El periódico, como herramienta informativa, adquiere una relevancia fundamental durante las campañas electorales. En tiempos de aceleración vertiginosa, es el medio que se tumba en paralelo a unos partidos políticos hiperactivos, que desbordan por sus canales (en cada campaña se suma alguno más) para tratar de seducir al electorado. Quien lee de política en La Opinión lo hace, de manera preponderante, con un alto grado de información previa y atesora un marcado anhelo por el ordenamiento y la clasificación. En el lector late el deseo por obtener respuesta a cuestiones fundamentales. ¿Qué queda más allá del día? ¿Hay algo qué rascar tras los anzuelos de usar y tirar? ¿Cómo se materializan las propuestas y afectan al propio microcosmo que conforma la realidad muy particular de cada uno? Para que una campaña electoral cumpla con su cometido de ofrecer propuestas y ayuda útil al ciudadano, este periódico describe la realidad huyendo de la perspectiva única y opta por la diversidad de ángulos. La confrontación de ideas siempre debe ser una parte elemental y esencial de cualquier campaña. El corazón. La piedra angular. Con este propósito, se invitó a los cabeza de lista de las distintas formaciones que concurren este domingo por la provincia de Málaga a la sede de este periódico. La misión y encomienda que se les trasladó fue la de exponer y analizar las propuestas que defienden sus partidos, aportando. Además, se les pidió que diesen una visión provincial. Acudieron sin cortapisas de ningún tipo Ignacio López (PSOE), Pablo Montesinos (PP), Guillermo Díaz (Ciudadanos) y Eva García, cubriendo a Alberto Garzón (Unidas Podemos).

La cita es temprano porque las agendas obligan a comprimir y exprimir el día. Llegan puntuales todos. García, hiperpuntual. Los candidatos se saludan entre ellos con cordialidad. Casi en exceso, aunque Montesinos ve en ello una virtud para afrontar los retos del futuro: «La ventaja para Málaga es que nos llevamos muy bien a nivel personal». En este punto, asienten todos.

Montesinos viene elegante y demuestra que afronta la jornada con una sonrisa. Le acompaña Javier Gutiérrez del Álamo, fiel escudero en esta campaña. Díaz podría ser el contendiente a adular, por ser de Ciudadanos, partido que ha dado y quitado gobiernos en estos años, aunque precisa que es mejor que el PSOE deje toda su esperanza atrás: «El problema es Pedro Sánchez». Echa de menos a «socialistas de verdad» y cita a la vieja guardia. Felipe González, Alfonso Guerra y Carlos Solchaga. Incluso alaba a Soraya Rodríguez y ve en ella aptitudes. Y no, no se trata de una impresión pasajera, que por algo ha acabado ahora en Ciudadanos. Esboza ligeras quejas sobre el ritmo de campaña. Ayer (por martes) habría acudido a cinco debates, aunque no parece cansado.

García se muestra con su habitual tranquilidad y transmite paz a todos. «Hay más educación en una clase de un colegio que en la política», lamenta y se muestra esperanzada en que sea una circunstancia que se pueda invertir. López llega animoso, suelto de sintagmas. Los debates televisivos, asegura, le han oxigenado de motivación. Es el único de los candidatos que aborda los churros que se han servido por cortesía. La presencia de cámaras la digieren todos con profesionalidad. Los nervios ya no traicionan. Traicionan más las encuestas.

Las confidencias, mientras los candidatos debaten, están en los pasillos de la redacción, donde se han formado los corrillos de los asesores. Algunos se conocen mucho entre sí. No hay rivalidad, sí mucha profesionalidad. Intercambio de impresiones sobre cómo va la campaña, acerca de lo ameno o lo pesado de algunos actos. Alguna situación surrealista.

Debate de candidatos del 28-A en La Opinión

Debate de candidatos del 28-A en La Opinión

Resaca

En la sala de juntas, los candidatos digieren aún la segunda vuelta del debate televisivo. No hay sorpresas y cada uno elige a su ganador. «Sánchez se ha defendido con fuerza ante las mentiras y ha mostrado capacidad para explicar un proyecto de país». García puntualiza que a ella los debates broncos no le gustan y alaba el perfil académico mostrado por su candidato en plató: «El Pablo Iglesias de los dos debates me gusta mucho más que el de las últimas campañas». Montesinos va más allá y dibuja un preludio: «Pablo Casado ha demostrado durante el debate que ya ejerce de presidente del gobierno de facto». Díaz tiene sus más y sus menos con las conclusiones simplistas, pero acaba sucumbiendo: Albert Rivera ha barrido.

En relación a qué proyecto de país vislumbran, se evidencian las coincidencias entre el PP y Ciudadanos. Montesinos apuesta claramente por revalidar la fórmula andaluza y no quiere «perder tiempo en atacar a nadie, menos a Ciudadanos». Díaz no cuestiona el fondo, pero rompe, por momentos, el modo zen de Montesinos. «Tú insistes en lanzar tus dardos», le espeta éste. Sin acritud. La política española no ha tenido nunca, tal vez, rivales tan unidos. Díaz, a pesar de todo, trata de situar el origen del problema a muchas cosas en el bipartidismo. También insiste en que los naranja están libre de corrupción, al contrario que el PSOE y PP. En tiempos de asimilación, hay que mantener el factor diferencial para que lo naranja no quede aplastado en mitad del emparedado. Montesinos matiza: «El código ético del PP no deja margen para la corrupción».

En todos los debates, siempre hay un apartado reservado para las preguntas no creativas. ¿Qué modelo de país defienden sus proyectos políticos?, se les cuestiona a los candidatos y es aquí cuando más se incendia el debate. En su afán por resaltar que Ciudadanos ha nacido para combatir todo tipo de nacionalismos, Díaz vincula a Pedro Sánchez y a todo su pasado y futuro político a pactos con partidos independentistas: «Es el tonto útil de los partidos nacionalistas», llega a decir. La tranquilidad, relativa en su caso, abandona al candidato socialista: «¡Eso es mentira, Pedro Sánchez no ha pactado con los independentistas, pero si nos han tumbado los presupuestos!». En general, esta cuestión es la que más abre el abanico: el PSOE quiere un modelo de país en sintonía con el modelo de socialdemocracia clásica. Unidas Podemos quiere ir más allá. En lo social, existe un denominador común con el PSOE. Pero falta la ruptura con lo establecido en lo económico, donde se sueña con la estatalización de sectores estratégicos. El PP y Ciudadanos coinciden en pilares como la unidad de España y su afán de bajar impuestos, tal vez, hasta los que sirven para algo. Montesinos alaba la supresión del impuesto de sucesiones y donaciones impulsada por Juanma Moreno, aunque no se atreve a afirmar, como sí hizo Casado, que Ciudadanos estaba en contra de aniquilar este tributo.

Málaga

La complicidad entre los cuatro candidatos vuelve al poner el foco en Málaga. Prometen remar juntos por el bien de la provincia. Obviando sus siglas. Hay una coincidencia casi plena. Mejor no abundar en el tren a Marbella, pero sí resaltar que es necesario mejorar las conexiones ferroviarias. Como lo es lograr de una vez por todas el saneamiento integral para la Costa del Sol. La depuración de aguas residuales sería deficiente. Sobre la construcción del auditorio, todos dicen que sí. Pero con un proyecto redimensionado: «Basta de promesas que luego no se pueden cumplir».