El triunfo en las primarias a la secretaría general del PSOE de Málaga fue tan claro como la conclusión de que persiste un núcleo de socialistas malagueños que no comulgan con José Luis Ruiz Espejo. Agrupados detrás de Rafael Fuentes, representaron un 31% de los militantes que hizo uso de su derecho a voto. Aunque la victoria de Ruiz Espejo fue inapelable, los números evidencian que casi la tercera parte de los socialistas malagueños no optó por el candidato que partía desde el minuto uno con el apoyo orgánico. Todos son conscientes de que el partido ha pasado por una fase agitada y que no vendría mal algo de tranquilidad para afrontar con garantía los próximos compromisos electorales. «Con la votación del domingo, se acabaron las familias dentro del partido», aseguran fuentes cercanas a la actual dirección. Pero la realidad es mucho más espinosa y las animadversiones no se transforman en simpatía de la noche a la mañana. Hablando con unos y otros, nadie diría, sin embargo, que el sanchismo haya sufrido una regresión repentina y ahora todo le importe un bledo. Todo lo contrario, sus integrantes presumen de que Málaga se haya convertido en la provincia andaluza donde más peso han adquirido. A nada que uno se descuida, se encuentra a Fuentes confabulando con Ignacio López en un conocido restaurante del Soho, tal y como ocurrió ayer mismo. Si en algún momento de la conversación le dio a Fuentes por hacer tribulaciones sobre el futuro del partido, tiene que saber que lo tiene crudo. «Fuentes ya no es nadie», afirma un miembro de la ejecutiva saliente que su candidatura ha sido machacada, prácticamente, sin misericordia en las urnas.

Un asuntillo pendiente

Lo lógico en estos procesos es que siempre haya gente que identifica el resultado según le conviene, aunque ahora cabe esperar a las decisiones que tome Ruiz Espejo de cara al congreso provincial. Ahora tiene un asuntillo pendiente, que no es otro que la configuración de la futura ejecutiva. El reparto de puestos va a decir, y mucho, sobre el proyecto que vislumbra el nuevo secretario. Algo nuevo que rompa con lo establecido o un poco de barniz para que todo siga funcionando como hasta ahora.

Durante la campaña, que ha sido larga, y en todas las entrevistas, que han sido muchas, Ruiz Espejo dio muestras de que iba a integrar a personas ajenas a su candidatura. Al flamante líder de los socialistas le pareció algo oportuno en su momento, aunque hay voces dentro del partido que aseguran que «no hay nada que negociar». Fuentes dice que espera su llamada, pero ésta todavía no se ha producido. Todos se miran al ombligo, aunque digan lo contrario. Tenemos dolor de cuello de mirar tanto. A juicio del sentido común, que ya se sabe que suele ser el menos común de los sentidos, el PSOE de Málaga necesita una buena dosis de unidad. Para poder contentar a las personas se necesita de gestos porque, hasta aquí, las palabras están muy bien, pero no sirven para alimentar expectativas. Y en el sanchismo se alimentan las esperanzas de sacar algo de tajada. Los antecedentes son importantes en el sentido de que coinciden en la tónica. Pedro Sánchez no integró a nadie que compitiera junto a Susana Díaz y la presidenta de la Junta no lo ha hecho con nadie que lo hiciera con su antaño rival en las urnas. La oportunidad que se le abre a Ruiz Espejo es importante. Podrá demostrar que es un hombre de consensos y demostrar que el que ha venido a coser en Andalucía es él. Se ha hablado sobre el peloteo extremo al que se ha visto sometido Ruiz Espejo. Demasiada leche condensada verbal, que ha acabado por restarle trascendencia a algunos de sus atributos que se perciben cuando se profundiza en la conversación. Ruiz Espejo no es ni soberbio ni engreído y parece dispuesto a arrimar el hombro. Queda por ver si lo dejan, saber hasta qué punto manda de verdad.

Agenda endiablada

La rutina de Ruiz Espejo va a ser un triple salto mortal con tirabuzón diario. No se sabe cuanto tiempo, poco, seguirá como delegado de la Junta en Málaga. Aunque hay que tener en cuenta que la secretaría general no tiene atribuida una remuneración. Hay que vivir y llegar a final de mes. Y, en su caso, dormir todas las noches en Antequera. Faltarán horas al día.