La espantada de Cassá deja en el aire la gobernabilidad del Ayuntamiento de Málaga y abre escenarios pantanosos en plena crisis sanitaria. La mayoría absoluta del alcalde está en manos del ya exmilitante naranja, que este fin de semana se quedó fuera del Consejo General de Cs, tras la celebración de su asamblea general telemática, que en principio iba a ser un mero trámite de refuerzo del liderazgo de Arrimadas.

Se olvidaron de los detalles, de matices como el de Cassá, que ha aprovechado este pretexto para dar el campanazo.

Un futuro de gestión municipal pendiente del voto de Cassá puede ser un infierno y hacer inviable el resto del mandato de De la Torre. Paralelamente, en las filas socialistas de Dani Pérez, puede avanzar la tentación de una moción de censura con el apoyo del tránsfuga. Pérez debe pensar en el coste que le supondría aventurarse con esta mano de cartas. No es el momento de una moción de censura en medio de la pandemia que nos asola.

De la Torre vive en un pedestal de popularidad, demostrado, por cierto, tras su percance de salud. Las muestras de afecto que recibió sólo en las redes sociales fueron innumerables, de Málaga y del resto del país. Pero él, aún convaleciente, tiene la clave. Si sigue adelante y no se retira, le resta argumentos a Cassá para cambiar de bando. No obstante, la razón más clara para alejar a corto plazo los experimentos, es ser conscientes de que estamos sumergidos en una gravísima situación por los terribles efectos del coronavirus y pensar que lo más viable es que afronte la reconstrucción económica y social de la ciudad con la ayuda de la oposición. Aquí sí que se necesita un pacto por la ciudad que nos dé a todos un respiro y nos haga creer en el futuro.