Al César lo que es del César y en este caso, al Ayuntamiento de Málaga, porque está siendo el responsable de la paradójica resurrección de un cementerio, en este caso el de San Miguel.

Antes, la valiosa Asociación de Amigos del Cementerio de San Miguel y nos descubrió los valores histórico-artísticos de un lugar al que los malagueños acudían cuando no tenían más remedio, ya fuera en posición horizontal o bien en la vertical pero sin una sonrisa de oreja a oreja.

Guionistas como el gran Rafael Azcona contagiaron al gran público su fascinación por los cementerios, algo muy presente en las revistas de humor del siglo pasado como La Codorniz, Gutiérrez o Hermano Lobo. En suma, gracias a las sonrisas, al humor negro autóctono y a la labor de divulgativa, los malagueños nos topamos con un diamante el bruto que el Ayuntamiento, con paciencia, ha ido puliendo de la mano de exiguos pero constantes presupuestos y con entregados responsables específicos del cementerio, como la exconcejala Araceli González o el actual director Jorge Serra.

La gradual recuperación de San Miguel trajo la esperada resurrección de la plaza del Patrocinio, que dejó de ser un tugurio desértico de la Guerra de las Galaxias para convertirse en la digna explanada de entrada a un cementerio histórico.

Los esfuerzos de los colectivos, de los profesores y catedráticos de la UMA y del erario público por recuperar y divulgar la valía del Cementerio de San Miguel contrastan con la pobreza cívica e intelectual de quienes perpetran pintadas en su muro.

Por cierto que en este siglo XXI las notas de prensa locales, siempre a la caza de la pomposidad institucional, no se conforman con hablar de un muro sin más y lo han convertido en «muro perimetral», que queda más molón.

Pues bien, el 'muro perimetral' del camposanto, en especial el lateral con el aparcamiento, paralelo a la calle Zurbarán, exhibe una amplia colección de pintadas toscas y absolutamente prescindibles, realizadas en el mármol por criaturas malpensantes.

Una de ellas, una proclama escrita a modo de telegrama con faltas de ortografía, errores de puntuación y poco actualizada en Teología católica reza: «Que religiones no te chantajeen y con la muerte menos amenacen con infiernos».

A su lado, dibujos grotescos, infantiles, corazones y hasta un triángulo que difícilmente puede hacer referencia a la divinidad.

En otra zona del muro, en un homenaje o quien sabe si retroceso a los tiempos prehistóricos, una o varias almas de cántaro han dibujado sendos aparatos reproductores del hombre y la mujer con todo lujo de detalles.

Con este 'ganao' ansioso de fatuo protagonismo hay que lidiar. No perdamos la esperanza y sigamos apoyando la recuperación de nuestro Patrimonio, también el funerario.