­Las aficiones del Málaga y el Granada volvieron a dar ejemplo una vez más de lo que debe ser el fútbol, una fiesta. Desde primera hora de la tarde comenzaron a verse las primeras camisetas blanquiazules poblando el centro de la ciudad nazarí, paseando tranquilamente y disfrutando de la «cocina» granadina sin ningún tipo inconveniente.

Un año más, los aficionados blanquiazules desplazados hasta Granada y la hinchada local disfrutaron de un sábado festivo que concluyó con el hermanamiento de las aficiones.

Los primeros en demostrar la buena sintonía entre ambas aficiones, algo impensable hace años, fueron los integrantes de las peñas universitarias malaguista y granadinista. Ambos grupos disfrutaron de una comida de hermanamiento con los aficionados entremezclados e intercambiando bufandas y símbolos blanquiazules y nazaríes.

A medida que fue avanzando la tarde la fiesta se trasladó a los aledaños del estadio Nuevo Los Cármenes. Desde más de tres horas antes de que diera comienzo el encuentro, grupos y grupos de seguidores costasoleños comenzaron a inundar las zonas cercanas al campo rojiblanco. Conforme iban llegando los autobuses procedentes de la Costa del Sol, el ambiente crecía en los bares de los alrededores de Los Cármenes.

Sin embargo, siempre hay unos cuantos energúmenos que dan la nota a cualquier sitio al que van e intentaron empañar la fiesta, aunque no lo consiguieron. Un altercado entre varios aficionados en torno a las 19.15 horas hizo que la policía tuvieran que intervenir, mientras que el resto de aficionados firmaba la paz y seguían pasando un buen rato de previa.

En torno a las ocho de la tarde, dos horas antes del encuentro, la fiesta ya era total con aficionados de uno y otro equipo disfrutando de una fiesta amistosa en los bares cercanos al Nuevo Los Cármenes. Los cánticos de aliento mutuo se sucedía entre una y otra afición. «Es de Primera, Granda es de Primera», gritaban los blanquiazules, a lo que respondían los granadinos con aplausos.

Una vez dentro del estadio continuó la fiesta, con los aproximadamente 1.000 malaguistas desplazados a Granada animando a los de Javi Gracia y el resto del estadio alentando a los jugadores locales, sin que se produjeran cánticos despectivos de una afición a otra. Incluso desaparecieron los gritos contra el exmalaguista Iturra, que habían sido la única mancha en el expediente de los últimos Granada-Málaga.

Por suerte hay veces en las que los aficionados visitantes pueden disfrutar de la ciudad rival vestidos con la indumentaria de su equipo sin miedo a ser increpados por los aficionados locales. Y ayer fue una de ellas.

En definitiva, las aficiones del Málaga y del Granada volvieron a dar ejemplo de buena convivencia durante todo el día por diferentes zonas de la ciudad granadina y más de lo mismo dentro del estadio.

En unos meses en los que el ambiente anda algo crispado tras los últimos acontecimientos provocados por algunos grupos de ultras, malaguistas y granadinos dieron muestra de la deportividad que debe existir en el deporte.