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Solidaridad

Operaciones a corazón parado que salvan vidas

Más de 80 menores africanos han estado unos seis meses con familias de acogida en la ciudad antes de regresar a sus países y retomar sus vidas tras una operación a corazón abierto en el Materno

Operaciones a corazón parado que salvan vidasL. O.

El Hospital Materno Infantil se ha convertido para decenas de familias africanas en ese lugar lejano al que mandan a sus hijos, a modo de paréntesis en sus vidas, para reparar sus corazones y continuar. Y es que desde 2002, más de 80 menores de países en vías de desarrollo han sido intervenidos de patologías cardiacas; la única opción para curar a los menores.

Málaga se sumó a este proyecto hace unos 17 años de manera conjunta con la Fundación Tierra de Hombres, la entidad encargada de elegir a los menores y abordar todo el asunto burocrático para que los pequeños puedan ser intervenidos lo más pronto posible. Un trabajo de campo que concluye con la potestad de los pequeños por parte de la fundación mientras están en Málaga.

Aunque en el histórico de patologías resueltas también hay alguna relacionada con el área de Traumatología, Maxilofacial o Urología, el 80 por ciento de su actividad hasta ahora lo ha copado Cardiología, con el abordaje de cardiopatías congénitas. El jefe de sección de Cardiología Infantil del Materno, Ignacio Zabala, asegura que uno de cada cien niños nace con algún problema cardiaco y la mitad requerirá de alguna intervención a lo largo de su vida. Realizar esta operación con los medios y la innovación que países como Mauritania, Senegal o Mali aún no tienen es decisivo para que estos pequeños puedan desarrollar su vida como cualquier otro. Cirugías que requieren de una sola intervención en la que un equipo de entre ocho y nueve personas trabaja durante unas seis horas a corazón parado y vacío para reparar los desperfectos que presenta el menor. «Los resultados son excelentes y no hemos perdido a ningún niño en estos años», explica el jefe de sección de Cirugía Cardiovascular pediátrica, Enrique Ruiz.

El programa de la Fundación Tierra de Hombres «Viaje hacia la tierra» tiene como principal objetivo velar por la salud de los pequeños y ayudar a que la infancia de los más desprotegidos sea más llevadera, según informó la presidenta de la propia entidad, María Antonia Jiménez. Una iniciativa que está presente en 13 países ya. Es por ello que los criterios de selección de niños para operar en el Materno Infantil son tres: Que la familia no cuente con recursos económicos, que la patología a tratar sea resuelta en una sola intervención y el firme compromiso por parte de la familia afectada de informar anualmente sobre el estado de salud del pequeño. En España ya suman un total de 773 menores intervenidos.

Una vez que el menor cumple con los requisitos necesarios y se completan todos los aspectos burocráticos entra en juego el papel de las familias de acogida, un hogar necesario para que la recuperación sea al cien por cien tras su salida del hospital. La sala de operaciones, la Unidad de Cuidados Intensivos y, por último, la que será su casa los siguientes seis o siete meses. Recuperarse de la intervención es el primer objetivo de los médicos pero en muchas ocasiones los niños presentan otras patologías asociadas como puede ser desnutrición, algo común entre estos pequeños pacientes, por lo que su recuperación absoluta se hace vital para estos especialistas que quieren que regresen a su entorno en las mejores condiciones.

Teresa y su pareja José son una de las ocho familias que tiene esta fundación en Málaga. Ellos están inscritos desde 2013 en el programa y desde entonces por su casa han pasado cinco niños. «El primero fue Jassin, un niño marroquí de cuatro años», recuerda. Después han pasado Mamadú, Fatu, Anaís y Mariela y de todos ellos ha aprendido a valorar más lo cotidiano. «Uno de mis niños estaba todo el día abriendo y cerrando el grifo», explica Teresa. Ahora espera a su próxima niña y la oleada de solidaridad y colaboración de todo su entorno volverá a dispararse. Médicos, familiares, amigos, docentes; todos ponen su granito de arena para ayudar en el proceso de adaptación de estos niños que llegan con una pequeña mochila en la que no falta una fotografía de sus familiares. La fundación les informa dos veces por semana de cómo transcurre su estancia y la evolución de los menores.

Mientras tanto, ellos aprenden un idioma nuevo, recuperan su salud y se divierten siendo niños. «Muchos me preguntan que como no me da pena y claro que da pero sopesas la alegría que tendrá su familia al recuperarlo sano y es muy satisfactorio», sentencia Teresa.

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