Emblemas y blasones malagueños

Blasón del obispo Miguel Aguiar y Padilla

Representa uno de los muchos ejemplos de expolio del Patrimonio malagueño

La portada en la que se encuentra había sido la puerta del convento de clausura de las Recoletas Bernardas

La portada con el escudo, en San Pedro Alcántara.

La portada con el escudo, en San Pedro Alcántara. / M. Vidal

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Hoy toca presentar uno de los escudos o blasones heráldicos malagueños cuya trayectoria ha estado sometida a los embates del llamado progreso de la expansión urbanística. Por su singularidad e historia, merece que los malagueños lo conozcamos.

Es sobradamente conocido por historiadores, arquitectos, sociólogos, etc… que en el periodo de la expansión urbanística, ocurrida en nuestra ciudad, en la décadas de los años 60 y 70, se dio la desaparición paulatina de innumerables monumentos y edificios, algunos de ellos de valor tanto histórico como artístico.

Entre ellos cabe mencionar inmuebles de Málaga, de todos conocidos, como la iglesia de San José, de la Merced o el convento de la Encarnación, entre otros monumentos, todos ellos cargados de historia y que, poco a poco, fueron demolidos por una piqueta rápida y voraz en pos del progreso.

¿Y por qué hoy se hace mención de ello, después de haber transcurrido más de 50 años de aquellos lastimosos episodios? Pues todo viene porque hace cierto tiempo, visité la localidad malagueña de San Pedro Alcántara, en la que pude contemplar el conocido Ingenio de la industria azucarera que en esa población se levantó en 1871.

Cuál fue mi sorpresa, al contemplar, a escasa distancia de ese ingenio, una enorme y estilizada portada barroca, la cual se hallaba blasonada y sobre todo, tenía la particularidad de dar acceso a una finca urbana casi en pleno centro de esta localidad. Algo por otro lado un poco extraño.

Evidentemente hice algunas preguntas a personas de San Pedro Alcántara, que no pudieron satisfacer mi curiosidad plenamente.

Tras algunos meses de búsqueda en archivos, biblioteca, y gracias al contacto con un miembro de la Asociación Cultural San Pedro Alcántara 1860 pude conocer algunos datos más, que me llevaron a entender la larga historia de esta portada en piedra y sus vicisitudes.

Se daba la paradoja de que había sido la puerta de acceso al locutorio y portería del convento de monjas Recoletas Bernardas cistercienses de la Santísima Encarnación, abadía de clausura que había estado ubicada en la calle Beatas, a espaldas de la calle Álamos y a la altura de la desaparecida Puerta de Buenaventura, desde 1878.

Pero siguiendo los documentos consultados del mismo, hay que comentar que las comunidades religiosas establecidas en nuestra ciudad desde su conquista sufrieron las leyes desamortizadoras sobre todo en el siglo XIX con los gobiernos liberales.

Una de las afectadas fue la comunidad cisterciense de monjas Recoletas, de la que ya hemos hecho mención, las cuales fueron despojadas por completo de su patrimonio y asiladas en otras comunidades.

Con la llegada de la Restauración de la monarquía, años más tarde, a algunos de aquellos colectivos religiosos le devolvieron su antiguo patrimonio y otros fueron indemnizados. Este fue el caso de la comunidad de monjas que nos ocupa, las cuales trasladaron el cenobio al número 9 de la calle Beatas.

Allí estuvo viviendo dicha institución hasta el año 1969, en el que se vieron obligadas a desalojarlo por su mala conservación y amenaza de ruina. Pocos meses más tarde, la comunidad se trasladó a su nueva residencia, en El Atabal del Puerto de la Torre. Hasta aquí, muy brevemente, se ha expuesto un poco de la historia de dicho convento.

El traslado

Sin embargo, antes de proseguir con este relato, no me gustaría dejar de mencionar el hecho inverosímil del porqué se encuentra hoy día la portada, en San Pedro Alcántara.

El 10 de marzo de 1970, el diario Ideal aludía en una de sus páginas a «el desenfreno existente por aquellos días por derribar inmuebles con un pasado histórico, con un único objetivo, el económico...». Y el fotógrafo Arenas adjuntaba al pequeño artículo, una instantánea de la imagen de la puerta blasonada del convento de Recoletas Bernardas situado en la calle de Beatas, que iba a ser demolido próximamente.

El caso es que la demolición del cenobio fue un hecho consumado un año más tarde. Y la portada del convento, comprada por un inversionista inmobiliario belga, quien ordenó que fuera desmontada piedra a piedra y trasladada a dicha localidad costera, con la idea de que sirviera como reclamo para la venta de un complejo urbanístico de lujo, consistente en seis bloques de viviendas, piscina, canchas de tenis,etc... a edificar.

Y aunque aquella idea no fructificó por problemas financieros, si quedó en el lugar mencionado, un solo inmueble construido de los proyectados y la portada de acceso.

Una aberrante imagen sea dicho de paso, que desgraciadamente podemos contemplar hoy en día y que, a pesar del tiempo transcurrido, representa uno de los muchos ejemplos del expolio sufrido por el Patrimonio malagueño.

Pero evidentemente no deseo olvidarme del hermoso blasón en mármol que campeaba en la mencionada portada barroca pues, en gran medida, es el objeto de este artículo.

