Historias de Málaga

Historia de la casa palacio de Crópani, en la calle Álamos

El número 7 de la calle Álamos, un soberbio inmueble de finales del XVIII perteneció a los marqueses de Crópani, cuyo primer titular fue el malagueño Pedro Rodríguez Santisteban

Fachada del Palacio de Crópani, en la calle Álamos, 7. | CARLOS CRIADO

Fachada del Palacio de Crópani, en la calle Álamos, 7. | CARLOS CRIADO / Por Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

No hace muchos años, se rehabilitó en la antigua calle Álamos un hermoso y señorial inmueble, que en pasadas épocas, fue centro de reunión de lo más selecto de la aristocracia y burguesía malagueñas. Los eventos y fiestas celebrados en él fueron en muchas ocasiones portada de los medios de comunicación de la época.

Nos referimos al número 7 de esa calle, un edificio conocido actualmente como Palacio de Crópani.

Muchos lectores se preguntarán ¿de dónde viene esta denominación? ¿Desde cuándo este título está vinculado a nuestra ciudad? ¿Quiénes fueron sus dueños? Pero antes de responder a estos interrogantes, me gustaría mostrar en breves líneas las vicisitudes del edificio, que gracias a la decisión y acierto de unos pocos no fue demolido por la piqueta y con ello se evitó su desaparición total.

Este sobrio inmueble de estilo neoclásico, de dos pisos más ático, está situado en una de las vías urbanas más aristocráticas de la Málaga del siglo XVIII. Fue construido a finales de esa centuria y sus obras fueron supervisadas por el arquitecto Miguel del Castillo, quien al parecer dirigió también las de la Aduana, aunque sobre esta autoría existen disparidad de criterios.

Interior del Palacio de Crópani en 2008. | ARCHIVO VÍCTOR HEREDIA

Interior del Palacio de Crópani en 2008. / ARCHIVO VÍCTOR HEREDIA

El Palacio de Crópani fue una de las muchas propiedades de las que disponían los marqueses de Crópani y del Peñón de la Vega en Málaga, ya que su residencia habitual era la capital del reino.

En ocasiones, la casa fue arrendada por otras familias como fue el caso de don Mariano Chaves y Villarroel, hijo primogénito de los condes de Noblezas, quien ejerció durante un tiempo el empleo de Fiel Medidor de Málaga en la Aduana. Posteriormente el edificio fue empleado como Colegio de Niños durante algunos años.

Más tarde, por los años 20 del siglo pasado, la familia volvió al edificio de su propiedad. Pero dado su deteriorado estado, los propietarios acometieron obras importantes de reforma. Entre ellas destacó sobremanera la colocación de un artístico y bello zócalo de azulejos sevillanos, trabajo atribuido a los artesanos y ceramistas Hermanos Mensaque, basado en una exuberante decoración con motivos ornamentales y heráldicos, propuesta de un típico patio andaluz, donde se instaló una pequeña fuente de mármol y por primera vez en Málaga un ascensor particular.

Fotos de archivo de destrozos en el Palacio de Crópani. | ARCHIVO ANTONIO LARA VILLODRES

Fotos de archivo de destrozos en el Palacio de Crópani. / ARCHIVO ANTONIO LARA VILLODRES

Abandono en los años 50

Este vetusto edificio, por circunstancias desconocidas, hacia los años 50 fue abandonado como residencia habitual por los propietarios. El olvido de sus dueños y el expolio que sufrió por parte de muchos desaprensivos hicieron que se llegara a temer por su desaparición.

Durante cierto tiempo, en la prensa local hubo quejas por la dejadez del inmueble, por el que se podría sacar provecho de su rehabilitación, pero no se pudo hacer nada.

Tras años en este estado, a inicios de la primera década del nuevo milenio, las autoridades municipales decidieron cortar tajantemente esta triste situación y llevaron a cabo acciones de protección del edificio. Poco después, al parecer el Palacio de Crópani fue vendido por sus propietarios a unos empresarios sevillanos, quienes en un corto plazo y mediante una gran inversión lograron su rehabilitación y embellecimiento.

En su interior se puso en marcha un pequeño museo de los Reales Oficios. Con ello, se devolvió a Málaga un bello edificio, acorde con sus perspectivas sociales y culturales. Sin embargo, tras un corto tiempo en servicio, el proyecto cultural propuesto cayó en una lenta desidia y finalizó con su cierre.

Los orígenes

En lo tocante a los orígenes de la denominación de Crópani hay que decir lo siguiente:

El marquesado de Crópani, del cual tomó el edificio su nombre, tuvo sus orígenes en una antigua baronía denominada Belcastro, situada en la provincia de la Calabria napolitana, que el malagueño don Pedro Rodríguez Santisteban y Dávalos compró en 1619.

