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Centro ocupacional

La nueva vida de Encina Laura

La asociación de integración de personas con discapacidad intelectual celebra los 20 años en Alhaurín de la Torre con una nueva presidencia que ha logrado sanear la entidad

La nueva vida de Encina LauraArciniega

Natalia dedica una amplia sonrisa a todo el que llega. «¿Cómo te llamas?, ¿dónde vives?», pregunta. Es la hora del bocadillo y a su lado Verónica aprovecha para uno de sus pasatiempos favoritos: «Tomar el sol». Lorena prefiere mostrar al visitante, con todo el orgullo del mundo, un baúl confeccionado por los alumnos de este centro ocupacional de la asociación Encina Laura, 600 metros cuadrados en la calle Reserva, 3 de Alhaurín de la Torre.

Un sueño que cumple 20 años y que estuvo a punto de esfumarse en el verano de 2014, cuando la presidenta convocó a los padres de esta veintena de jóvenes con discapacidad intelectual y les comunicó que la asociación se disolvía a causa de las deudas. «Allí todo el mundo nos mesamos los cabellos», recuerda Ildefonso Mancera, director de banco jubilado y que tiene a Raúl, su hijo pequeño, en el centro ocupacional desde hace 16 años, cuando acabó los estudios en el colegio Ciudad de Jaén, en Churriana.

Fue Ildefonso la persona que dio un paso al frente para que la asociación Encina Laura capeara el temporal. «Estoy jubilado, me aburro en casa, no tengo vicios, nada más que la lectura así que dije, voy a intentarlo», resume.

En este año y medio, y con la colaboración de Juanjo, el director, la asociación ha ido tapando agujeros, ha llegado a compromisos con los acreedores y pese a las dificultades sigue adelante. «Poco a poco nos hemos quitado muchas deudas. No hemos tenido recortes de personal, simplemente se ha mirado por el dinero y desde que empezamos no nos hemos endeudado en un céntimo», cuenta Ildefonso Mancera.

Con el horizonte mucho más despejado, la intención de Encina Laura es seguir dando a conocer su importante labor. «Ningún muchacho puede estar en casa todo el día viendo la tele. Por eso para estos niños, desde los 21 años en adelante y de lunes a viernes, les ofrecemos talleres, clases de apoyo y cursos», cuenta.

Financia Encina Laura la subvención por alumno de la Junta de Andalucía, más la contribución de los padres, que aportan el 25 por ciento de la paga que reciben por sus hijos, además de aportaciones individuales de los socios.

Pero también obtienen ingresos de la venta de objetos que realizan en los talleres. A Natalia, por ejemplo, lo que más le gusta es el taller de publicidad: hacen camisetas con logos y mensajes y también chapas personalizadas. Estas últimas, por ejemplo, son muy populares en el Materno de Málaga: muchos médicos y el resto del personal lucen chapas con su nombre, cuenta Ildefonso. En ocasiones además, pequeñas deudas han podido saldarse a cambio de las chapas y camisetas publicitarias.

«Con la moral por las nubes». Pero además hay talleres de manualidades, almuerzo juntos fuera, clases de apoyo de Lengua, Matemáticas y Lectura y también reciben clases de baile y taichí, asistencia psicológica y clases de teatro. Dos monitoras, Alicia y Jornada, y el resto voluntarios, como Óscar, se encargan de formar y entretener. La monitora más antigua es Alicia, que trabaja en Encina Laura desde su fundación: «Aquí te metes un día y sales con la moral por las nubes porque siempre son cosas bonitas», confiesa.

A la asociación le gustaría continuar con la colaboración municipal y celebrar cada año un torneo benéfico de pádel, contar con más voluntarios y dejar atrás la etapa de los apuros económicos. «Vamos a sacar esto adelante, no por nosotros sino por ellos», resume el presidente de Encina Laura (web: www.asociacionencinalaura.es).

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