El exalcalde de Marbella Julián Muñoz se veía a sí mismo «desahuciado» hasta hace unos días. Tras haber sufrido ictus, anginas de pecho y arrastrar severas obstrucciones cardiovasculares, así como una mala ventilación en los pulmones al haber sido un fumador empedernido, el pasado viernes recibió «emocionado» la noticia de la obtención del tercer grado penitenciario, según explicó ayer su abogado, Antonio Jesús Cabrera, en un receso del juicio por el caso El Pinillo, que lo obliga a ser conducido por la Guardia Civil diariamente desde Alhaurín de la Torre hasta la Ciudad de la Justicia.

Una vez más, Muñoz presentaba un aspecto que ha conmocionado hasta a Andrés Rodero, presidente de la Sección Tercera de la Audiencia, que lo enjuicia estos días y ya lo hizo en el pasado en el caso Minutas. Vestido con chándal y con una gruesa chaqueta verde, pese al calor que hacía en la sala, se le veía con la mirada perdida, aunque pidiendo de vez en cuando a sus compañeros de banquillo, especialmente a Juan Antonio Roca, el que fuera su gran enemigo, que le aclarase aspectos del interrogatorio al que estaba siendo sometido el exsecretario marbellí Leopoldo Barrantes.

La Sala confirmó el auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria al entender que Muñoz no sufre una enfermedad terminal, pero sí grave e incurable y los informes forenses han dictaminado que su esperanza de vida oscila entre uno y cinco años. El estrés de la cárcel puede agravar ese estado y provocar un accidente vascular en poco tiempo.

Muñoz hará en abril tres años de prisión, cuando tras conocer la sentencia del caso Pantoja la Fiscalía pidió su ingreso inmediato en un presidio. Antes, pasó otro trienio entre rejas (julio de 2006-julio de 2009), expiando el centenar de delitos urbanísticos que arrastraba desde su época de alcalde.

Su abogado estaba ayer exultante, y así se lo hizo saber a la prensa. «Esperamos una resolución inminente, su salud es muy delicada y hay riesgo cierto para su vida», dijo a las puertas de la Ciudad de la Justicia. En veinte días, vaticinó, podría haber una resolución de la Junta de Tratamiento de la cárcel y pasaría a cumplir su pena en el Centro de Inserción Social de Málaga (o tal vez en el de Algeciras).

Ahora, lo que preocupa a su letrado es cómo cumplirá su pena, porque hay muchos regímenes dentro del tercer grado: desde tener que dormir todas las noches en la cárcel excepto los fines de semana, saliendo por el día; hasta hacerlo en casa, cómodamente, con una pulsera de localización. «Debe diseñarse un régimen amplio, flexible», precisó el letrado. Lo siguiente será pedir la libertad condicional.

«Él no lo esperaba, estaba desanimado, yo siempre le he transmitido ánimo porque nos amparaban la justicia y la verdad, ya no hay riesgo de fuga ni es un peligro para la sociedad. Está contento porque puede empezar a normalizar su vida», indicó. «Recibió la noticia con mucha emoción, porque se veía desahuciado», señaló el jurista, quien cree que debe cumplir el tercer grado en un entorno hospitalario acompañado de su familia.

A un medio del corazón le explicó que su novia actual seguía preguntando por él y también lo había hecho su exmujer, Maite Zaldívar, aunque la más contenta es una de sus hijas.

Ayer, la atención mediática estaba en el exregidor, que ha de apoyarse en una muleta para andar y que es asistido por Roca, el mismo al que cesó en aquel caluroso verano de 2003 como gerente de Urbanismo, cuando aún estaba surfeando la ola de su vida y no había nubarrones en el horizonte, cuando paseaba de la mano de Isabel Pantoja muy sonriente pensando, tal vez, que en su puesto de alcalde era intocable, inmortal. En veinte días, más o menos, Muñoz será un hombre libre. Sólo él sabrá si todo esto le ha merecido la pena.