La palabra «ecológico» está cada vez más presente. En cualquier supermercado o tienda hay productos catalogados como 'eco'. A pesar de parecer un concepto moderno, estos alimentos llevan siendo cultivados toda la vida. «Lo ecológico a pesar de parecer algo nuevo no es así, es la agricultura que se ha practicado toda la vida, la que hacían nuestros abuelos», afirma Francisco Miguel Espinosa, agricultor y dueño de la frutería Biomilanés.

Todos los productos 'bio' que se consumen, proceden de la agricultura ecológica que, a diferencia de la convencional, está reglada y certificada por un organismo de certificación. Una de las características de este tipo de agricultura es, según explica Luis Méndez, responsable de Agricultura Ecológica de Asaja, que solo se usan productos de fuente orgánica. El resto de alimentos que adquirimos se siembran mediante agricultura convencional, denominada también por Méndez como «normal».

Se trata de un tipo de agricultura que contribuye a la protección del medio ambiente y al desarrollo rural sostenible, al no utilizar productos químicos. «No daña el medio ambiente, como si lo hace la convencional y tampoco tenemos residuos en la alimentación», afirma el dueño de Biomilanés.

Una de las claves de esta práctica es que utilizan «variedades locales de productos que están mejor adaptadas al terreno», según explica el responsable de Agricultura Agraria de Asaja, lo que implica que el producto tenga «un mejor sabor». Esto se debe a la forma de abonar, «es más lenta y aporta mayores propiedades al producto».

Algunos de los métodos que se utilizan para preservar el medio y evitar el uso de los productos químicos son: la rotación de cultivos, abonado orgánico, manejo de las hierbas o la asociación de cultivos.

Un inconveniente que existe en este tipo de agricultura, según Méndez, son las obligaciones a las que están sujetos los agricultores y la mayor dificultad a la que se exponen a la hora de trabajar la tierra, puesto que no pueden utilizar químicos y hay que buscar otras soluciones.

Otra desventaja de la que es consciente el dueño de Biomilanés es de los precios de estos alimentos, que son más elevados que los que se cultivan a partir de una agricultura convencional. «Nosotros labramos la tierra en lugar de usar herbicida. La convencional es más cara porque usan químicos, entonces no hay mala tierra», afirma el agricultor.

En los últimos años se ha notado un incremento de la tendencia a consumir este tipo de productos aunque, según comenta Espinosa, Andalucía a pesar de ser la zona donde más tierras se destinan para cultivar, es la que menos consume lo ecológico. «Diría que de Madrid hacia arriba hay mayor conciencia y se comercializa más. Incluso en países como Alemania hay costumbre de consumir ecológico».

Andalucía es la región que más espacio dedica al cultivo ecológico con más de un millón de hectáreas. Supone el 46,80% del total nacional. En Málaga, a pesar de ser la provincia andaluza con menos hectáreas dedicadas a ello, según Méndez, «por problemas de espacio y geolocalización», afirma que es pionera en la industria ecológica. A nivel nacional, España encabeza el ranking de superficie dedicada a esta práctica y el quinto país a nivel mundial.

Aunque en la actualidad encontramos una gran variedad de productos, hace unos años no era así, lo que perjudicó el desarrollo de esta agricultura y el consumo de los productos ecológicos. «El problema que había en las primeras tendencias y tiendas es que ponían pocos productos. La persona que quería cambiar tenía que mezclar ecológico y convencional. De hace unos años hasta ahora es cuando tenemos la fortuna de que está cambiando», afirma el agricultor.

Méndez respalda el cambio de comportamiento de los consumidores, que cada vez están más predispuestos a comprar estos productos y cree que es una corriente «que viene dispuesta a quedarse», puesto que ha observado un cambio en los comercios: «Hace 10 años no existían tiendas especializadas, se compraban estos productos en mercados o pequeñas tiendas. Ahora puedes comprarlos en cualquier supermercado».

Espinosa espera que, en unos años, el producto ecológico pueda estar a disposición de todos. «Quiero que estos productos se comercialicen en todo el mundo, tanto en Marbella como en el barrio de Miraflores de los Ángeles».

Por ello, espera que en un futuro haya más demanda y más producción y se pueda abaratar el coste para que todas las personas puedan adquirir cualquier producto a un precio más asequible. «Yo no creo que lo ecológico sea hoy en día una opción, yo creo que deber ser una obligación».