Los vecinos de Cacho Pan y las Tres Marías, los dos diseminados de la capital que se reparten las dos orillas del río Totalán bajo el gran viaducto de la A-7, empiezan a vivir sin mirar constantemente hacia arriba. Justo cuatro meses después de que sacaran a la luz en este diario la reivindicación histórica de instalar vallas o mamparas en el puente que protejan a los residentes de la caída de objetos o cuerpos de personas que eligen este puente para suicidarse, la Demarcación de Carreteras comenzó a instalar el pasado lunes medidas de protección.

Pese a la buena noticia, los vecinos siguen sin entender cómo la administración ha tardado tanto tiempo en reaccionar, aunque esperan que las nuevas vallas eviten noticias tan «trágicas y dolorosas» como las que han tenido que afrontar en los últimos años, tiempo en el que hasta cuatro suicidios han perturbado la paz de este pequeño barrio fronterizo con Rincón de la Victoria. Alguno de los cuerpos cayeron a escasos metros de las viviendas o en la carretera MA-3202 que sube hacia el pueblo de Totalán. Más a menudo, sin embargo, caían como proyectiles los objetos y la basura que los ocupantes de vehículos que circulaban por la A-7 arrojaban al vacío sin pudor con el riesgo de provocar una desgracia.

La reivindicación no es nueva. Los vecinos mostraron a este periódico en julio la copia de la solicitud que registraron el 5 de septiembre de 2003 en la Demarcación de Carreteras para solicitar que aumentaran las medidas de protección sobre los vecinos que viven bajo la influencia del puente. Casi 14 años después, el cuarto suicidio en apenas unos años hizo que los vecinos elevaran la voz, que fue escuchada por el PSOE de Málaga. La diputada Begoña Tundidor anunció a principios de octubre que su grupo presentó en el Congreso una iniciativa para exigir al Ministerio de Fomento que colocara pantallas en ese punto de la A-7 para mejorar la seguridad de los vecinos en un plazo máximo de seis meses.