realmente he vivido una época muy dura de presidenta de la CRUE y estaba un poco agotada. A las mujeres nos pasa que queremos ser una madre perfecta y una profesional perfecta. Espero haberlo medio conseguido en lo que han dado de sí mis posibilidades.

En enero de 2016 hay elecciones. ¿Piensa presentarse a la reelección?

Mi pensamiento está conmigo misma. Estoy deshojando la margarita. Suelo pensar mucho las cosas y darles muchas vueltas.

¿No le apetece vivir años de normalidad después de este periodo de tantas turbulencias?

El servicio público por muy duro que sea siempre da muchas satisfacciones. Tampoco puedo estar llorando por las esquinas. Quiero decir que quiero mucho a mi Universidad y me siento muy feliz en mi Universidad.