Cuanto más retrocedemos en el tiempo, las noticias se hacen más confusas y a menudo nos topamos con muchas pinceladas de 'creatividad personal'. Es lo que ocurre con las famosas Conversaciones Históricas Malagueñas, de finales del XVIII, obra de Cecilio García de la Leña (seudónimo del canónigo Cristóbal Medina Conde).

Junto a informaciones veraces, el autor también nos deleitó con raciones de noticias exageradas, rumores falsos y reelaboraciones. Un antecedente de las redes sociales que, si retrocedemos todavía más en el tiempo, constataremos que en esto de los bulos no hay nada nuevo bajo el sol.

Ahí tenemos el caso de Heródoto, el padre la Historia, que no tuvo empacho en retratar a criaturas de lejanas tierras con un solo ojo o con cómodas pezuñas de cabra para pasar un domingo en el campo.

De entre las narraciones de un pasado mítico destaca la famosa que se le atribuye al griego Estrabón en su 'Geografía'. Aunque nadie ha localizado ese texto todavía, se asegura que escribió que una ardilla podía cruzar Hispania de árbol en árbol sin decender al suelo (y servidor precisa que quizás bajaría un rato, aunque sólo fuera para beber y estirar las patas). Curiosa descripción la de esta deslumbrante frondosidad, puesto que un autor contemporáneo de Estrabón aseguró que los montes de Hispania, allá por el siglo I, eran por lo general bastante yermos...

Fuera Hispania como el Edén o como el plató de un 'spaguetti western', la mítica imagen de la ardilla ha trepado hasta esta sección por la presencia de una de ellas, el pasado sábado, en un punto del Centro de Málaga que antes de la pandemia era un bulle-bulle de turistas.

Nos referimos a la placita de la Judería, donde descansa un olivo, escoltado por la torre superviviente de una vivienda del siglo XVII (el resto fue demolido para abrir la plaza). Como saben, la torre alberga el Centro de Recepción de Visitantes Ben Gabirol.

Ignoramos si la ardilla acudió a la plaza en busca de información turística. Lo que es indudable es que en este año tan insólito como trágico, la fauna está copando espacios de Málaga a los que antes no acudía con tanta frecuencia. Lo hemos podido comprobar hace unos días en esta sección con los ánades y garcetas que pueblan el cauce del Guadalmedina, puente de La Palmilla hacia arriba.

Desconocemos también si esta ardilla en cuestión era una asidua de los grupos de visitantes, presta a llevarse un fruto seco a la boca. En cualquier caso, reconforta, en medio de tanta desolación, la imagen de esta ardilla que, probablemente, bajó del vecino Monte Gibralfaro para darse un garbeo.

Los espacios verdes del casco urbano son un refugio veraz, y en absoluto mítico, de vida. Sólo falta que entre todos los cuidemos un poco más.