Se agotaron los argumentos con los que defender a este Málaga CF y las consecuencias ya han llegado. Al grito de «¡Muñiz, vete ya!», «¡Jugadores, mercenarios!» y «¡Esa camiseta, no la merecéis!» se marchó ayer la plantilla malaguista del césped tras su enésimo petardazo, tras volver a dejar una imagen paupérrima ante su público, que no ve ganar a su equipo desde hace tres meses. La estampa fue reveladora y es la consumación de un divorcio entre grada y equipo que convierte la situación en insostenible.

Los malos resultados, el mal juego, el discurso plano, la poca empatía del club hacia su afición, su presidente fantasma... Acompañen como quieran al descalabro que se avecina si el equipo sigue el mismo rumbo que tomó hace ya tiempo, desde que cayó en casa con el Reus consumando el primer petardazo grande del curso.

Visto lo visto, el Málaga es un equipo a la deriva. Ni está ni se le espera. Ya puede venir el Escalerillas CF que sale de Martiricos siendo el Bayern Escalerum. Tiene la virtud en las últimas jornadas el equipo blanquiazul de engrandecer a sus rivales, de convertirlos en superlativos. Y ante el Extremadura volvió a hacerlo en una nueva demostración de suicidio colectivo.

Ayer quedó claro que está el Málaga desquiciado de arriba a abajo. Sus jugadores están superados, comidos por los miedos y hundidos anímicamente. No debe ser un problema físico visto lo visto, al menos de la mayoría, porque muchos corren incluso como pollos sin cabeza. Pero el bloqueo mental es evidente.

El mismo bloqueo que tiene Muñiz. El técnico asturiano ha sido el mejor posible para la transición de Primera a Segunda, pero ahora está demostrando estar superado por las circunstancias para dar el salto de Segunda a Primera. Ayer perdió todas las batallas con Manuel Mosquera. Quiso buscar tantas soluciones con los cambios que no encontró casi ninguna y acabó con un equipo totalmente diferente al que saltó de inicio. Cambió a los dos mediocentros, a los dos extremos e incluso al acompañante de Blanco. Todo ello con sólo tres cambios.

Y qué decir del presidente, que también recibió una dosis de «¡Al-Thani, vete ya!» desde la grada. Pero su incontinencia tuitera auguró

movimientos en el equipo, posiblemente con la cabeza del entrenador. No parece muy profesional ni elegante anunciar tan drásticos movimientos por twitter.

Tampoco ayuda el caldo de cultivo que ya hay en el malaguismo. Esa situación es insostenible a todas luces. No puede el Málaga CF luchar por el ascenso de espaldas a su grada. No puede, ni siquiera, remontar a un Extremadura que lucha por la permanencia y que pese a todo, volvió a dar una demostración de profesionalidad y entrega que sonrojaría a más de uno por estos lares.

LaLiga 123: Los goles del Málaga - Extremadura (1-2)

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En algo sí lleva razón Muñiz, en que comienzan los partidos encajando y que ya van a contracorriente. Pero el Málaga, siempre, es otro cuando encaja. Es más agresivo, más ofensivo y expone más. Vamos, lo que se le echa en cara que no hace desde el primer momento.

Ayer, ante un Extremadura ordenado y correoso, encajó de primeras. Se acercó sin gran peligro a la meta de Casto un Málaga CF con muchos cambios. Pero en la primera que tuvo el rival, Lolo acertó a rematar de cabeza una falta lejana (32').

Ya volvió a ir todo a contrapie. El partido salía torcido y quedaba remontar o infierno. Hasta el descanso no hubo reacción. Pero a la vuelta de vestuarios, con Harper en el césped y con Mula más protagonista, se empató pronto. Blanco, de cabeza, ponía la ilusión por la remontada (50').

Pero fue un espejismo. Y el Málaga no acertó a romper la zaga extremeña. Lo intentó, pero sin fútbol, abusando del pelotazo, con poca claridad y también con poco fútbol.

Pardo, en el 75' en otra falta lateral, fue el ejecutor pero para esas alturas de la película nadie se sorprendió del 1-2. No pudo el Málaga ni empatar el encuentro. Y se despidió entre pitos, reproches y acusaciones. Una situación no muy alejada de la de hace justo un año, cuando se descendió.