Albert Rivera, ese tipo que parece detenido en una encrucijada de caminos sin saber si tirar por la derecha o por la izquierda, jugó una carta arriesgada esta semana haciendo una oferta a Pedro Sánchez a cambio de su abstención para que el socialista pudiera formar gobierno. Las encuestas naranjas salieron ranas y alguien debió de pensar que la moderación siempre es mejor que el frentismo y, de paso, Cs retomaba la senda centrista arrastrando al PP y liderando la oposición de centro derecha. Si no dan los números, al menos que hablen los gestos y este lo fue. Pese a todo, la crispación política sigue excitando las almas de los líderes en Madrid mientras el país mira de reojo a las elecciones en noviembre, ya fijadas para el 10N. Hay quien habla de desmovilización del electorado si la ciudadanía vuelve a ser llamada a las urnas y, al fondo del cuadro, una crisis se avecina sin que aquí nadie se dé cuenta de la importancia de tomar medidas ya, antes de que ocurra lo que pasó en 2008. Eso es en Madrid, pero en Málaga, tras un largo verano bastante atípico, porque las elecciones municipales fueron el 26 de mayo pasado y el nuevo equipo de gobierno arrancó con fuerza, aprovechando junio, julio y agosto con el fin de imprimir una velocidad de crucero que les lleve hasta mitad de mandato, el gabinete de Francisco de la Torre logró sacar adelante las cuentas de este año al mismo tiempo en que Carlos Conde, teniente de alcalde de Economía y Hacienda, ya muñe las de 2020, allanando así la gobernabilidad de la ciudad hasta 2021. Sin embargo, siempre hay nubarrones en el horizonte y aquí, en la capital de la Costa del Sol y de la cultura patria, sí que hay crispación, peleas, cruces dialécticos y hasta acusaciones de mentir a los vecinos.

Septiembre ha arrancado furioso con la polémica del intento fallido del equipo de gobierno de convertir el distrito de Cruz de Humilladero en una enorme zona azul. Finalmente, y tras tres amagos desde 2016, el Ejecutivo malagueño tuvo que dar marcha atrás, crear una mesa de trabajo dirigida por el Área de Movilidad y prometer que explorará otras vías. El distrito está fracturado, porque Movilidad siempre ha impuesto la zona azul cuando comerciantes y vecinos lo han requerido, una fórmula exitosa, bien es cierto, en otras zonas de la ciudad, pero aquí, en uno de los distritos más populosos de la urbe, el tiro le ha salido por la culata a SMASSA: hay vecinos que la quieren, otros que no; hay comerciantes que la apoyan y unos cuantos que no saben o no contestan, de forma que el anuncio fue seguido de protestas vecinales y de un bien aprovechado intento de la oposición por capitalizar este tema y obligar a De la Torre a dar un paso atrás. El alcalde calma las aguas, asegura que sólo se trataba de una prueba y ahora piensa en buscar el consenso, mientras que el PSOE y Adelante Málaga han instrumentalizado a su favor el descontento de parte de los residentes en una zona que tiene una carencia absoluta de aparcamientos. Quizás, deberíamos preguntarnos si no hubiera sido este un buen tema para aplicar una de esas consultas populares que propone con generosidad y abundancia para diferentes temas el portavoz de IU y Adelante Málaga, Eduardo Zorrilla, quien ya ha hecho lo propio con el futuro del edificio del Astoria o del bosque urbano que muchos colectivos quieren que acoja los antiguos terrenos de Repsol. Ahondar en la democracia real y en la transparencia es también que los vecinos hablen en este tipo de consultas y no sólo cada cuatro años. Hay quien alude al hecho de la desmovilización ciudadana en un periodo entre elecciones, pero si el enfrentamiento es tan enconado en el distrito las urnas nunca mienten, oiga. Igual era una salida. Para el líder del PSOE en el Ayuntamiento, Daniel Pérez, esta ha sido la primera derrota del alcalde este mandato. Pérez, por cierto, acaba de llegar de luna de miel y empezó el curso reuniendo a sus tropas y marcando objetivos, además de recibir a varios vecinos.