Pedro había nacido en Málaga a mediados del siglo XVI y entre los muchos empleos que ostentó tuvo el de capitán general de la guarnición del Peñón de Vélez de la Gomera, posición española en África.

Fue además maestre de Campo, general de Aragón y caballero de Calatrava a quien el rey Felipe IV recompensó en julio de 1622 en Nápoles con el título de Castilla de I marqués de Crópani, por sus muchos servicios a la Corona y su esfuerzo en la lucha contra el Turco. Según reza en el expediente de Calatrava:

«Pedro junto a 600 caballeros salió una noche de la ciudad de Alcázar y a cinco leguas de ella estaba situado el campamento del rey Moley Amet, cayendo contra él, logrando destruir en dicha acción el campamento enemigo, capturar cinco alcaldes turcos y por despojo, sus estandartes».

Desfile de moda nupcial en el Palacio de Crópani en 2013.   | GREGORIO TORRES

Desfile de moda nupcial en el Palacio de Crópani en 2013. / Gregorio Torres

Linajes

El título de Crópani fue ocupado a lo largo de siglos por muy diferentes linajes que entroncaron con esta casa, entre los que podemos destacar: Arias del Castillo, Avellaneda, Ruiz-Soldado o Cabeza de Vaca. Estas familias, prácticamente todas ellas, estuvieron de una forma u otra vinculadas a Málaga y de ellas manaron hombres importantes para la política, la milicia o el comercio. En ese sentido, quizás uno de los más conocidos de aquella larga progenie fue don Agustín Cabeza de Vaca y Ruiz-Soldado, XV marqués de ese título de Crópani, a quien le vamos a dedicar algunas líneas biográficas.

Agustín nació en Madrid el 19 de junio de 1892. Fue hijo de don Rodrigo Cabeza de Vaca y Sánchez-Arjona, marqués de Fuensanta y maestrante de Ronda y de doña Matilde Ruiz-Soldado y Álvarez de Quindós, marquesa de Crópani.

Sus primeros estudios así como la carrera de Derecho los realizó en Madrid. Al igual que su padre, en diciembre de 1923 solicitó junto a su hermano Mateo, marqués de Valdecañas, la admisión en la Real Maestranza de Ronda, antigua institución nobiliaria de caballería.

Cinco años más tarde, el 29 de marzo de 1927, Agustín fue nombrado por S.M. juez de Arcos de la Frontera (Cádiz). Un año después, el 9 de mayo de 1928, contrajo matrimonio en Málaga con doña Teresa del Valls y Chacón con la que tuvo una hija.

Su carrera jurídica poco a poco fue ascendiendo, ya que en diciembre de 1930 el Ministerio de Justicia le nombró juez de Iª Instancia del distrito nº 1 de Madrid. Tras la desaparición de la Dictadura y la caída de la Monarquía que encabezaba Alfonso XIII, Agustín militó en el partido Unión Agraria de Derechas y en Málaga fue una figura representativa del partido. Igualmente, a través de él propulsó el movimiento malagueño de Acción Católica.

En el golpe de Estado promovido por el general Sanjurjo en Madrid y Sevilla, el marqués de Crópani estuvo implicado, por lo que fue detenido por el gobernador Villamil por mandato del Ministerio de la Gobernación el 12 de agosto de 1934, junto a otros conocidos personajes de Málaga.

Exposición de Lluis Llongueras en el palacio de la calle Álamos en 2008.  | ARCINIEGA

Exposición de Lluis Llongueras en el palacio de la calle Álamos en 2008. / Arciniega

A finales de ese mes de agosto todos los implicados fueron liberados con la excepción de Agustín y el canónigo Coll, los cuales, días más tarde, fueron trasladados junto a otros grupos de inculpados desde el puerto de Cádiz a Villa Cisneros, en el Sáhara, a bordo del vapor España número cinco, donde se les confinó desterrados.

Como consecuencia de su implicación, el 9 de septiembre fue separado de la judicatura y el 11, separado definitivamente del servicio. Sus propiedades quedaron embargados por el Estado sin indemnización alguna. Agustín Cabeza de Vaca a pesar de estar en esa delicada situación presentó su candidatura a diputado a Cortes. Mientras tanto, el Gobierno de la Segunda República le concedió la libertad y se celebraron las elecciones en las que salieron vencedores la unión de Derechas y Republicanos radicales de Lerroux.

El 8 de septiembre de 1935 fue nombrado secretario de la Sala 4ª del Tribunal Supremo y al siguiente año, magistrado de la Audiencia de Toledo. Pocos años más tarde, en 1948, falleció en Málaga.

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