Un campo de fútbol artificial es un gigantesco puzle de tiras de césped, pero parece ser que en el campo municipal de Carlinda las piezas no encajan del todo.

«En diciembre cambiaron medio campo nada más porque había una hondonada, un boquete en mitad de una portería; echaron hormigón, pusieron de nuevo el césped pero lo han dejado nada más que regular», resume Sergio del Pino, directivo del C.D. Carlinda.

A su lado, Juan Fernández, encargado del material del club, detalla que para acabar con el hundimiento del terreno, que las obras no han eliminado del todo, el hormigón elevó algo la altura del campo y como resultado, las rejillas que lo rodean ya no desaguan bien el agua de lluvia.

«Antes chupaba muy bien y ahora escupe el agua para fuera. En la última tromba tuvimos que estar achicando agua porque esto no funciona», lamenta.

En el momento de visitar el campo, varios charcos rodeaban el terreno de juego, algo que antes no pasaba, cuentan los directivos.

En cuanto a las tiras de césped, José García Retamero, vicepresidente del club, destaca que a la hora de reponerlas en la mitad del campo en obras «pusieron tiras enteras y para que luego la raya coincidiera cortaron, hay parches y se despega todo, esto es un compadreo: mira las arrugas del césped», lamenta.

Al hilo de este 'mal resultado', el vicepresidente cuenta que a veces tiene que alertar al portero para que eche un vistazo al campo, «porque se va a caer».

«Los rulos de césped se quedaron enrollados por los menos seis meses y los cortes los dieron mal», añade Juan Fernández, que explica que a los responsables de la obra se les olvidó hacer los boquetes para los banderines de córner. «Los he tenido que hacer yo», explica. Además, para dejar constancia de que el césped se despega, Juan levanta sin dificultad un trozo junto al córner.

Por otro lado, la obra ha llevado aparejada la retirada del césped en toda la banda exterior del campo en sus dos mitades, algo que es un riesgo para los jugadores. «Ellos han querido hacerlo a su manera y lo han hecho peor», sentencia el vicepresidente.

Rejillas deficientes

La reforma también ha supuesto la sustitución de la rejilla metálica que rodea todo el terreno por una rejilla de plástico de la que ya faltan numerosos tramos por la mala calidad del material, aseguran. «La rejilla metálica se rompía pero no tanto como ahora», señala José García Retamero.

Los directivos no entienden cómo el Ayuntamiento pudo dar el visto bueno a estas obras, que consideran una chapuza.

Otra cuestión importante, añade Joaquín González, expresidente vecinal de Carlinda, es la reclamación de una poda urgente de los grandes árboles junto al campo de fútbol, no sólo porque tapan los focos del espacio deportivo sino, sobre todo, porque el año pasado una rama cayó al terreno de juego.

«Tienen que hacer una poda en condiciones porque si no, si se cae una rama puede pillar a un niño y lo mata», comenta Juan Manuel González, presidente de la asociación de vecinos.

Los directivos, que recuerdan que de 300 niños que juegan, sólo 80 pagan la cuota, para ayudar así a las familias más desfavorecidas, indican que no tienen capacidad económica para mantener el campo, para el que piden también una cubierta para las gradas, así como completar el asfalto de un tramo de hierba, fuera del campo, que el Ayuntamiento dejó a medias. También piden que se renueve el cartel con el nombre del equipamiento, doblado por el golpe de un camión y descolorido.

La concejala de Bailén Miraflores, Elisa Pérez de Siles, informó el pasado jueves a este diario de que visitó recientemente el campo de fútbol, para actuar «inmediatamente» por un accidente en el cuarto de calderas.

También declaró que ha trasladado las quejas de vecinos y directivos al Área de Deportes, «para que vinieran a verlas y estudiaran si podían exigirle a la empresa que la ejecutó». El Área de Deportes, por cierto, aguarda documentación del club todavía sin remitir, informó la concejala.