­Beatriz de Lara es licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y una apasionada de la gastronomía mediterránea. Esta semana tuvo la oportunidad de participar en la tercera jornada de los Cursos de Verano de la Universidad de Málaga en la localidad de Archidona con la conferencia «Retos de la industria alimentaria ante los hábitos nutricionales saludables», dentro del seminario titulado «La industria alimentaria: aplicación en la nueva cocina malagueña y andaluza».

¿Por qué es importante seguir hablando de la dieta mediterránea?

Porque hay muchas variaciones que se están haciendo cada vez más en la alimentación mediterránea que teníamos antes y están surgiendo nuevos problemas derivados de esa mala alimentación. Vemos cómo se ha invertido la pirámide alimentaria y hemos dejado de comer fruta y verdura, productos antioxidantes, y nos estamos yendo a todo lo malo, al dulce, la grasa y demás. La industria agroalimentaria puede empezar a revertir esos hechos.

¿Es difícil incorporar los productos saludables en la industria alimentaria?

Cada vez vemos más en los mercados los llamados productos funcionales, que están dando algún beneficio extra a la salud, porque al tener una mala alimentación tenemos carencias. La industria alimentaria está aportando esos nutrientes que nos faltan, como la fibra o el ácido graso omega 3. Es necesario introducir nuevos productos que aporten ese valor extra pero también hay que abogar por lo tradicional y lo antiguo. Si hemos sido elogiados por la dieta mediterránea, ¿por qué estamos comiendo pizzas y hamburguesas sólo? Hay que tomar conciencia y volver a introducir platos malagueños como el gazpachuelo, que realmente funcionaban y daban calidad tanto a nivel de la salud como a las cocinas.

¿Falta concienciación en ese sentido?

La gente sabe que se está desviando del camino de lo saludable, pero siempre ponen las mismas excusas: que no hay tiempo para cocinar ni para comer ni para mirar el etiquetado. Hay que tomar conciencia individual. Debemos fijarnos en la industria alimentaria, porque son ellos los que muestran los productos y nosotros los elegimos, pero también hay que tener una cultura y una educación interna. En casa, los padres son los que compran a los hijos. Si no da ejemplo el padre, el niño no va a comer fruta y verdura. Nosotros desde casa debemos educar y también las escuelas deben introducir temas nutricionales que no existen en la actualidad. Todo ello para que los hábitos vuelvan a reconducirse.

Si estos productos saludables aportan más calidad, ¿por qué no se apuesta decididamente por ellos?

Falta luchar. Sé que no se cambian las cosas de la noche a la mañana. Cada uno tiene que aportar su grano de arena. Hacemos muchas campañas de alimentación y solo un 30 por ciento de quienes la reciben se queda con algo y cambia. El 70 por ciento no hace caso. Es esa franja en la que la industria alimentaria debe actuar, ofreciendo una gama de productos más sanos que los que se ofrecen ahora.

Vemos cada vez más publicidad de productos dietéticos. ¿Qué mitos son ciertos y qué se esconde detrás de ellos?

La realidad es que muchas veces a través de la publicidad podemos recibir mensajes buenos y malos. Hay mucha picaresca en este sentido. En muchas ocasiones nos ofrecen productos como los cero por ciento en grasa, pero si leemos el etiquetado vemos que tienen muchísimo azúcar. Hay muchos mitos y es necesario reeducar para entender y diferenciar lo bueno y lo malo.

¿Se venden productos como dietéticos aunque realmente no lo sean con un objetivo de negocio?

Ya hace dos años entró en vigor una ley que da más protección al consumidor. No se puede vender aquello que no es cierto. Antes sí es verdad que se decía dietético y no lo era. Sin embargo, hay otras artimañas para que el consumidor se confunda, como resaltar una cualidad y esconder otra. La clave está en el consumidor, que tiene que parar leer y entender lo que está leyendo. Hay que dedicar tiempo a elegir los productos más beneficiosos para nosotros, ya que tenemos una dieta cada vez menos mediterránea.

No paramos de ver productos en los que se resalta la palabra ‘light’. ¿Qué significa realmente?

Son modas. Ahora se mira más por la estética y como hay más culto al cuerpo el light engancha. Hay que hacer muchos matices en este sentido. Lo light no tiene que tener menos calorías que otro producto. Es ligero en algún componente. Pero quien no tiene tiempo para dedicarlo a la compra, se queda con lo más llamativo, no lee la letra pequeña.

¿Los productos dietéticos pueden generar carencias en el organismo del consumidor?

Depende del producto. Yo no animo a la gente a comprar productos dietéticos. Creo que tenemos productos naturales que suplen todo.