Como sabe cualquier historiador o arqueólogo, un objeto con más años que un bosque pero desprovisto del contexto histórico que lo localice en un sitio y tiempo determinados se asemeja a un churro, metafóricamente hablando, ya sea el madrileño o nuestro tejeringo.

Ocurrió hace algunos años en los entonces terrenos vírgenes en los que la Universidad de Málaga se iba a expandir hasta el infinito y más allá. En uno de estos descampados aparecieron restos arqueológicos 'espurreados', producto de uno o varios desaprensivos que habían convertido el lugar en una escombrera.

El caso es que era imposible averiguar el origen de los restos, si procedían de una o varias parcelas y de qué solares se trataban. El 'totum revolutum' era un auténtico gazpacho histórico echado a perder.

Algo así es lo que administraciones de todo pelaje llevan haciendo varios lustros con una parte de su patrimonio, que es el nuestro. Porque si hay que alabar la estupenda iniciativa del Ayuntamiento de colocar placas informativas en las esculturas de la ciudad, con el autor y el año de ejecución (de la obra, no del autor, afortunadamente), no ocurre lo mismo con todo el Patrimonio Industrial.

Quienes sigan a diario esta sección conocerán de la apatía de nuestros políticos con todo lo que huela a Patrimonio Industrial, una rama del saber con el que, en líneas generales, se sienten incómodos.

La incomodidad quizás tenga que ver con la, en líneas generales, evidentes muestras de desconocimiento que manifiestan, lo que no les permite valorar el percal.

Lo comprobamos en esta sección, de forma periódica, con la todavía innominada máquina de vapor de la avenida de Andalucía. Las chimeneas, eso sí, se están librando de lucir indocumentadas gracias a la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga, que se está encargando de los textos informativos que las acompañan.

Pero en realidad, como hemos dicho antes algo así ocurre en todas las administraciones, en este caso también en la Diputación. Podemos comprobarlo en el aparcamiento del Hospital Civil, donde desde un tiempo no acotado por los astronomos vegeta una oxidada máquina. Nadie sabe lo que es, porque nadie se ha molestado en identificarla con un cartelito.

Tan sólo puede leerse la marca del fabricante: 'Talleres Antequera. Córdoba'. ¿Es una máquina relacionada con el Hospital Civil? El presidente de Apidma el profesor de Historia del Arte de la UMA, Francisco Rodríguez Marín, aventura que puede tratarse de algún dispositivo hidráulico con una polea para la transmisión de la fuerza motriz. Poco más se sabe de momento porque está sucio, oxidado, abandonado y con un bote de biofrutas. En tres palabras: fuera de contexto.