De un plumazo, el Málaga CF tiró por la borda la última posibilidad que mantenía para lograr la permanencia, por muy remota que fuera. Como ha venido demostrando durante toda la temporada, el conjunto blanquiazul no supo aprovechar el viento a favor tras el triunfo del pasado domingo contra el Villarreal en La Rosaleda (1-0) y volvió a defraudar el viernes en Riazor para certificar un descenso a Segunda División al que ya solo le falta poner fecha.

Que nadie se engañe. Aunque el Málaga CF hubiera ganado al Deportivo de la Coruña, la permanencia seguiría complicadísima, pero no imposible como está en estos momentos tras caer (3-2) ante un rival directo por eludir el descenso. Y es que, a siete jornadas del final, ya solo queda saber cuándo el Málaga será equipo de Segunda División.

Según José González, entrenador del equipo desde la jornada 20 en sustitución de Míchel, el Málaga «no es un colista al uso». El gaditano argumenta esta máxima asegurando que salvo el partido contra el Leganés, en el que perdió por 2-0, el equipo ha competido y «ha podido ganar al cualquiera». Pero lo cierto es que desde que él es el inquilino del banquillo el Málaga solo ha sumado una victoria en 12 partidos después de una gran remodelación de la plantilla en el mercado invernal, con ocho fichajes, que ha resultado ser un nuevo fracaso.

Es cierto que la temporada en el Málaga ya venía viciada desde verano. La planificación fue calamitosa, los dirigentes malaguistas, con Francesc Arnau a la cabeza, no fueron capaces de mitigar las salidas de puntales como Camacho, Sandro o Fornals y el primer equipo, ya sobre el papel, era muy inferior en todo y estaba descompensado respecto al anterior.

Los malos resultados no tardaron en llegar y el club decidió encomendarle de nuevo las tareas de director deportivo a Mario Husillos, que tras aguantar más de la cuenta finalmente prescindió de Míchel con solo tres triunfos en 19 partidos.

El cambio de efecto que se buscaba con José González no fue tal y salvo el «ilusionante» empate de su debut en Eibar (1-1), el equipo siguió sin dar la talla.

La afición malaguista ya tenía asumido el descenso desde hace semanas, pero el triunfo en Villarreal abrió una rendija a la esperanza de que se produjera un milagro. La ilusión en el fútbol, al igual que en la vida, es lo último que se pierde y la marea malaguista volvía esta semana a mirar de reojo la clasificación para hacer cuentas con el calendario en la mano.

Pero el equipo, una vez más, echó por tierra este periodo de semi optimismo en el que se había instalado el malaguismo. De haber ganado se habría colocado a ocho puntos del Levante, habría abandonado el farolillo rojo y aún tenía por delante un calendario relativamente cómodo con una visita al Levante en un duelo fratricida. Pero no ha sido así y el Málaga, tras un nuevo mal partido, ya es equipo de Segunda a falta de que las matemáticas lo confirmen de manera oficial.

Además, el 3-2 del viernes en contra deja al Málaga sin ventaja en el golaverage ante todos sus rivales directos. Perdió los dos duelos con Las Palmas, ganó al Dépor en La Rosaleda (3-2), pero perdió el viernes por el mismo resultado, por lo que ya no cuenta con ese factor. Con el Levante empató en la primera vuelta (0-0), aunque esto sea ya insignificante.