­Ciudad Jardín sufre hoy las pretensiones incumplidas de su proyecto inicial y el desarrollismo incompleto de los años sesenta. Así que por una doble imperfección, fruto de la improvisación y la falta de planificación de las autoridades de ambas épocas, esta zona al norte de la ciudad dista mucho de ser esa Ciudad Jardín que su nombre pretenciosamente pregona.

El núcleo central del distrito y que da nombre al mismo comenzó a gestarse en los primeros años de la década de los veinte del siglo pasado (1923/1924). Está próximo pues a cumplir los cien años. En principio era un ambicioso proyecto promovido por la Sociedad de Casas Baratas de Málaga y copiado de Inglaterra. El proyecto inicial preveía construir viviendas unifamiliares con grandes zonas para equipamiento deportivo (hipódromo, pistas deportivas y mas). Al final, de todo ello sólo se construyeron las viviendas (¿les suena?).

El resto del distrito nació con la inmigración y el desarrollismo de los años sesenta del siglo XX, que supuso la urbanización indiscriminada monte arriba producto de la necesidad que la ciudad tenía de crecer hacia el norte. Casi cincuenta años después, todo ese crecimiento está ya consolidado, como consolidados están los vicios, las carencias y la falta de planificación con que nacieron. Por eso, al igual que tantos barrios y distritos, Ciudad Jardín, con sus más de 36.000 ciudadanos habitando sus calles, sufre hoy la falta de aparcamientos, de espacios de esparcimiento público, la estrechez de sus calles y aceras, e incluso la falta de éstas, con vías aun sin asfaltar.

Tiene en su haber la vitalidad de sus gentes, un tejido asociativo pujante y exigente y una actividad comercial que prueba su potencia vital y forma, junto a sus vecinos, el gran aval del distrito y la esperanza para su desarrollo futuro.

Un desarrollo ahora mismo estancado por mor de la crisis económica, que ha sumido en la desesperación social a centenares del familias del distrito abocadas al racionamiento y a una subsistencia deprimida.

La subsistencia

La situación ha hecho necesaria la creación, de un banco de alimentos para, como en otros lugares, dar subsistencia a muchas familias. «En estos momentos atendemos a 188 familias, que suman 632 personas», explica Manuel Ramos, uno de los responsables del banco. Se trata en la mayoría de los casos de madres, sin pareja, con uno o dos hijos que alimentar «y sin recursos».

Y es que el desempleo, como en tantos barrios, asola con crudeza e impone la degradación social. Hay también lugar para la esperanza y el futuro abierto. El banco de alimentos, nos recuerda Ramos, se nutre en lo personal de voluntarios -«la mayoría jubilados»- y en lo económico, de lo poco que manda Bancosol y sobre todo de colectas y aportaciones de vecinos y comerciantes que muestran así la riqueza humana del barrio.

El distrito en su origen nace de aquellas casas baratas que hoy miran las avenidas Ramón y Cajal y Jacinto Benavente. Son casas casi centenarias, como nos recuerda Juan Carlos Valdivia, que lleva las riendas de la asociación de Ciudad Jardín y que resalta, ante todo que más allá de los problemas que genera la economía, el barrio «no tiene apenas reivindicaciones pendientes» pues «desde el distrito atienden todas nuestras demandas». Tal es así que califica con un diez la gestión de la concejala Mariví Romero. No obstante, cuando descendemos al detalle y acercamos la lupa al interior del barrio surgen los problemas no resueltos como «la deficiente limpieza de las calles y la suciedad de las aceras»; son problemas que comparte con otras zonas de Málaga, como el aparcamiento «que es un problema grave pues aquí no tenemos ningunos». Esa falta e aparcamiento genera otro de los problemas del barrio: la invasión de vehículos que aparcan sin control ni respeto en cualquier parte las tardes y noches de fútbol en La Rosaleda. Satisfechos, por contra de la reforma al pabellón de deportes de Ciudad Jardín «que ha quedado muy bien, tampoco nos quejamos de las zonas verdes»

Los Arcos y Las Flores

Las quejas sí vienen, y con indignación desmedida, de los vecinos de la barriada Los Arcos, un conjunto de 225 viviendas, unifamiliares en su mayoría, que pasaron hace años a ser gestionadas por la Junta de Andalucía, que lleva años sin atender los graves problemas de infraestructuras de estas casas. Uno de sus vecinos, Luis García, decía sentirse «engañado después de oír a los distintos delegados de la Junta que nos han prometido arreglar las casas y luego se han marchado a la suya y nada más». Las viviendas, muy antiguas y habitadas por personas mayores, necesitan que se actúe sobre las cubiertas y fachadas, en la electrificación, el saneamiento y la red de abastecimiento. Pero siguen esperando.

Como la alegría va por barrios, en el de Las Flores, una barriada que levantó al calor de los años setenta del siglo pasado, con todas las faltas de servicios que entonces ni se planteaban, lloran con un ojo después de que la Junta, en este caso sí se gastará los dineros para adecentar las más de 1.300 viviendas del barrio. «Al menos los bloques nos lo han dejado casi nuevos, ahora falta que se actúe en las aceras y en mejoras los pocos jardines que tenemos, señala Fernando González un jubilado con muchos años en el barrio .

