Feria de Málaga
Fuegos y drones para anunciar la Feria de Málaga
Además de los tradicionales fuegos artificiales, un espectáculo de drones tomó forma en el cielo nocturno de una costa malagueña que reunió, para ver el evento, a miles de asistentes
Dani Vivar
La Malagueta, posiblemente la playa más icónica de Málaga, está abarrotada. Desde que se reactivase el ciclo de la Feria de Málaga el año pasado por la pandemia, la imagen de este entorno repleto de personas cobra cada vez más normalidad.
La gente deambula de un lado para otro. Algunas personas cargan con neveras mientras cogen sitio para celebrar una fiesta más allá de la medianoche. Otras, pasean plácidamente por el paseo marítimo, cenan en los restaurantes cercanos o toman asiento para el espectáculo. Hay miles de malagueños preparados para este acto.
Los fuegos también son visibles más allá de la costa. Muchos prefieren verlos desde los montes cercanos a su barrio, desde los balcones de sus casas, desde las terrazas, tanto en los bares a pie de calle como los que se encuentran en la parte alta de algunos hoteles y cuya posición dejan una panorámica inédita.
La presencia de los cuerpos de seguridad y sanitarios abarca parte de la entrada a la playa. Mantienen la concentración por si surge algún inconveniente.
Este año no hay conciertos en la arena. No hay un escenario, ni focos de luces que dejen ver la masa de personas que se arremolina en la playa. Pero, aparte de los fuegos, sí se repite el espectáculo de drones a las 23.50 horas.
De repente, los drones alzan el vuelo y la atención de la gente se centra en divisar el cielo. 120 drones ascienden al oscuro de la noche sobre La Malagueta y otros 120 en Huelin, con el objetivo de que todos puedan verlo; de que todo sea memorable un año más.
Los drones rotan entre sí con rapidez, y da la sensación de que parecen danzar. No hay momento para visualizar otra cosa que no sea esto, por lo que, para más de uno, es necesario tener atado y bien atado todos sus enseres personales. Por lo que pudiera pasar.
Esta vez, la temática es «Naturaleza y vida». Una mariposa, un corazón, un lobo aullando a la Luna, un búho o la palabra MÁLAGA, aparecen en el cielo al ritmo del tango.
Con los fuegos artificiales se quemaron unos 511 kilos de pólvora desde la carretera de acceso a la terminal de cruceros, de forma que fuera visible en gran parte de la costa malagueña.
La gente mira al cielo embelesada, como si vieran por primera vez los fuegos. Se toman fotografías, hay abrazos, besos y promesas en la arena de asistir de nuevo el año que viene.
En el iris de los niños se proyectan los colores de los fuegos artificiales: azules, rojos, amarillos o verdes. Y, por un momento, da la sensación de que la sorpresa y la alegría llega a sus corazones. A los de la gente allí reunida. Al de Málaga.
Con la ovación y el aplauso final se cierra una tradición centenaria y se especula sobre la del año que viene. Mientras los altavoces de algunos grupos apostados en la playa empiezan a sonar, el resto retoma la marcha de camino a casa o a continuar su paseo nocturno.
Por ahora, conviene rezar para que la playa no amanezca sumergida en basura por la mañana y quedarse con este momento en mente. Un momento único que estremece y que da inicio a una semana mágica en la capital. Empieza la Feria de Málaga.
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