El Málaga CF ya está de vacaciones y no se le espera por Martiricos hasta la primera semana de julio. Sin embargo, es tiempo para el análisis y para hacer balance de una temporada compleja y con altibajos. Muchas sombras y luces que han convertido al curso 2016/17 en toda una montaña rusa de emociones en la que se arrancó con aspiraciones europeas, se peleó por no descender y al final se ha dado por bueno el undécimo puesto cosechado.

El magnífico esprint final de temporada del conjunto blanquiazul no debe eclipsar el resto de la temporada para hacer balance, donde hasta tres entrenadores han estado al mando el equipo, demostrando la irregularidad e inestabilidad que había por momentos. Juande Ramos, Gato Romero y Míchel han intentado moldear a su manera el proyecto. Tres técnicos muy dispares en sus maneras de entender el fútbol donde sólo el técnico madrileño consiguió sacarle el mayor jugo a la plantilla.

Aún así, algunos jugadores no han estado a la altura de las expectativas levantadas en verano y buena parte de la temporada ha contado con individualidades que han salvado los trastos.

En el plano positivo, Sandro ha sido el jugador más destacado del curso por sus goles (14 en Liga) y por la importancia de ellos, pero la temporada de Pablo Fornals -que no contaba demasiado para Juande-, Ontiveros, el final de curso de Recio o la regularidad de Luis Hernández han sido algunas de las notas positivas en el plano individual.

En el menos positivo, las lesiones de hombres importantes como Weligton, Sandro, Kuzmanovic, Juanpi, Rosales o el propio Recio, que estuvo en dos ocasiones fuera de los terrenos de juego. Además, jugadores como Peñaranda, Koné o Michael Santos no han conseguido adaptarse en su primer año en Málaga, mientras que se esperaba más de Keko y Jony, aunque el rendimiento de ambos ha mejorado levemente en el tramo final, a expensas de que el próximo curso estén más asentados en sus puestos.

Camacho ha vuelto a ser uno de los jugadores referencia del equipo, aunque su rendimiento ha sido intermitente, siendo el termómetros del equipo. Si el maño estaba bien, el Málaga rendía a un buen nivel. Sin embargo, cuando estuvo menos afortunado, el equipo lo acusó.

Más inversión

Había muchas esperanzas en el malaguismo depositadas en este curso ya que el Málaga CF había sido capaz de retener a Sandro, su mejor hombre, y además había invertido casi 20 millones de euros en fichajes -si se tienen en cuenta los 6 millones de la recompra del maño al fondo de inversión venezolano-. Sin embargo, en el fútbol las matemáticas no indican el rendimiento exacto que ofrecerás y el Málaga, pese a que había tenido un arranque irregular en juego, llegaba al parón navideño con 21 puntos y a expensas de mejorar su juego. Todo ello rodeado de un ambiente enrarecido con la goleada en Sevilla y la derrota con el Córdoba en Copa del Rey.

Juande Ramos dio un portazo y se marchó, trastocando todos los planes malaguistas. El manchego se fue casi sin decir adiós y tras buscar algunas soluciones en el mercado, el Málaga decidió concederle la oportunidad a Marcelo Romero, un hombre de la casa.

El Málaga salió al mercado invernal, pero sólo Luis Hernández se consagró como un acierto. Romero estuvo diez partidos al frente del equipo donde consiguió una victoria y dos empates. Los arbitrajes, las lesiones de Sandro y Recio y también cierta apatía de algunos jugadores condenaron al charrúa.

Míchel aterrizó a doce jornadas para el final con el Málaga decimoquinto y con siete puntos de renta con el descenso. Llegó a estar a cinco antes de visitar el Molinón, donde se marcó el punto de inflexión del equipo. El balance de Míchel es de seis victorias, cuatro derrotas y dos empates. Es decir, 20 puntos de 36 posibles.

Para el próximo curso, 17 jugadores tienen contrato para continuar, además de los cedidos que regresan, pero no todos seguirán.