En torno a las ocho de la mañana, los vecinos de Héroe de Sostoa se han despertado con un fuerte estruendo que, en un principio, han achacado a los truenos de una posible tormenta, ya que a esa hora la lluvia estaba arreciando.

Al asomarse a la ventana, alertados por los gritos de la gente, se han encontrado con que un autobús de la línea 1 sentido San Andrés había perdido el control, desviándose hacia la acera derecha de la calle y arrollando a una fila de coches que estaban estacionados. "Al levantar la persiana vi que la gente salía corriendo y gritando ¡Ay, Dios mío!", cuenta Jara Martín, vecina de uno de los bloques cercanos al siniestro, que incluso llegó a pensar que podía haber sido un atentado en el Centro Comercial Vialia.

Finalmente, el autobús frenó casi a la altura del Puente de Juan Pablo II, dejando una maraña de coches amontonados que llegaba a ocultar la fachada del bar La Abuela Chica. Desde el interior, clientes y camareros han sido testigos de cómo el vehículo se venía encima llevándoselo todo por delante. José Martín, propietario del local, asegura que en ese momento había dos o tres personas que rápidamente han salido a ayudar. "Yo he llamado al 112 y en cinco minutos estaba aquí la ambulancia, los bomberos... ha sido todo muy rápido".

La otra parte afectada no iba en el interior del autobús ni circulaba por la calle, sino que aparcaron su vehículo en la acera derecha de la calle. Es el caso de Aida Villalta: "Me ha llamado mi madre y me ha dicho: Aida, creo que tengo el coche aparcado justo donde está todo el amasijo de coches. Entonces ya he bajado yo y he comprobado que, efectivamente, era lo que había ocurrido".

Iván Cruz, vecino de Héroe de Sostoa, lleva tres meses con su coche. Tras la embestida del autobús, el vehículo ha quedado subido a la acera con la parte trasera destrozada. "Estaba en casa, he escuchado unos porrazos y pensaba que era una tormenta. Me he asomado a la calle y he visto mi coche subido en la acera...".

La espectacularidad del siniestro y la ausencia de heridos de gravedad ha supuesto que tanto testigos directos, como afectados y curiosos lo hayan calificado como "un milagro", ya que independientemente del susto y los desperfectos, no hay más que lamentar.

Este es el segundo caso en Málaga en el que un conductor de autobús se desvanece a causa de un infarto. El primer accidente de este tipo ocurrió hace tres años en la Avenida de Juan Sebastián Elcano y tampoco hubo heridos graves.