Fueron los últimos en abrir y ahora son los primeros en cerrar. Hasta la fase 3 de la desescalada no estaba contemplada la reapertura del ocio nocturno. El Boletín Oficial del Estado (BOE) del día 6 de junio autorizaba el inicio de la actividad de bares y discotecas, y fue entonces cuando muchos locales volvieron a abrir sus puertas, sin embargo, como nunca antes se había imaginado. Se limitó el aforo y las mascarillas invadieron la pista, pero sin baile porque ese espacio ya no podía «dedicarse a su uso habitual». Por estas y otras restricciones algunos optaron por no precipitarse.

«Nosotros no volvimos a abrir después de la cuarentena. El empresario tenía pensado reabrir sus locales esta semana», explica el encargado de la discoteca Granada40, Rafael Toscano. No obstante, la nueva medida del Gobierno les ha pillado por sorpresa y desde el 17 de agosto ya no habrá ocio nocturno en Andalucía por tiempo indeterminado. La prohibición supone un duro golpe para los trabajadores del sector, que en muchos casos solo cuentan con esa fuente de ingreso.

Noual Oumhammadi era camarera en Granada40, y mientras esperaba la reapertura del local había empezado a trabajar en un restaurante que por las noches se convertía en un bar de copas. Ahora vislumbra el futuro con miedo e incertidumbre ya que el ocio nocturno ha echado el cierre y la hostelería tendrá que lidiar con una limitación horaria.

«Es una situación muy complicada. Llevaba varios meses sin trabajar, y el paro ya se me estaba acabando. Soy madre soltera y aparte solo tengo una ayuda de unos 64 euros por mis dos hijas (prestación económica por hijo a cargo). Empecé hace nada en un restaurante, pero debido a las nuevas restricciones la empresa me dijo que me iba a llamar para ver qué pasaría. No sé si voy a volver o no. En cinco minutos se nos cambia la vida», narra. La camarera tampoco podrá retomar su antiguo trabajo a causa del cierre del ocio nocturno. «Nos impiden trabajar. Si no nos mata el coronavirus, nos va a matar el hambre», manifiesta.

Así como Oumhammadi, Álvaro Montiel Gaspar también se ha quedado sin su principal fuente de ingresos. Camarero y relaciones públicas, el joven malagueño depende del mundo de la noche. «Yo estaba trabajando en el Tocata, pero esta semana ya empecé a echar currículum. Entiendo la situación, aunque, según lo que he leído, los contagios en el ocio nocturno son una ínfima parte», apunta.

Montiel describe el protocolo que se seguía a la hora de trabajar: «El Gobierno puso muchas trabas al sector. Teníamos que escanear un código QR, se gestionaba la entrada y la salida de personas a través de Aforo Manager, los clientes no podían bailar, en definitiva, todo estaba muy controlado. Es verdad que hay locales que lo han hecho mal, pero ahora lo vamos a pagar todos».

Chivo expiatorio

El vicepresidente de Andalucía de Noche, la federación de salas de fiesta, discotecas y ocio nocturno, Juan Rambla, califica de «injustas» las medidas que ha tomado el Gobierno. «Hemos sufrido una criminalización por parte de algunos medios de comunicación. Para justificar el cierre del ocio nocturno se han utilizado imágenes de chiringuitos, de clubes de playa, de festivales al aire libre, de un botellón en la calle, y hasta de la celebración del ascenso del Cádiz. Si a cualquier cosa mala que pasa por ahí se le achaca al ocio nocturno, pues todos creen que es el villano», relata.

Rambla cuestiona que exista relación entre los contagios por Covid-19 y el ocio nocturno, ya que las comunidades como Cataluña y Aragón, donde hay más casos, no han tenido este tipo de actividades, y también Madrid, que suspendió antes el ocio nocturno y, sin embargo, ha aumentado el número de infectados. Por ello, censura que se les trate como un «chivo expiatorio» de lo que está pasando con la evolución de la pandemia y se les «criminalice» cuando son negocios que han cumplido estrictamente las medidas impuestas para evitar los contagios.

«Llevábamos un registro sanitario y le tomábamos la temperatura a la gente, les acompañábamos a sus mesas y les explicábamos las medidas, teníamos controladores de sala por si alguien las incumplía... Seguimos una cantidad de normas increíble y hemos hecho un desembolso económico importante al comprar mobiliario y material sanitario para que al poco tiempo nos cierren los negocios», detalla el dirigente patronal.

El responsable de Andalucía de Noche lamenta: «Nos han tenido cerrados cuatro meses, nos han permitido abrir un mes y medio y nos han vuelto a cerrar». Por ello, este pasado martes en las puertas del Ayuntamiento de Málaga, y organizado por un grupo de empresarios de forma espontánea, el sector se reunió para reivindicar que el ocio nocturno «no es el culpable» de los brotes de coronavirus y pedir que se les dejara trabajar.

El propietario del pub Golden Corner, Alejandro Montoro, sostiene: «No hay derecho a lo que están haciendo. Los restaurantes o los clubes de playa, por ejemplo, siguen funcionando normalmente y los bares y discotecas no pueden. No tiene lógica».

Impacto

Rambla advierte de que la prohibición del ocio nocturno va a llevar a muchos establecimientos al cierre definitivo y a miles de trabajadores al paro. «Hay negocios que no habían llegado ni a abrir, y ahora tampoco sabemos cuánto tiempo vamos a estar cerrados. Ni siquiera se han reunido con nosotros para pactar una ayuda, y hay que seguir pagando alquileres, luz, agua, alarma, seguros sociales, entre otros gastos». El encargado de Granada40 augura: «Muchos locales no van a sobrevivir».

El impacto de todo ello no se reduce solo a este sector. Empresarios y trabajadores coinciden en que el ocio nocturno está muy ligado a la oferta turística andaluza y que su cierre tendrá una enorme repercusión.

El dueño de Mamzel at Finca Besaya, Zazou Belounis, señala que la restauración y la hostelería se van a ver mermadas: «Ya hay menos turistas por la cuarentena en Reino Unido, pero ahora empeorará por el cierre del ocio noctuno. ¿Quién quiere salir de día en pleno agosto? Esto también derivará en la disminución de la clientela de los restaurantes y de otros establecimientos».

En la vieja y en la nueva normalidad, el local de Belouis funcionaba como restaurante y bar de copas, pero desde el 17 de agosto solo está permitido lo primero. El empresario confiesa «tener suerte» por poder seguir abriendo. Algunos trabajadores del sector también han sido «afortunados», como es el caso de Stilyan Andreev Simeonov. «Yo antes estaba en Olivia Valere, pero empecé en Mamzel justo cuando decretaron el cierre del ocio nocturno. Ahora trabajo hasta la 1 de la mañana», cuenta el vigilante de seguridad.

Andreev asegura que la medida decretada por el Gobierno «ha fastidiado bastante» y cuestiona «si el virus solo se propaga a partir de la 1 de la mañana».

El sector sigue a la espera de una solución, mientras defiende que el ocio nocturno no es el problema. Las personas que dependen del mundo de la noche para pagar sus cuentas piden que se les deje trabajar. Locales que antes desprendían alegría ahora están en silencio, y propietarios, camareros o vigilantes de seguridad permanecen sumidos en una incertidumbre.