El Carnaval de Málaga del año que viene se prevé complicado en cuanto a la originalidad de las coplas. Las murgas y comparsas tendrán que exprimir bien el ingenio para no ofrecernos una sesión monotemática sobre el confinamiento y el coronavirus. Será, desde luego, un gran reto para todos.

Queda, como alternativa, que nos cuenten cómo lograron sobrevivir al concurso 'Supervivientes' y otros chicles estirados de la televisión.

Otra posibilidad, claro, es que pongan la lupa y la sátira en cómo el diputado medio español de 2020 no sólo no resta puntos si exhibe obediencia ciega, dudosa preparación y escasa experiencia laboral fuera del partido; últimamente tampoco se ve tan mal si con el contrario (o contraria) exhibe los modales de un hooligan.

Fuera de estos ejemplos, la cosa se complica para desplegar la ironía más allá del virus, a no ser que el panorama se despeje realmente a partir de julio y nos traiga nuevos asuntos.

Resultará complicado porque, como recordamos en su día en esta sección, hasta las estatuas públicas más señeras de Málaga y más accesibles han lucido mascarilla durante la cuarentena. Ahí quedan, para la memoria popular, las 'prudentes' estatuas sedentes de Pablo Ruiz Picasso y Hans Christian Andersen o la del Cenachero.

También en la 'nueva normalidad' (maravilloso y cruel eufemismo) no dejamos de pensar en el virus, de ahí que el comercio se esté adaptando con originalidad a estos tiempos.

Podemos verlo, por ejemplo, en el escaparate de una tienda de calle Comedias, en la que los maniquíes, también previsores, lucen mascarillas y viseras.

A propósito, recuerden que llevar sólo viseras no protege bien del virus y que es mejor la mascarilla o ambas medidas de protección. En todo caso, los maniquíes sí parecen protegidos con efectividad, por eso de que raramente respiran.

El escaparate de calle Comedias le recordará a algunos la estupenda película 'El mundo en sus manos', la adaptación de 1960 de la novela 'La máquina del tiempo' de H.G.Wells. Como saben, el protagonista se guía por los maniquíes de un escaparate para contemplar el fugaz paso del tiempo, a la vez que las modas y los años desfilan a toda velocidad.

Si se hubiera detenido en la Málaga de 2020, observaría con asombro estos maniquíes con mascarillas y viseras faciales. Pensaría, antes de pisar la calle, que la moda del siglo XXI había alcanzado cotas inusitadas de extravagancia y majaronez. En suma, digna del mejor carnaval.

Feria de agosto

Es el gran dilema de nuestras autoridades. ¿Se espantará el virus con los fuegos artificiales? A cañonazos trataron los malagueños de siglos pasados las epidemias y no funcionó.