Las dos comisiones del pasado lunes, la de Urbanismo y Sostenibilidad Medioambiental (Medio Ambiente de toda la vida, pero así suena más cool), sirvieron para repasar los temas estrellas del verano: la camioneta que se empotró en la fuente de Tritón del Jardín Histórico Botánico de la Concepción en un evento privado, la instalación del dichoso SARE en Cruz de Humilladero, la polémica sobre la culminación de los paseos marítimos del Palo y Pedregalejo y las alcantarillas y su limpieza, siempre presentes. De hecho, el lodo servido por este tema sirvió para que sobre él lucharan el edil socialista Jorge Quero, Zorrilla y la concejala y portavoz del PP Elisa Pérez de Siles, que debió comerse el marrón de defender la actuación del equipo de gobierno en Cruz de Humilladero al estar ausente José del Río, edil de Movilidad. El caso es que Pérez de Siles, que cada vez afina más el puño de hierro y su potencia dialéctica desde que ocupó la portavocía, acusó a Quero y a los socialistas de mentir y de manipular, o al menos intentarlo, a los vecinos de Cruz de Humilladero al enseñarles un mapa que no procedía de fuentes municipales, a lo que Quero respondió, también con dureza, que ellos no habían manipulado a nadie y el descontento vecinal estaba y, además, no cree que vecinos mayores de edad se dejen a estas alturas manipular por nadie. Zorrilla, siempre inteligente, recordó cómo el alcalde esgrimió el apoyo «de los treinta o cuarenta vecinos» que se negaban a que el suburbano llegara al Hospital Civil y ahora le da la vuelta a ese argumento envenenado para justificar que no se aplique la zona azul. Este no es el último episodio de esta batalla, un tema que volverá a resurgir igual que otros tantos (¿qué pasó con la declaración de las Zonas Acústicamente Saturadas que, durante 2018 y la primera parte del año protagonizó muchísimas portadas?).

El terreno de juego está embarrando entre los grupos municipales, que aún están acostumbrándose a las nuevas oficinas y a la estrategia que debe primar en una legislatura atípica, otoñal. Hay quien no juega a eso, claro, como Avelino Barrionuevo, edil de Seguridad, al que los sindicatos de Bomberos le han dado un cheque, no en blanco, para que avance en la solución de su conflicto y que, desde su llegada al Ayuntamiento, se dedica a limar asperezas y a solucionar cosas.

El mal rollo que se palpa en el Consistorio no se traslada, sin embargo, a la relación entre el Ayuntamiento y la Subdelegación del Gobierno. María Gámez y el alcalde se han hecho, en apenas tres meses, dos fotos juntos para desempantanar dos temas capitales de la ciudad: los Baños del Carmen (con el concurso de la Junta) y la segunda fase de la rehabilitación del Convento San Andrés. Los dos pagan, los dos salen en la foto. En la colocación de la primera piedra de la reforma del espacio conventual, un sitio que será una delicia más de las que tiene El Perchel, ambos compartieron buen rollo y paladas de arena que descargaron sobre la urna, para abrir luego el turno con todo aquel que andaba por allí: desde ediles de la oposición como Lorena Doña a miembros de la hermandad del Carmen, el arquitecto de la obra y hasta un vecino que se vino arriba y echó un puñado de arena. Por allí andaba también el gran Pedro Moreno Brenes, cuyas formas se añoran en la política activa y que recordó la enorme cantidad de mociones al respecto que llevó durante su liderazgo en el grupo municipal de IU.

El único problema fue que no había cascos y chalecos preparados para tanta gente como quiso participar en el evento, claro, una cita histórica, otra más en la misma semana, aunque al final todo el mundo pudo entrar en el edificio y disfrutar con el acto. Así, Málaga se convirtió el pasado martes en una isla a nivel nacional: mientras el mal rollo es patente entre el PSOE, el PP y Cs en Madrid, en la ciudad hay buena sintonía entre Gámez y De la Torre, lo que es igual a decir que hay lealtad institucional, al menos en estos temas. La cosa no está tan bien en el seno de la corporación, pero ¿quién puede llevarse bien con todo el mundo?