Quienes frecuenten esta sección constatarán el interés que siempre se presta a las pintadas, y en concreto a la fascinante modalidad del ‘vandalismo escrito’.

Lejos de ser una contradicción en sí mismo la figura de un vándalo escribiente denota que quizás sea el único momento del día -colegios e institutos aparte-, en el que nuestro gamberro suelta el móvil para dar rienda suelta a sus pensamientos y los plasma por escrito, preferentemente en una pared recién encalada o en un monumento de Málaga.

Entre otros rincones monumentales, especial predilección encuentra en el Cementerio de San Miguel, un Bien de Interés Cultural, afortunadamente cerrado por un muro que impide que la tinta llegue al río, así que si bien el interior permanece generalmente impoluto, el muro es el que recibe todos los parabienes de los juntaletras.

Años de películas malas de terror, de empachos satánicos y fiestas de Halloween -el carnaval de muertos- producen pintadas de protesta como esta: «Que religiones no te chantajeen con la muerte. Menos amenacen con infiernos». Aunque el autor, que corona la pintada con la A anarquista, escribe en plan telegrama -como los entrenadores de fútbol serbios- el mensaje de protesta está claro, aunque desfasado, pues desde 2015 el papa Francisco ha quitado mucho hierro y fuego al infierno y ya no sería una condenación eterna, sino como mucho una prisión permanente revisable.

Infiernos aparte, en el muro de San Miguel hay pintados símbolos inquietantes como un miembro viril masculino en estado de máxima alerta, transformado en una suerte de personaje de Walt Disney.

Otra cosa llamativa es que una supuesta vándala ha dejado una dirección de twitter, no sabemos si la original de la infractora.

También hay una especie de triángulo con escamas y con lo que aparenta ser un ojo que recuerda a la pirámide con el ojo omnipotente de los billetes de dólar que a su vez entronca con el Antiguo Egipto. ¿Era consciente la autora de esta conexión cuasiesotérica?, y decimos autora porque parece que ha sido pintada por una tal Araceli, que no ha podido evitar firmar en el muro del BIC.

Otras pintadas como ‘Qué pasa compadre’ y ‘Krew for the children’ nos dan una idea del nivel del personal -incluido el nivel de inglés-.

No hace mucho esta sección felicitaba al Ayuntamiento por la urbanización del lateral exterior ‘perdido’ del camposanto, que había pasado de barrizal a aparcamiento ordenado. Hay que confiar en que, cuando se complete todo el lateral estas prácticas de iniciación a la preadolescencia se vayan erradicando, y también la deposición periódica, casi ritual, de una loma de escombros junto al muro. En este último caso ya no hablaríamos de vándalos escribientes sino de ceporros a secas.