La Diócesis de Málaga ha presentado su balance económico de 2019, en el que ha detallado sus cuentas y las actividades a las que destina sus ingresos. Este año, los ingresos de la Iglesia se han visto afectadas por la pandemia, ya que el dinero recabado en colectas y cepillos se ha reducido a la mitad.

Ante esta situación, el Obispado se ha visto obligado a suscribir un préstamo de un millón de euros para poder mantener el funcionamiento de sus templos y servicios, actividad se ha triplicado, tanto a nivel de Cáritas diocesana como en las delegaciones de cada una de las 251 parroquias. "Si antes teníamos a una mujer que echaba 10 euros en la canastilla, ahora no lo puede hacer porque se lo da a un hijo que está en paro", ha afirmado el ecónomo diocesano, el diácono Rafael Carmona.

Durante 2019, los ingresos de la Diócesis de Málaga ascendieron a 21.595.457,04 €, un 0,32% menos que en 2018. Un 33,93% de estos ingresos proceden de ingresos por patrimonio y otras actividades; el 26,93% a través de las parroquias; por la Asignación Tributaria, los contribuyentes destinan a la Iglesia marcando la X el 16,86% de los ingresos que esta recibe; el 11,26% son aportaciones directas de fieles y el 11,02% restante de otros ingresos. "El resto de ingresos son aportaciones, la Iglesia no recibe dinero del Estado", aclara Carmona.

De este presupuesto, el 34,28% va destinado a pagar el sueldo de sacerdotes y seglares, que sirven en 251 parroquias malagueñas. Y otro 29,89% en obras y conservación de inmuebles, tres millones de euros destinados a 43 parroquias: "Aún quedan 16 pendientes, por falta de recursos. La obra más grande ha sido la de la Parroquia de los Santos Mártires, financiada en un 50 por ciento por el Ayuntamiento", reitera el ecónomo.

Este domingo se celebra el Día de la Iglesia Diocesana, una jornada en la que la Diócesis pide "colaboración y correspondencia" de sus fieles con el lema «Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo».

Durante la rueda de prensa, el párroco de la iglesia de la Amargura, Salvador Gil, ha querido recalcar la labor que han realizado y realizan muchos sacerdotes como él en los hospitales durante estos meses de pandemia. "Teníamos como objetivo acompañar y consolar a los enfermos. Muchas familias que no han podido estar con sus familiares en el momento de su muerte nos han agradecido que nosotros los hayamos acompañado", afirma.

Asimismo, el párroco ha incidido en "la falta de recursos actuales", pero también la atención prestada a los más necesitados durante esos meses: "La Iglesia estaba cerrada al culto público, pero no a los pobres a lo que hemos atendido. No podíamos cerrar las puertas a ellos", asegura.