El campo malagueño está solventado este complicado año de pandemia sin los problemas extremos de sectores como la hostelería, el turismo o el comercio (que han estado durante algunos meses prácticamente sin actividad), aunque la facturación de la agricultura y la ganadería bajará en relación a 2019 debido a la caída de cosecha y de precios en el mercado mayorista de productos claves como el aceite de oliva. El sector agrario se muestra satisfecho de la respuesta que ha dado a la sociedad en plena crisis sanitaria, asegurando al abastecimiento de producción alimentaria en meses muy complicados, aunque advierte de que muchas explotaciones malagueñas siguen estando «al límite de la rentabilidad» en cuanto al precio que reciben por sus productos.

El otro elemento definitorio del ejercicio ha sido el cambio de registros en los canales de comercialización: desciende la venta al canal de hostelería y aumenta el destinado a consumo en hogares, reflejo evidente de los cambios de hábitos que ha impuesto la pandemia. «Los productores han tenido que reorientar sus gamas. Quien solo dependiera del canal Horeca lo puede haber pasado peor. La aceituna de mesa, por ejemplo, que destinaba buena parte de su volumen a rodajas para pizzas, se ha volcado más en producción para el hogar. Lo mismo ha pasado con mucha producción cárnica (es el caso del vacuno) o con las patatas», comenta a este periódico el presidente de la asociación Asaja Málaga, Baldomero Bellido, que reúne a más de 5.000 explotaciones que reúnen el 90% de la superficie agraria.

Para Bellido, la pandemia ha reafirmado el papel de un sector muchas veces olvidado. «Se ha demostrado que la agricultura y la ganadería son actividades esenciales. No hemos parado en ningún momento y tampoco lo vamos a hacer a futuro. Estamos además tomando todas las precauciones de cara a nuestros trabajadores», comenta.

Las distancias de seguridad, las mascarillas y las medidas de higiene se han convertido en cotidianas en cualquier labor del campo, al igual que en el resto de sectores, sobre todo en este otoño que incluye el desarrollo de cosechas tan importantes como las de la aceituna de mesa y el aceite de oliva, los cítricos o los subtropicales (aguacate y mango, sobre todo), que se computarán ya en su mayoría en las cifras agrarias de 2021. «Se está recogiendo con normalidad y tranquilidad. Lo bueno de estas tareas es que son al aire libre y que el contacto entre cuadrillas no es tan estrecho», señala.

Respecto a los datos de este 2020, Asaja señala que el ejercicio ha estado marcado por una cosecha de olivar (la que se realizó a finales del pasado año) que a nivel nacional fue menor que la de ejercicios anteriores, cuando se movieron casi a niveles récord. En el caso de Málaga estuvo alrededor de las 58.000 toneladas debido a las condiciones climáticas y de descanso de los árboles. Para esta nueva campaña, actualmente en recogida, se espera que repunte hasta las 72.000 en la provincia. Al descenso de la cosecha se ha unido una coyuntura de precios más bajos del aceite en los mercados por el excedente acumulado que había en reserva. Así el olivar, que en 2019 facturó casi 225 millones de euros, bajará este año sus cifras y será la principal causa de que la facturación global del campo malagueño (773 millones el anterior ejercicio) sea inferior en este 2020 ¿En qué medida? Asaja esta ultimando su informe anual, que se presentará a mitad de diciembre y donde se especificará la cuantía del descenso.

Fuentes del grupo agroalimentario malagueño Dcoop, líder oleícola mundial, coinciden en el análisis de Asaja. «Se ha mantenido la actividad y el suministro con un esfuerzo tremendo, pero la bajada de precios debido al excedente de aceite ha hecho que se reduzca la facturación», apuntan.

Por otro, una nota muy positiva que deja el año es la evolución de las exportaciones. Málaga vuelve a ser la provincia andaluza que más aumenta sus ventas agroalimentarias exteriores hasta septiembre, un 11,1%, y alcanza los 994 millones, impulsada por la destacada subida de frutas, cárnicos y hortalizas. Europa es el principal destino, y crecen mucho las operaciones en Asia y los países árabes. Bellido apunta que la industria cárnica malagueña está aprovechando el problema de peste porcina en Centroeuropa y en China para elevar sus ventas, mientras que los subtropicales y el aceite mantienen su fortaleza.

Respecto a Estados Unidos, el sector agrario malagueño demanda a la Unión Europea que aproveche el desembarco de la nueva administración Biden para tratar de desactivar a medio plazo los aranceles a productos españoles como el vino, el aceite de oliva, la aceituna verde, el jamón, el queso el vino. «Una vez puestos, quitar los aranceles puede resultar difícil. No queremos guerras comerciales que, al final, sólo terminan afectando a los productores y a los consumidores. Nuestras aceitunas, por ejemplo, han sido expulsadas de EEUU», afirma.

Asaja también está pendiente de las negociaciones de la Política Agraria Común (PAC). Para informar a sus asociados en Málaga está consensuando con ayuntamientos del interior de la provincia la presentación de mociones para que se debatan estas cuestiones en los plenos.