En febrero de hace cinco años, el autor de estas líneas acompañaba a miembros de la Asociación de Vecinos Viñas de la Sierra en un paseo por restos del pasado de Churriana bastante olvidados.

En el olvido se encontraba entonces, rodeado por una doble valla e invadido de matojos, el arca principal de la Fuente del Rey, el gran proyecto del siglo XVIII, anterior en casi 60 años al acueducto de San Telmo, para conducir el agua desde el manantial de la Fuente del Rey de Churriana hasta Málaga, en unos tiempos en los que Churriana todavía era un pueblo separado de la capital.

Esta conducción del XVIII, que quedó inconclusa en el siglo siguiente, sí permitió regar las tierras de Churriana, parte de ellas mediante una acequia que conectaba la obra hidráulica con dos molinos, conocidos como el Bajo y el Alto y que formaron parte de este proyecto dieciochesco.

Los restos del Molino Alto y de parte de la acequia, un tramo de unos 150 metros, siguen en pie en una parcela que al menos hace cinco años era municipal. El resto de la acequia, la más cercana al arca principal del XVIII, paradójicamente se perdió por la construcción de una urbanización que lleva el nombre de Fuente del Rey.

La parte superviviente se encuentra junto a la Carretera de Coín, casi en la misma entrada de Churriana y a un tiro de piedra de la calle Torremolinos.

Si consultamos el actual PGOU se verá que la parcela en cuestión está dividida en dos partes, la primera, programada para uso comercial y la segunda, la más pequeña -como un tercio del total- calificada como equipamiento.

Lo importante es que si consultamos la ficha urbanística, esté presente la afección del acueducto de la Fuente del Rey.

Además, en el catálogo de protección arqueológica del PGOU se determinan como elementos de esta construcción el canal secundario de riego y el molino al que nos referimos, así como un registro en forma de alberca cuadrada al pie del Molino Alto.

La pregunta del millón es si el grado de protección que se otorga a estos elementos (la acequia y el molino, de tipo II y el registro, de tipo III) son suficientes para protegerlos de los proyectos urbanísticos que vienen.

Lo que los vecinos tienen claro que es que la zona ganaría con estos elementos integrados. Como curiosidad, en los restos del molino todavía se adivina la frase «Gracias por su visita», que al parecer los vecinos de hace medio siglo pintaron con motivo de la visita al barrio del entonces alcalde, Cayetano Utrera.