Cualquiera diría que José Romero, Pepe para cualquiera que se cruza con él en la Comisaría Provincial, acaba de recibir un homenaje por su reciente jubilación. Es el mismo día en que el Cuerpo Nacional de Policía celebra sus 192 aniversario de existencia y, por aspecto y actitud, este «agente hasta que me muera» podría seguir siendo la pesadilla que ha sido durante las últimas décadas para los miembros de las organizaciones más peligrosas de la Costa del Sol. De los 38 años que ha estado en la Policía Nacional, salvo seis y medio que estuvo destinado en el norte, el resto los ha pasado en Málaga. «He sumado 30 años en la Policía Judicial, 23 de ellos en la Udyco», dice como si nada esta leyenda de la lucha contra el crimen organizado con un currículo difícil de resumir. Suma más de doscientas felicitaciones públicas, condecoraciones privadas por su participación en investigaciones en Francia o Marbella (caso Malaya), así como las cruces al Mérito Policial con distintivos blanco y rojo, respectivamente, y otros reconocimientos oficiales remunerados, como se hacía antes. Atrás quedan miles de detenidos, otros tantos vehículos recuperados, su participación en la desarticulación de más de doscientas organizaciones de escala internacional, su asistencia a más de 300 juicios o su trabajo en la embajada española de Paraguay.

A Pepe le cuesta destacar su operación preferida tras una carrera tan prolífica, pero así de sopetón recuerda las que acabaron con la intervención de alijos de 6.000 kilos de hachís, 106 de cocaína o 96 de heroína cuando la policía y las herramientas eran otras: «Hace veinte o treinta años no existían los medios que hay ahora». Ni los horarios. Romero dice que te ibas a trabajar y no sabías cuando volvías a casa, pero no pone una sola pega. Esas eternas investigaciones, esos seguimientos infernales que le han obligado a recorrer el país se pagaban con buenas dietas y le han permitido cubrir otra de sus grandes pasiones: viajar.

Junto a Pepe fueron homenajeados alrededor de 70 agentes, aunque en el último año se han jubilado 150, según los datos de la propia Comisaría Provincial. Entre ellos Alejandro García, el joven policía que vio truncada su carrera policial en Estepona tras sufrir un accidente doméstico que le provocó una grave lesión medular, o el comisario principal Francisco Arrebola, que durante su trayectoria ha sumado dos jefaturas superiores (Cataluña y Andalucía Oriental). Antes fue el máximo responsable de la Comisaría Provincial de Málaga y el número uno de Marbella, aunque también fue el responsable de diseñar el dispositivo de seguridad de la Expo’92 de Sevilla, entre otros destinos.