No es ningún escándalo que un año después de que se celebraran las llamadas elecciones municipales del cambio, realmente no haya cambiado tanto. Esto no hace más que poner de manifiesto las dificultades que entraña la gestión pública marcada, en muchas ocasiones, por unos límites no palpables que van más allá de una mera declaración de intenciones. El mejor ejemplo lo hemos tenido estos días en Barcelona, donde su nueva alcaldesa, Ada Colau, no ha logrado domesticar a quienes son indomesticables. La capital catalana, convertida en epicentro del vandalismo callejero, ha vuelto a brindar al mundo esa estampa debidamente sazonada que le ha granjeado en los últimos años fama como capital europea de los disturbios. Con sus coches en llamas, sus manifestantes encapuchados rodando por los suelos como canicas y un buen puñado de escaparates reventados, el desalojo del llamado «banco expropiado», antigua sede de Catalunya Caixa reconvertida en un supuesto centro cultural por sus okupas, dio una bofetada de realidad a todos aquellos que pensaron que escenas como éstas no se iban a volver a repetir. Porque la vida tiene a veces estas cosas insólitas: en un año, cuando vuelves la mirada, de estar tirada en el suelo y pidiéndole moderación a los cuerpos de seguridad del Estado, te ves al frente de un Ayuntamiento que es directamente responsable de esas cargas torbellinas a porrazo limpio.

Un año ha pasado también en Málaga. Si hay algo que aquí han demostrado los nuevos partidos políticos, ha sido su capacidad para hacer cosas que, a priori, consideraban indignas. Sobre todo, en el caso de Málaga Ahora, que ha salvado al equipo de gobierno popular en varias ocasiones, alineándose con quien se le suponía en las antípodas ideológicos en varias decisiones de suma importancia. Tanto ha sido así, que más de un votante se le ha caído ya por el camino después ver a Ysabel Torralbo votando de la mano de Francisco de la Torre, cuando su interés personal se lo pedía. Empeñada en demostrarle a todos que no era el demonio que ella misma había pintado, se ha encargado ella sola de difuminar sobradamente aquel discurso aireado, en el que acusó al actual regidor de haberse formado políticamente en lo que llamó «la escuela del franquismo».

Juego de intereses. Cuando un partido como Málaga Ahora se pone a hacer guiños al PP, es que espera algo a cambio. Así lo ha puesto de relieve esta semana un informe de Gestrisam, en el que se le recordaba a todos los malagueños que pagan religiosamente sus impuestos, que eso de «Hacienda somos todos», tampoco se cumple en la capital. Unos 27.400 euros. Esa es la cantidad que hubiera entrado en las arcas municipales si los que ocupan La Invisible, desde hace ya unos nueve años, hubieran tributado el IBI que le corresponde a un céntrico edificio que se extiende a lo largo de 2.000 metros cuadrados. No cuesta mucho imaginarse qué dirían los mismos que han utilizado durante casi una década un edificio de propiedad municipal para su asalto a la política, si sería el PP o el PSOE quienes no paguen impuestos por Génova 13 o Ferraz, respectivamente. En Podemos, partido del que germinó Málaga Ahora, empiezan a escucharse las primeras voces críticas con el liderazgo de Torralbo y ya se apunta a su posible relevo como número uno en las próximas elecciones de 2019. Defienden que un líder debe de tener ciertas cualidades como la de ser un movilizador, que no es algo en lo que falle Torralbo, pero sí en su capacidad para construir coaliciones y en la de ofrecer un discurso moderado. El candidato a tomar las riendas podría ser su compañero filas, Juan José Espinosa.

El alcalde eterno. Todos lo intuyen, pero en realidad nadie se atrevería a apostar por ello. En lo que se le supone su último mandato al actual alcalde, hay dos posturas que chocan en el PP. La del partido y la del propio De la Torre. Una guerra de sucesión por la alcaldía más preciada en la provincia que está desatada y que, incluso, ya ha contado con un primer intento para amortiguar a De la Torre y mandarlo al Congreso. La intención del partido es clara. Perfilar cuanto antes a Elías Bendodo como próximo candidato y, si es posible, que sea desde el propio Ayuntamiento. Aunque en público todo son adulaciones, al alcalde le empiezan a crecer los enemigos dentro de su propio partido. Mario Cortés ya ha manifestado en público lo que ya todo el mundo sabe: Bendodo es la persona mejor posicionada para suceder al actual alcalde.

Al mismo tiempo que aumenta la preocupación en el partido, De la Torre parece encantado con la idea de estirar la incertidumbre hasta el final. Se espera de él que comunique su decisión con la anterioridad suficiente para que se cuente con el margen necesario para que los malagueños puedan ir familiarizándose con Bendodo. El problema surge desde el momento en el que es el propio PP quien cree que De la Torre no tiene ningún relevo que parta en igualdad de condiciones. Tan alargada es su sombra, sobre todo, porque él así lo ha querido. No es que en el PP no haya habido posibles sustitutos a lo largo de estos años. Es que De la Torre se ha ocupado históricamente de tapar y silenciar a cualquiera que le pudiera hacer sombra. Cortando siempre de raíz cualquier brote que pudiera crecer demasiado a su alrededor. Una actuación política que ahora puede cobrarse su precio.

Dudas en el PSOE. Otro futuro incierto en el Ayuntamiento de Málaga es el de María Gámez. Aunque finalmente los rumores que apuntaban que, también ella, iba a figurar en la lista del PSOE al Congreso hayan resultado inciertos al menos en la práctica, no quiere decir que dentro del partido no se haya barajado esa posibilidad. La losa va creciendo y se hace cada vez más pesada porque lo que emerge entre los malagueños cuando piensan en Gámez es que ha perdido dos elecciones, y el estigma de la oposición ha hecho tanta mella que, por momentos, parece que estuviera satisfecha de sí misma por la labor que desempeña en la oposición. Su estrecha relación con Susana Díaz le puede abrir el camino dentro del partido para ocupar cualquier otro puesto de responsabilidad. Pero el PSOE aspira a gobernar en Málaga a partir de 2019. ¿Quién puede desempeñar la sucesión? Ahí aparecen los nombres de Estefanía Martín Palop y Daniel Pérez.

Una voz crítica

Cuando se acercan los tiempos de congreso en los partidos políticos siempre surgen voces que hablan de cambios en la dirección. Y eso ha ocurrido ya en el PSOE de Málaga, liderado por Miguel Ángel Heredia. «Él estará de acuerdo conmigo, no tengo la menor duda, en que hay que renovar la secretaría general del PSOE», dijo su homólogo en Fuengirola, Javier García León, en una entrevista emitida hace unos días en 73TV. El congreso del PSOE llegará este verano, tras las elecciones generales del 26J, y a él se enfrenta la dirección socialista actualmente sin fracturas.