Memorias de Málaga

Ya no hay familias numerosas

La tradicional denominación administrativa de «familia numerosa» ha pasado a mejor vida, ahora se opta por la alambicada fórmula de familias «con mayores necesidades de apoyo a la crianza»

El término de ''familia numerosa'' ha sido cambiado por el Gobierno.

El término de ''familia numerosa'' ha sido cambiado por el Gobierno. / Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Cambiarlo todo es una manía que no tiene fin. Hay que cambiar los nombres y las costumbres, porque el progreso lo exige.

Hace unas semanas me enteré por el columnista de La Opinión, Vicente Almenara, que ya no soy padre de familia numerosa, título que he rescatado de la larga colección de carnés y títulos que se acumulan en mi mesa de trabajo.

En el título, extendido por la Dirección General de Personal, Gestión y Financiación del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social de Familia Numerosa de 1ª categoría, para evitar posibles fraudes, aparece, con sello acreditativo, una fotografía de mi mujer y yo con los cuatro hijos que tenía y tengo, ya que gracias a Dios vivimos todos.

Pues bien, según Almenara, en su divertido artículo, el Gobierno ha decidido tachar lo de «familia numerosa» y calificar el hecho de tener hijos, como de «familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza». Resumiendo, ahora por mandato de quien puede mandar, he dejado de ser familia numerosa; claro, que ya no necesito «apoyo a la crianza» porque todos están independizados.

Otro cambio, pero de éste otro me he enterado por los organismos competentes (o incompetentes), es que lo que fue sueño de miles de familias españolas (la mía incluida) de poseer una vivienda protegida, ya no es posible, porque eso de «vivienda protegida» debe chirriar en algunos oídos y debe estar en el anatema de la Memoria Democrática. Ahora son «viviendas de protección oficial». Antes existía un Ministerio de Vivienda, que construía las llamadas viviendas protegidas y, en la Organización Sindical la denominada Obra Sindical del Hogar y Arquitectura, también construía viviendas. La vivienda, hoy, está integrada en el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agencia Urbana con las siglas VPO.

Nombres

En los periódicos del 2 de enero del presente año 2023, como viene siendo costumbre, se recogen los nacimientos producidos a las cero horas de primero de año. Las maternidades facilitan a los medios de comunicación interesados los nacimientos registrados en los primeros minutos del año.

Sin cansar al lector, los nombres elegidos para niños y niñas nacidos en los primeros minutos de 2023 son Aarón, Mahelet, Aitana, Yessica, Iratxe, Romeo… Echo de menos los de «antes», como José, Manuel, Josefa, Francisco, Concepción… y sus hipocorísticos correspondientes Pepe, Paco, Pepa, Lola, Manolo, Conchita… Los nombres de toda la vida han dado paso a nombres que están o no en el santoral, con caprichos que a veces los responsables del Registro Civil se niegan a admitir porque atentan con el futuro de los rorros cuando alcancen la edad de entender y se rebelen contra sus progenitores por ‘la gracia’ del nombrecito elegido. Para no herir susceptibilidades me abstengo de citar algunos que se prestan a cachondeo.

Ya no hay familias numerosas

Vecinos, en un antiguo autobús de la EMT a cargo de Tran Bus, en 2008. / Guillermo Jiménez Smerdou

Los camiones

Afortunadamente el cambio de ‘camiones’ por autobuses se produjo de una forma natural, porque los malagueños teníamos la costumbre de tildar como camiones a los autobuses del transporte urbano. La gente solía, quizá despectivamente, o por costumbre, identificar las diferentes líneas (El Palo, Ciudad Jardín, Huelin, Capuchinos, Puerto de la Torre, Teatinos…) como el «camión de El Palo» o del Miramar-Limonar.

Creo que fue cuando el Ayuntamiento se hizo cargo del transporte desde la capital a El Palo cuando se tomó la decisión de corregir el defecto. Los cinco autobuses de la marca Daimler que puso la empresa municipal al servicio de la línea Málaga-El Palo en 1953 fueron identificados como autobuses.

Bien es verdad que los de las líneas antes citadas eran cacharros que se estropeaban a cada instante y que los mecánicos de las empresas privadas reparaban como podían. Adquirir un autobús nuevo no era fácil ni barato, porque para empezar había que obtener un permiso de importación ya que en España en aquel 1953 no se construían ni coches, ni camiones, ni autobuses…, salvo el Biscuter.

Los Daimler, numerados del 1 al 5, fueron con el tiempo sustituidos por otras marcas. La numeración sigue funcionando. Los últimos autobuses (híbridos, gasoil, eléctricos…) que circulan por las calles de Málaga llevan bien marcado en la parte trasera el número de orden. Si no ha superado el 700 faltará poco.

Ya no hay familias numerosas

Un conductor de la EMT / Guillermo Jiménez Smerdou

Se acabaron los chóferes

Otro cambio justificado fue el de chófer por conductor. Salvo que un cursi emplee la palabra original para identificar a un conductor (Chauffeur, en francés), la españolizada chófer (con o sin tilde) se ha impuesto. Los taxis, los autobuses, los camiones… no tienen chófer, tienen conductor. Conocí a un conductor del Parque Móvil al que le molestaba que lo trataran como chófer. Muy enfadado respondía: «No soy el chófer; ¡soy el conductor!».

La españolización de chófer masculino a femenino, creo recordar que fue Camilo José Cela el que pidió para su segunda serie de Viaje a la Alcarria: un coche con una choferesa… negra.

Cuando recurro a los taxis para algún desplazamiento, en muchas ocasiones el servicio me lo ha prestado una taxista; nunca me atreví a tratarla como choferesa por temor a que lo tomara a mal, ya que choferesa, aunque lo inventara un académico de la RAE, no suena muy bien que digamos. Como taxista o conductora creo que cumplo.

Más cambios

Sin darnos cuenta apenas, vamos cambiando las denominaciones de oficios o profesiones porque las primitivas pueden llegar a herir en los tiempos que corren. A nadie se le ocurre comentar que la criada que tiene en su casa es muy apañada; lo mismo sucede con muchacha. No se llevan ninguna de las dos denominaciones. Para identificarlas usamos internas o servicio doméstico. Lo de criadas y muchachas pasó afortunadamente a la historia.

En otros oficios o profesiones también se huye de utilizar los términos que parecían los correctos o idóneos, pero a veces equivocados, como en el caso de los bomberos, que en Málaga agrupaba a dos profesionales que no tenían nada en común.

Para desatorar una tubería, instalar un grifo, localizar una avería… se llamaba a un bombero, porque a los fontaneros los denominábamos bomberos.

Ahora somos más cultos y no confundimos dos profesiones bien distintas. En Barcelona, por ejemplo, se llamaba a un lampista en lugar de a un fontanero. Ahora, no lo sé.

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