Hay muchos españoles que tienen aversión a los clásicos, hasta el punto de que prefieren ver una sesión de polígrafo con Andrés Pajares antes que leer una novela ejemplar de Cervantes, cuando esta última dura la mitad, posiblemente divierta el doble y hasta sea más novedosa.

En la misma línea de aversión hay que colocar los -en su mayoría- fantásticos y tronchantes cuentos del 'Decamerón' que, ya saben, según explica su autor, Bocaccio, fue ideado por un grupo de jóvenes que huyó al campo para escapar de una epidemia de peste en Florencia. En lugar de ver a Pajares o a la niñera de la Pantoja estos florentinos del siglo XIV se lo pasaron en grande contándose cuentos durante diez jornadas.

En la Málaga de nuestros días, Giovanni Boccaccio lo pasaría canutas para poder escribir su 'Decamerón', mayormente porque están prohibidos los desplazamientos en grupo a pie y con más inri si se trata de escapar a una segunda residencia en el campo.

En medio de estas lógicas restricciones, el pasado domingo el autor de estas líneas tuvo que aprovisionarse en el periódico de libros de consulta para poder trabajar desde casa. En el trayecto de ida y vuelta fue testigo de una Málaga sólo vislumbrada un 1 de enero a las 8 de la mañana, con la diferencia de que no había borrachos de última hora.

Es tradición que en Málaga otorguemos un plus de sensatez a todo guiri que nos visita, pero en el caso del domingo, los más insensatos demostraron ser algunos extranjeros, por su querencia a pasear por la ciudad semidesértica en grupo. Bien pegados, como si bailaran con Sergio Dalma.

Si salieron de un barco o de un autobús, está claro que no respetaron lo más mínimo las indicaciones que, probablemente, les dirigieron. Y así, en un Centro casi vacío, tomado por el sirimiri y grupos de guiris inconscientes, daban ganas de felicitar el Año Nuevo y recordar las doce uvas ingeridas unas horas antes.

La plaza de la Merced, ocupada por las palomas, la calle Alcazabilla sin un alma, una calle Larios salida de algún anuncio rodado en febrero a las 6 de la mañana o el cinturón de Carretería-Álamos, surcado por motoristas solitarios, hacían pensar en si de los balcones de las casas no estaría saliendo en esos instantes la Marcha Radeztky, interpretada desde Viena. Feliz 2020 y mucha paciencia.

Detalle musical

El Museo Interactivo de la Música (MIMMA), que como el resto ha cerrado sus puertas estos días, ha tenido el detalle de repartir en las redes sociales la versión en PDF de tres libros que en papel se adquieren en un estuche.

El primero de ellos, la historia del MIMMA; el segundo, el que se centra en su colección de música y el tercero, que explica la historia del edificio, el palacio del Conde de las Navas. Los tres volúmenes se pueden descargar además desde su web (www.musicaenaccion.com).