Crónicas de la ciudad

El Dique de Levante, un viejo prematuro

En tan solo dos décadas el Dique de Levante, que costó casi 10.000 millones de pesetas, luce avejentado y con toda la ‘ferralla’ al aire. Los hubo mejores

El Dique de Levante, en la actualidad.

El Dique de Levante, en la actualidad. / L.O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El último tranvía de Málaga, el que por última vez recorrió las calles en diciembre de 1961, se libró por dos veces de hacer mutis por el foro. La primera, porque cuando se acordó el final de los tranvías, prestaba servicio como ‘extra de transporte’ en Almería para el rodaje de ‘Lawrence de Arabia’.

La segunda vez, recuerda José Ramón Rodríguez, presidente de Tran-Bus, porque un particular quiso comprarlo pero justo ese año el servicio municipal tuvo superávit y decidió no venderlo.

Lo que sí le obligó a marcharse de la plataforma del Morlaco, donde fue instalado en los 80, fue la acción conjunta de los vándalos y el mar: Terminó pintarrajeado y desecho por los aires marinos.

De la callada acción del mar también sabe y mucho el académico e historiador malagueño Francisco Cabrera, como demuestra en su reciente obra ‘Málaga, la ciudad apetecida. La defensa de su mar y de sus costas (1700-1810)’. En este precioso estudio nos recuerda las dificultades a las que se enfrentaron los fuertes costeros, en ocasiones por la pobreza de los materiales pero otras por el embate vecino de las olas.

Es lo que, por ejemplo, le pasó a la batería de San Nicolás, levantada en el último tercio del XVIII, emplazada al final del muelle viejo, cerca de donde luego se levantaría la Farola. Francisco Cabrera recuerda que, al año de inaugurarse la batería, hubo que reforzar la plataforma donde se levantaba por los daños producidos por los temporales.

El autor de estas líneas jamás pensó que una vieja batería del XVIII y un tranvía expuesto a la cercanía del mar pudieran formar extraña hermandad con una construcción moderna y en principio muchísimo más resistente a esos ‘elementos’ de los que hablaba Felipe II.

Hablamos del Dique de Levante, una obra de la que en julio se cumplirán 20 años de su inauguración, a la que asistieron el ministro Francisco Álvarez Cascos y el presidente andaluz Manuel Chaves.

Casi 10.000 millones de pesetas costó la broma y a los malagueños se nos queda cara de panolis al comprobar cómo esta preciosa construcción, cuyo pasillo de ‘aerodinámicos contrafuertes’ ha servido para realizar tantos anuncios publicitarios, en solo dos décadas ya luce como si fuera contemporánea del tranvía, con toda la ferralla al aire.

Informes hay sobre esta presunta chapuza. Si finalmente se constatara, sólo habría que desear que los responsables no se fueran de rositas ante esta sonrojante obra pública, vieja prematura en la flor de la vida.