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Durán: la saga de ópticos continúa

Francisco Durán empezó a trabajar en una óptica de Málaga con 15 años, en 1960 - Hoy, su hijo Carlos está al frente de la Óptica Durán, en Cristo de la Epidemia, dentro del grupo Opticalia

Padre e hijo, en la óptica de la Victoria.

Padre e hijo, en la óptica de la Victoria. / L. O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«La vida ahora se hace en los barrios. Además, al ponerme al lado de negocios de primera necesidad me he dado cuenta de que di en el clavo», cuenta el óptico Carlos Durán.

Hace siete años decidió dejar el Centro, donde trabajaba con Francisco Durán, su padre, y abrir su propia óptica en el corazón del barrio de la Victoria, en la calle Cristo de la Epidemia, un cambio del que no se arrepiente.

La de los Durán es una saga familiar de ópticos malagueños que comenzó hace 61 años. « Entré en la Óptica Ortega de la plaza de la Constitución con 15 años, el 15 de diciembre de 1960», recuerda Francisco Durán, que señala que le dieron de alta en la seguridad social al mes de entrar. «Mi jefe me dijo que valía; hablaba un poco de inglés y me dio de alta rápidamente».

Su incorporación haría que, a los seis meses, su jefe, «que nunca se tomaba vacaciones», se las tomara por vez primera y dejara al quinceañero al frente del conocido establecimiento.

Como destaca, diez años más tarde se produjo una revolución en el mundo de la óptica malagueña, pues hasta entonces «los seis magníficos de Málaga», las ópticas más reconocidas, mantenían un pacto entre ellas «de no quitarse empleados».

Todo cambió en 1970 con la llegada del desaparecido Eloy Entrambasaguas, que contrató a los mejores trabajadores de estas ópticas, en el caso de Francisco Durán, con una oferta imbatible que le triplicaba en sueldo.

Durán: la saga de ópticos continúa  |

Francisco y Carlos Durán, la semana pasada en la Óptica Durán de Cristo de la Epidemia, 93. / L. O.

En la óptica de Eloy Entrambasaguas de la calle Trinidad Grund trabajó 13 años y allí vivió una época más que boyante. «Por la noche te quedabas ronco de tanto hablar. Entonces no había óptica en los pueblos, la gente iba al seguro y luego se pasaba por la óptica con la receta. Se vendían 60 gafas al día», destaca.

La buena marcha de la óptica Entrambasaguas se reflejaba hasta en los cines de Málaga, como señala Carlos Durán: «Me acuerdo de que había una publicidad en el cine de Movierecord y mi padre salía en el centro. ‘¡Mira, papá!’, grité en el cine», ríe.

Su propia óptica, en 1983

En 1983, Francisco Durán decidió abrir su propio negocio y en la calle Granada se hizo con una óptica que estaba cerrada.

La Óptica Durán, a la que se incorporó Carlos, uno de sus tres hijos, que estudió Óptica en Alicante y Granada, estuvo en un local en el famoso palacio de Solesio, hoy reconvertido en hotel, y durante las ‘eternas’ obras de remodelación del palacio se trasladó a un primer piso próximo, algo que no impidió que siguieran llegando sus clientes de toda la vida. «Los abuelos subían las escaleras y seguían viniendo», destaca.

Años más tarde, vio la oportunidad de trasladarse a la esquina de la calle Granada con la plaza de Jesús Castellanos y Beatas, un lugar más que concurrido en el que, subraya, fue testigo de la irremediable transformación del Centro Histórico.

«Hoy el Centro de Málaga es un parque temático de bares y restaurantes. Si cierra Zulaica abren un bar, si cierra otro comercio abren un bar», describe.

Por este motivo, cuenta que poco a poco fue cambiando el paisaje del barrio histórico de Málaga y en los últimos tiempos «había días en que sólo hablaba inglés». A este respecto, recuerda anécdotas como la de unos clientes belgas que cada vez que visitaban Málaga se pasaban por la óptica solamente a saludarle.

La llegada de la pandemia y el confinamiento terminaron de convencer a Francisco Durán de la necesidad de disfrutar por fin de una merecida jubilación, después de seis décadas de trabajo.

Cristo de la Epidemia, 93

Tras el cierre de la óptica de la calle Granada, ahora colabora de forma esporádica con su hijo y cuenta que son muchos los clientes que del Centro se han pasado a Cristo de la Epidemia para ser atendidos por Carlos Durán.

El establecimiento se encuentra dentro del grupo Opticalia, el segundo de España, y cuando se le pregunta por el futuro de un invento tan sencillo e imprescindible como son las gafas, Carlos Durán señala la evolución tan importante que han tenido consumidores y empresas. «Ahora es un complemento más de moda. Marcas como Gucci o Armani se han dado cuenta de que el graduado vende muchísimo y que la gente por 200 euros puede llevar unas gafas Gucci cuando un traje cuesta muchísimo más».