­El número de personas inmigrantes llegados a las costas malagueñas ha descendido un 65% durante este pasado año. Frente a las más de 10.500 personas que se atendieron a pie de playa durante el año 2018, a lo largo del 2019 la cifra se redujo hasta los 3.592 usuarios, según datos de Cruz Roja Española. La organización asegura, sin embargo, que el estado en el que llegan estas personas ha empeorado notablemente.

Medio centenar de intervenciones realizadas durante el pasado año. Más de 3.590 personas atendidas a orillas de las costas malagueñas. El que ya ha sido denominado «el drama sin fin del Estrecho» sigue azotando la provincia.

Si bien es cierto que los flujos migratorios han experimentado un fuerte descenso respecto a 2018, los datos siguen siendo alarmantes. Y lo son, no solo porque supongan el 14,48% del total nacional, sino porque cada número «es una persona, con su vida y sus muchos problemas», defiende Julio Pulido, director provincial de Salud y Socorro de Cruz Roja Málaga, que resalta la importancia de tratar esta problemática como lo que es, una cuestión humanitaria.

El porcentaje de hombres que deciden arriesgar su vida y emigrar hacia España sigue siendo notablemente superior al de mujeres, un 80,7% frente al 19,3%. Durante el pasado 2019, del total de mujeres que se aventuraron a poner sus vidas en manos del Mar Mediterráneo, 39 de ellas estaban en estado de gestación. El número de menores, por su parte, ascendió a 580, de los cuales el 22,41% habrían sido Menores No Acompañados (MENA).

Los países de procedencia son dispares y diversos, siendo el África Subsahariana la que mayor número de personas registra. El flujo migratorio con Marruecos se ha reducido en los últimos años, explica Pulido, que afirma que algunos usuarios vienen, incluso, de países indios como Bangladés.

El servicio de Salud y Socorro de Cruz Roja ha realizado un total de 82 traslados a centros hospitalarios durante el pasado año. De los 3.592 usuarios llegados, 1.760 presentaron algún tipo de herida de diversa consideración. Cruz Roja asegura que el estado en el que llegan los usuarios a las costas malagueñas se ha agravado en los últimos meses. La primera patera del año llegó a pocos días de iniciarlo, con 29 personas a bordo, en un estado muy delicado de salud: «Llegan menos personas pero su estado de salud es peor, sobre todo ahora que ha llegado el invierno».

Un peligroso periplo

Embarcaciones pequeñas e inestables, en las que apenas hay espacio que permita el movimiento; aguas que no siempre están en calma; el tiempo de travesía y el miedo son algunas de las muchas complicaciones con las que tienen que lidiar. «Hace poco vino una persona con el pie casi en punto de congelación porque no le cabía en la embarcación y tenía que llevarlo dentro del agua», relata Pulido.

La salud mental de estas personas depende, por lo tanto, de la travesía que hayan tenido. Al tiempo que dura un viaje de estas magnitudes y las malas condiciones, se suman factores como la mezcla del salitre con el agua, que les produce quemaduras de muy importante consideración. «Es trágico, sin embargo hay gente que llega feliz. Es una alegría lógica, al pensar que van a morir en el mar y no hacerlo», comenta.

Los motivos que llevan a una persona a arriesgar su vida en una embarcación son infinitos pero el fin solo es uno: huir de la situación y el sufrimiento del que están siendo víctimas en su país. Las personas migrantes, explica Pulido, cada día tienen más información y son conscientes de que aquí no llegan con un trabajo e infinidad de ayudas, como cree mucha gente, pero lo que encuentran aquí es mucho mejor que lo que tenían. Dispuesto a desmontar los mitos que se ciernen sobre la inmigración, el director provincial de Salud y Socorro de Cruz Roja explica que las personas que llegan en embarcaciones a las costas de Málaga son migrantes, puesto que la provincia no es su último destino. España no es receptor de estas personas, es un país de tránsito. Muchas de ellas llegan a Málaga con el propósito de viajar hasta el Norte para poder cruzar la frontera.Protocolo

La Autoridad de Coordinación frente a la Inmigración Irregular en el Estrecho (ACIE) es la encargada de coordinar lo relacionado con las embarcaciones a la deriva en el Estrecho. Salvamento Marítimo, por su parte, es el organismo que realiza la llamada y activa al operativo de Cruz Roja en Málaga.

Cuando la organización recibe la activación formal de la intervención, despliega los recursos humanos y materiales necesarios para cada tipo de intervención. Una vez que el dispositivo llega al Puerto de Málaga, «estamos a pie de barco».

Por protocolo, cuando la embarcación toca tierra, se atiende en primer lugar a mujeres y niños. Desde el pasado 2018, Cruz Roja cuenta con unos módulos que permiten que los usuarios puedan descansar y ducharse. Este, explica el responsable del dispositivo, ha sido el salto cualitativo más importante que se ha dado para atender a estas personas con dignidad.

La primera intervención que realizan los voluntarios y trabajadores de Cruz Roja es la toma de temperatura, determinante para conocer el estado de salud en el que llegan a la costa. Si no presenta ningún tipo de anomalía térmica, se les ofrece un kit básico de comida e higiene y pasan al módulo. Si la medición de temperatura resultase anómala, se procedería a su atención sanitaria.

Ya en el módulo, tras una charla grupal en la que se les explica dónde se encuentran, los usuarios van pasando uno a uno por los puestos de filiación, compuestos por personal sanitario y de mediación intercultural.

Llegados a este punto, podrían darse dos casos. Si no presenta ningún tipo de problema sanitario, pasa a la zona en la que podrá ducharse y se le proporcionará ropa y zapatos. Es entonces cuando pasará a la zona de espera para irse con la Policía Nacional. Si se ha llegado a detectar algún problema de salud, los usuarios pasan al box sanitario, en el que se puede revertir su estado o se procedería a su traslado al hospital. A los distintos centros sanitarios de la provincia se trasladan, por protocolo, a menores de cuatro años y a mujeres embarazadas.

Una vez que la intervención de Cruz Roja ha finalizado, los usuarios pasan a disposición de la Policía Nacional, responsables de la tarea administrativa. El procedimiento ordinario, enfocado en la filiación y pruebas de ADN, en el caso de familias con menores, durará como máximo 72 horas.

Es entonces cuando el camino de los usuarios se desvincula de estas entidades. En este sentido, podrían ser derivados a alguna ONG como Cruz Roja, o alguna de las muchas que trabajan en este proceso, o podría quedarse en situación de calle. «Desde las distintas ONG intentamos que no sea así, ya que pasarían a ser personas totalmente desamparadas en la calle», asegura Julio Pulido.

Atención y ayuda

Cruz Roja traslada a los usuarios que recibe a su Centro de Atención Estabilización y Derivación (CAED). En este centro, los usuarios podrán descansar durante un máximo de 15 días. Es aquí donde muchos de ellos contactan por primera vez con sus familiares y les informan de que han llegado con vida.

En el CAED, los usuarios reciben la ayuda y el asesoramiento necesario para que decidan cuál es el siguiente paso que van a tomar. La gran mayoría, explican desde Cruz Roja, deciden continuar con su travesía, con el fin de cruzar la frontera. La organización hace, entonces, todo lo posible por facilitarles el traslado dentro del territorio español.

Para los usuarios que deciden quedarse en la ciudad, desde esta organización los trasladan a centros de carácter más permanente, en los que podrán recibir una atención más prolongada en el tiempo. Además del centro para refugiados, la organización cuenta con distintos proyectos en los que poder atender las necesidades de este colectivo tan vulnerable.