«Hemos sentido mucho calor humano». Así se expresa una usuaria de Cruz Roja, que ha recibido lápices de colores, cuadernos y meriendas para sus dos hijas, en medio de un panorama desolador. Las imágenes de crisis evocan siempre al voluntario con una cruz roja dibujada en su espalda. Málaga se enfrenta ahora a un reto social sin precedentes y la larga lista de espera para ser voluntario en la asociación es un reflejo de la solidaridad de sus ciudadanos; asegurar que ninguna persona vulnerable quede sin protección es su objetivo.

Ahora, los voluntarios senior, población de riesgo, se han quedado en casa. Pero una gran oleada de personas jóvenes ha decidido actuar frente a los nuevos problemas que presenta la crisis sanitaria. «Hay nuevos casos de personas que no habían recurrido a nuestra ayuda y en este momento no tienen recursos», apunta la presidenta de la asamblea y voluntaria María Claudia Hernández. La presidenta explica que están trabajando a través de un plan nuevo que se llamado Cruz Roja Responde. La iniciativa abarca todas solicitudes que se deriven de la crisis sanitaria. La sensación de angustia, los pensamientos catastrofistas e incluso problemas de sueño son algunos de los síntomas que atienden a través una nueva línea de atención psicológica, una de las iniciativas del proyecto.

Los servicios habituales también se han adaptado al confinamiento. Es el caso de la atención escolar, «ahora nuestros voluntarios dan clases por videollamada de todas las materias», explica Hernández. Además de clases, los voluntarios reparten juguetes a los niños. «Es esencial que tengan entretenimiento y se puedan evadir de la situación de encierro, el juego es un vehículo para que expresen sus sentimientos», reconoce.

Los voluntarios parten cada día equipados con protecciones, su armadura en la guerra contra la soledad en la que se ven inmersas las personas mayores, la población más vulnerable ante el virus, «les llevamos la compra de alimentos y productos de primera necesidad». Además, Cruz Roja ha llegado a un acuerdo con las farmacias para el reparto de medicamentos a domicilio. «Los voluntarios podrán ayudar a los farmacéuticos a atender a los malagueños que no puedan acercarse a su farmacia a retirar su medicación», apuntan.

«También les realizamos trámites bancarios o los acompañamos al hospital si es necesario», explican los voluntarios de la organización.

«Muchos malagueños están poniendo sus medios, utilizan sus propios teléfonos y sus ordenadores, están dando un servicio impresionante», explica la trabajadora del centro para adicciones Lidia Rosales. El espacio era únicamente de atención a personas con adicciones, ahora se ha abierto a los ciudadanos que no cumplen la consigna de «quédate en casa» ya que carecen de ella. Lidia Rosales atiende a más de 90 personas sin hogar al día ofreciéndoles comida y una ducha. Sin embargo, las adicciones no han cesado «esta situación está provocando que el tráfico de droga disminuya en la calle, pero el consumo de alcohol y de pastillas farmacológicas se ha multiplicado», indica la trabajadora.

Desde el voluntariado, apuntan a que las zonas donde más piden ayuda son Palma Palmilla, La Corta, el Molinillo, Cruz Verde, y Carretera de Cádiz. Y explican que, además de atender llamadas hacen un seguimiento a los usuarios que ya no asisten a los centros. Lidia Rosales admite que están viviendo momentos difíciles, pero han conseguido grandes logros como la conversión del albergue juvenil Inturjoven en un centro para personas sin hogar. «La mirada de agradecimiento y tranquilidad se queda grabada en mi memoria, la labor humanitaria merece la pena, por muy dura que sea», sentencia. Todo ello enaltece la labor de los voluntarios, que se enfrentan a la pandemia con el motor de la solidaridad.