Conocí a Paco, a Paco Oliva, cuando la transición balbuceaba en Málaga y en círculos, entonces, muy cerrados y cargados de miedos y en el que siempre sobresalía por su voz y sensatez un amigo del alma, Antonio Chaves (mí sentido pésame, querido Antonio). Aparte de los lazos familiares, el tándem Paco Oliva. Antonio Chaves, merece un tratado.

Con Paco Oliva, ya en democracia, recorrimos algunos tramos políticos, no siempre halagüeños como cuando no pudo alcanzar la alcaldía de Málaga. De Paco me llenaba su serena y también apasionada actitud ante la ruina social que aquejaba a la sociedad malagueña cuando Franco y la dictadura aún estaba vivito y coleando. Lo conocí en una mañana soleada en cafetería cercana a la entonces sede del sindicato vertical. Le iba bien el traje de submarino dentro de la estructura del sindicato único. Con otros laboralistas como Enrique Linde era duro defensor de los derechos de los trabajadores. En este frente social se curtió Paco hasta que en el año 1975 decidió entrar en el PSOE y en la UGT, meses antes de que la cascara Franco. Yo trabajaba en Sol de España y creo que fui el primero en entrevistarlo porque ya se le notaba la largura y el temple político.

Y lo pude comprobar en una inolvidable mañana, en la sede el PSOE en calle Martínez, cuando una voz de tenor de ópera, o sea Pedro Aparicio, proclamó a los cuatro vientos que sí, que sí iría como candidato a la alcaldía de Málaga siempre y cuando fuera en la lista Paco Oliva. Carlos Sanjuán bendijo la pareja de hecho (político) y ganaron por arrolladora mayoría. Era el año 1979 y era el bautizo político de quien años más tarde sería consejero de Trabajo (1990) con Manuel Chaves. No me voy a detener en largo y fructuoso camino social y político de Paco (La Cónsula, La Fonda, etc.) porque ya otros lo contarán sobre todo porque de Paco lo que más impresionaba era su humanidad, su cercanía, la facilidad para hacer amigos y la honestidad en sus planteamientos sociales y políticos (socialismo en las venas, decía). Y es que escribo estas líneas a vuela pluma estando como estoy en Almería inaugurando la exposición de Pablo Juliá. “Otros tiempos”, con más de 100 fotos recordando la Transición y cuando veo fotos del 4 de diciembre de 1977 recuerdo la figura enjuta de Paco Oliva, hecho un chaval de 31 años, en la plaza del hospital Noble antes de que arrancara la manifestación para pedir democracia, libertad y autonomía. Con él estaba un grupo de amigos (¿Verdad Chaves, verdad Adeli?) ondeando banderas andaluzas y llenando el espíritu de una bocanada de libertad, la que luego fuimos capaces de darnos en la lucha incansable para conquistar metas que nos hicieron libres.

Paco era de los nuestros, y a veces el primero en lanzarse a la piscina aunque no hubiera agua y todo, todo, porque teníamos hambre de democracia.

Paco, descansa en paz y con sombrero rociero, haciendo el camino, haciendo amigos a golpe de tambor y flauta puede que la Blanca Paloma ya te haya acogido en su seno.