Tras un periodo de búsqueda y estudio sobre el escudo heráldico, se pudo conocer a quién perteneció y quién había sido el propietario del inmueble, luego convertido en convento de monjas. De forma muy breve expondremos la historia del inmueble.

BLASÓN DEL OBISPO MIGUEL AGUIAR.

BLASÓN DEL OBISPO MIGUEL AGUIAR. / Archivo Antonio Lara

El blasón

En las primeras décadas del siglo XVIII, (1721) el cabildo municipal puso a disposición de los ciudadanos unas 50 varas, para cada uno de los peticionarios presentados, bajo ciertas cláusulas de riguroso cumplimiento. Los afortunados fueron los regidores perpetuos Diego Pizarro y José Pizarro Leiva, Sebastián Gálvez Carmona, Juan de Melgares, Pedro Bourman, Julián de Heredia y Mújica, Fernando Zambrana, etc...

Los terrenos transcurrían linderos a la muralla que circundaba la ciudad, entre la Puerta de Granada y la Puerta de Buenaventura, zona usada como muladar y que afectaba por su mal estado de salubridad, a los barrios de Carretería y San Francisco. De aquellos terrenos ofrecidos quedaron unas pocas varas sin vender.

De ello, al parecer tuvo conocimiento el alférez mayor y regidor perpetuo de la ciudad Mateo Sedeño Gudiel y Peralta, quien solicitó primero su adjudicación y posterior licencia de obras al ingeniero jefe Felipe Crame, que por decreto de 17 de febrero de 1740, daba el visto bueno para que en aquel tramo de diez varas se edificara su casa.

El 10 de marzo de aquel mismo año, el marqués de Torremayor, gobernador de Málaga, concedió la licencia. Tras un periodo de construcción, el regidor perpetuo Mateo junto a su esposa pasaron a residir en el inmueble levantado a espalda de la muralla en la calle Beatas, número 9.

Bárbara, su esposa, perteneció a la Cofradía de la Soledad de Santo Domingo y fue hermana del obispo de Ceuta Miguel Aguiar Padilla, con el que el matrimonio guardaba una excelente y fraternal relación.

Su hermano el obispo, aquejado de fiebres, venia regularmente a Málaga y pasaba largas semanas en esa residencia para reponer su quebrado estado de salud, durante su episcopado en la ciudad africana.

De resultas de aquella enfermedad, el obispo nacido en Antequera falleció en 1743. Tras su sepelio, una de las cosas que solicitó el matrimonio al cabildo ceutí fue el blasón del prelado, situado en la casa palacio donde había residido a lo largo de aquellos cinco años de obispado. Una vez que la familia Sedeño Aguiar recibió lo solicitado, se ordenó insertar en la clave de la referida portada el escudo heráldico del obispo.

Por otro lado, Mateo Sedeño, hombre muy religioso, mantuvo una excelente relación con el conde de Buenavista, benefactor y creador de un centro educativo para niñas huérfanas del Corazón de Jesús y María. Al necesitar el conde una lugar más apropiado para sus pupilas, solicitó a Mateo, como albergue provisional, una de sus casas principales, propiedad de la familia, en la calle Beatas.

Mateo Sedeño falleció en diciembre del año 1765 sin dejar descendencia y fue enterrado en la bóveda de San Felipe Neri, dado que había sido patrón de la capilla de San José. Posteriormente la casa blasonada pasó a formar parte del patrimonio de la Orden de San Felipe Neri.

Años más tarde, la casa de la calle Beatas n.º 9 fue ocupada por una conocida familia, los Lachambre, provenientes de Hamburgo, originarios de Francia y establecidos en Málaga, quienes pasaron a ser los segundos inquilinos de aquella casona hasta la llegada de las monjas Recoletas en 1878.

En ella, unos 30 años antes nació un Hijo Predilecto de Málaga, el teniente general José Lachambre Domínguez, héroe de Filipinas. El pueblo, agradecido por su gran palmarés de éxitos militares, colocó una lápida laudatoria en su recuerdo, hoy desaparecida, en la fachada del edificio. Hasta aquí, cuanto puedo contar de las vicisitudes de este antiguo inmueble. Ahora pasaremos a describir el bello blasón malagueño en mármol blanco que aún adorna el dintel de la portada.

Calle Beatas, con el convento en primer plano.

Calle Beatas, con el convento en primer plano. / Archivo Municipal

Descripción

Escudo medio partido cortado: 1º, de gules, un aspa de san Andrés de oro, y en cada cantón un roel de azur, por Araujo. 2º, de azur, un águila alzada, de plata, por Aguiar, y 3º, de azur, tres padillas de plata, colocadas en palo y acompañadas a cada una de tres medias lunas, del mismo metal puestas en lo alto y en lo bajo y en el centro del costado, por Padilla.

Al timbre, lleva capelo de sinople (verde) así como las correspondientes seis borlas del mismo color, que caen a un lado y a otro del blasón, símbolos de su dignidad. Bajo el capelo se encuentra una estrella de seis puntas, emblema de Salomón o también conocida como estrella de la sabiduría, que correspondía a la divisa del antiguo colegio del Sacro Monte de Granada, donde el obispo de Ceuta Miguel de Aguiar llevó a cabo sus estudios. El conjunto heráldico tanto en su parte superior como inferior está decorado con rocallas y elementos florales.

Localización

  • Calle la Concha, San Pedro Alcántara (Marbella).