Al sur del distrito, Mangas Verdes y Monte Dorado concitan quizá la extracción más humilde de entre los habitantes de Ciudad Jardín. Ambos reúnen a vecinos llegados de otros pueblos. Monte Dorado creció al calor de la autoconstrucción a golpe de afán de cada uno de sus habitantes, Mangas Verdes, más antiguo en el tiempo, concentra los que, tras la guerra, buscaron otro lugar donde tratar de renacer.

«Aquí la mayoría es gente mayor que vota al PSOE por afinidad, pero que reconocen el trabajo que en los últimos años viene realizando el Ayuntamiento por mejorar el barrio», señala Antonio Martos, alma y corazón de la asociación de Mangas Verdes e impulsor del trabajo de otros colectivos. Pese a lo mucho realizado, en Mangas Verdes se nota la dejadez de años anteriores, un abandono que se refleja en casos insólitos como la presencia de calles terrizas sin asfaltar. De ahí que la principal reivindicación de sus vecinos sea la pavimentación y asfaltado de calle Arroyo Aceiteros. «El Ayuntamiento ya ha metido todo el servicio de aguas pluviales, el saneamiento y el abastecimiento domestico, ahora queda que culmine la segunda fase y asfalte la calle», señala Martos. Arroyo Aceiteros no es la única, también Pulgarín bajo tiene un trozo aún sin asfaltar, igual que parte de calle Paredón.

Los vecinos reconocen el esfuerzo municipal por dotar al barrio de parques infantiles o zonas verdes, lo que se ha conseguido pese al poco suelo que hay para ello. El Parque del Cau, la única zona verde, está a medio hacer y los vecinos no pararán hasta verlo terminado. Las calles pese a sus estrecheces y sus tramos empinadas, han ganado en acerado y en adecentamiento general que dan un aspecto mas ciudad que hace años.

El PERI de Monte Dorado

¿Qué reclaman ahora? Una ludoteca y un centro social donde los vecinos puedan reunirse y organizar actividades. El lugar para ello sería el auditorio, un gran escenario público, a caballo entre Mangas Verdes y Monte Dorado, apenas usado y que mucha gente se pregunta qué pinta ahí en medio de dos barrios con muchas necesidades y servicios básicos aún por obtener.

En Monte Dorado, el responsable de su asociación, Rafael Martín recuerda que ellos son los únicos que lo utilizan diariamente, manteniendo un local abierto, «pero queremos y exigimos que se use para más actividades, por más colectivos y que el Ayuntamiento le dé un uso».

En Monte Dorado, un barrio nacido de la autoconstrucción, careciendo de cualquier tipo de espacio público, de zona verde o deportiva o de otras instalaciones, la pelea de sus habitantes en estos años atrás ha sido que el Ayuntamiento apruebe un Plan de Reforma Interior, un PERI en lenguaje urbanístico que reconozca la existencia del barrio, legalice sus construcciones y sus viviendas y planifique un desarrollo ordenado del barrio a partir de ahora y permita equipamientos ciudadanos de los que ahora carecen. Tras años de peleas, el PERI está ya aprobado y los vecinos están pendientes ahora de una de sus consecuencias: los gastos a los que tendrán que hacer frente y su reparto. Temen un exceso pero Rafael Martín ya anuncia que «pagar, pagaremos, pero esto es un barrio de parados y no van a estrujarnos». En eso confían pues «las relaciones con el Ayuntamiento son buenas, nos tratan bien, responden a nuestras demandas y nos escuchan».

Parque del Sur

Más reticente es Oscar Fernández de Córdoba y Rivera, que acaba de tomar las riendas de la asociación Parque del Sur, uno de los barrios más poblados del distrito, con algo más de 7.000 vecinos y una actividad comercial bulliciosa y diversa que «trata de salir adelante pese a las dificultades.

Fernández de Córdoba resalta las virtudes de un barrio sin apenas extranjeros, muy tradicional y muy amante de sus rincones. «Aquí hay muchos lazos familiares y de amistad y gente muy comprometida que se queda aquí en vez de marcharse a otros barrios». Frente a eso y poniendo la mirada en la gestión municipal, Fernández de Córdoba desgrana dos adjetivos para calificar la situación: «abandono y dejadez»

«Está muy dejado en limpieza, en jardines, en mantenimiento. Nos sentimos de segunda división y eso lo decimos porque notamos como el distrito en general ha avanzado pero nuestro barrio se queda atrás», dice. Lo peor, a su juicio, es la falta de aparcamientos. «Hay que obtener más sitios para aparcar, aquí a partir de las ocho de la tarde el dejar el coche se convierte en misión imposible». Al respecto, hace mención a unos locales en la calle Alcalde Eduardo Carvajal, «un antiguo mercado fuera de uso que podría habilitarse como parking, habrá que verlo». Por contra da un buen respaldo al transporte público. «La línea 1 funciona bien, con regularidad y rápido».

La avenida Ramón y Cajal

Ciudad Jardín, por su número de habitantes, 36.000, y su extensión es uno de los distritos que se sitúan en la zona media. Tiene amplios contrastes en sus barriadas. Algunas, como Ciudad Jardín, pueden llorar con un ojo en cuanto a instalaciones deportivas, zonas verdes o parques infantiles y otras, como Monte Dorado o Mangas Verdes, luchan aún por tener todas sus calles asfaltadas y por tener algunas instalaciones o parques públicos. En una visión general se comprueba que es un distrito muy castigado por el bofetón de la crisis económica donde se ha hecho necesario abrir un banco de alimentos para atender a centenares de familias con graves dificultades. En contraste, la vitalidad comercial de algunos de sus barrios llama a la esperanza.