Los bancos ha clausurado ya casi 460 oficinas en Málaga, lo que representa cerca de un tercio de las más de 1.400 que llegó a haber abiertas hasta la llegada de la crisis. Fue a mitad del año 2008 cuando se alcanzó el parque máximo de sucursales en la provincia, después de la desenfrenada carrera de aperturas en las que participaron muchas antiguas cajas y bancos extranjeros que desembarcaron en la provincia sólo para competir por el pastel de las hipotecas. Pero el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera han llevado en estos años a un proceso de ajuste de estructuras dentro del panorama de concentración de entidades y de reducción de costes. Hoy, según los últimos datos del Banco de España correspondientes al pasado mes de septiembre, quedan abiertas 949 sucursales en la provincia. El descenso supone que Málaga ha regresado ya a un parque de oficinas similar al que manejaba en el año 2001 y se acerca vertiginosamente al que tenía a finales del pasado siglo.

El solapamiento entre oficinas -cuando en una misma calle o zona coinciden varias de bancos que se fusionan- está detrás de muchas de las clausuras aunque en otros casos es la necesidad de ajustar las cuentas de resultados las que llevan a los bancos a meter la tijera en la red de sucursales. Un efecto pernicioso efecto colateral de este fenómeno es que hay zonas de Málaga, sobre todo en el interior, con municipios que se han quedado sin oficinas. Los sindicatos hablan incluso de un riesgo de «exclusión financiera» para estas poblaciones. Hay ya varios casos en la Serranía de Ronda o en el interior de la Axarquía. ¿Hasta dónde pueden llegar la contracción del parque de oficinas en Málaga? Los expertos creen que el sector podría caminar hacia un suelo cercano a las 900 sucursales.