Vivienda

Cuando una abuela desahucia a sus nietos

Antonio J., con máquina de oxígeno tras la Covid, su mujer y sus cuatro hijos menores de edad tienen orden judicial de abandonar la vivienda familiar en Málaga capital este jueves 16, tras una demanda de su madre y su hermana, quien responde que su carácter conflictivo les ha obligado a ello

Desahuciadas en la barriada de Las Flores cuatro familias con doce menores a su cargo

Antonio y Cristina con sus cuatro hijos, el pasado jueves.

Antonio y Cristina con sus cuatro hijos, el pasado jueves. / A. V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Un conflicto familiar ha terminado en los juzgados y este jueves 16 podría producirse el desahucio del malagueño Antonio J., su mujer Cristina y sus cuatro hijos menores de edad, que deberían abandonar la casa en la que viven, en la calle Eduardo Carvajal, muy cerca de la avenida de Andalucía.

Se da la circunstancia de que Antonio, de 42 años, quedó muy tocado por la Covid, ha perdido su trabajo como mecánico y tiene que usar una máquina de oxígeno. «He estado clínicamente muerto dos veces y me tuve que enseñar a andar», destaca.

Lo llamativo de este desahucio es que Antonio vive en su antigua casa y la de sus padres y quienes presentaron la demanda de desahucio, estimada en mayo de 2022, han sido su propia madre, Mari Carmen M. y una hermana, Dolores J.

Como explica Antonio, al fallecer su padre hace 13 años, «mi madre nos dijo que nos fuéramos de alquiler y ella también se fue». La casa permaneció cerrada pero la usaba un familiar. «La casa estaba destrozada, con las puertas y ventanas rotas», cuenta.

Por eso, hace unos seis años decidió volver a vivir en ella con su familia, dado que él era uno de los propietarios, junto con su madre y sus cinco hermanos. «Antes de eso le dije a mi madre que me la alquilara o que se viniera a vivir con nosotros y yo le pagaba la manutención y el dinero que ella cobrara que fuera para ella, para sus cosas, pero me dijo que en su casa no se metía nadie».

Antonio señala que, en estos años, ha arreglado la casa y la comunidad del bloque donde vive ha descansado, en comparación con la situación anterior del piso.

Cristina y Antonio, la semana pasada.

Cristina y Antonio, la semana pasada. / A.V.

Ahora, enfermo, se encuentra sin poder pedir la incapacidad, al no haber cotizado lo suficiente mientras su mujer, Cristina, cuenta que ha solicitado el Ingreso Mínimo Vital. «Mi suegra nos da 20 euros al día y mis vecinos, que son buenísimos, nos ayudan», cuenta Antonio, mientras Cristina señala que también reciben comida de una ONG de Carranque.

El antiguo mecánico detalla que cuando se celebró el juicio, el año pasado, no pudo asistir «porque estaba encamado».

El pasado 29 de junio tuvo lugar el primer intento de desahucio «pero cuando vinieron aquí se llevaron una sorpresa, no sabían lo de mis niños menores y lo aplazaron a noviembre», comenta Antonio, que dice no comprender la actitud de su madre: «Yo a mi madre nunca le he hecho nada y cuando tenía el taller le daba dinero. Hace cinco años me dijo que la casa la quería vender y le dije que nos íbamos a comer el dinero y que después se iba a quedar en la calle. Desde entonces no me habla».

«Algo nos tienen que dar porque mis niños no pueden estar sentados ahí en el escalón sin tener nada y yo tengo que tener algo seguro, un techo», remarca Cristina.

Por su parte el abogado del mecánico, Antonio Doblas, explicó ayer a este diario que había solicitado al juzgado la suspensión del desahucio, ayer aún sin respuesta, así como un informe previo de vulnerabilidad social a los Servicios Sociales del Ayuntamiento.

También habló la exconcejala Rosa Galindo, del colectivo de mujeres Derecho a un Techo, que abogó por que el Gobierno prorrogue el escudo social, que finaliza el 31 de diciembre, así como que se pongan en marcha «unas políticas que protejan a las familias y puedan acceder a una vivienda digna».

Respuesta de la hermana

Dolores, la hermana de Antonio J. habló ayer con La Opinión para resaltar que la medida adoptada por su madre y ella se debe al carácter «conflictivo» de su hermano. «¿Usted cree que en nuestra cabeza vamos a echar a un hermano y cuatro niños a la calle?, lo que pasa es que siempre ha sido muy malo y lo estamos pasando muy mal toda la familia entera», subrayó.

Dolores señaló que su hermano se marchó a vivir al piso hace «siete años» y que llegó a tirar «todas las ropas a mi madre, que se ha quedado sin ropa y sin muebles, cobra una pensión de 700 euros y paga un alquiler de 450, así que todos los hermanos la estamos ayudando porque le han quitado la casa».

La hermana declaró también que en junio, su familia permitió que se le diera un plazo a su hermano para buscarse otro piso. Por último, informó de que están esperando una orden de alejamiento para que su hermano no se acerque «a mí, a mi madre, a mi hermana y mi sobrina».

Suscríbete para seguir leyendo