Las cuentas de la permanencia para el Málaga CF eran bien claras antes de la reanudación de la competición liguera. Alcanzar la barrera de los 50 puntos, con cuatro victorias, lo antes posible. Pero en la quiniela blanquiazul había partidos muy propicios para sumar de tres y tres, ante otros rivales directos con idéntico objetivo, Tenerife y Extremadura, entre ellos. No haber pasado del empate frente a los dos, con lo que sólo se han sumado dos puntos de nueve posibles, complica su futuro sobremanera.

Restan aún ocho jornadas para los pupilos de Pellicer y las matemáticas dictan que, a este promedio, el equipo terminaría con apenas 45 ó 46 puntos y no dependería de sí mismo para salvarse. Esta es la realidad a la que se enfrenta, con el agravante de que esa enfermería ya repleta antes del primer choque ante el Huesca no ha dejado de sumar efectivos.

El entrenador malaguista reconoció el mismo sábado, después del partido en La Rosaleda, que al compromiso de mañana en Lugo ya podemos descartarle a dos jugadores de la talla de Luis Muñoz y Tete Morente. Son dos nombres propios en lo que ha sido el Málaga justo antes y después del parón forzoso. El primero ha destacado por su polivalencia, tesón y buen entendimiento con Juanpi, mientras que el segundo no sólo brilló en la asistencia a Sadiku, el sábado pasado. Su calidad y velocidad le han llevado a protagonizar muchas de las acciones ofensivas del equipo, prácticamente desde que se enfundó su nueva elástica por primera vez.

Al campogibraltareño, a diferencia de a Muñoz, no le va a apartar otra inoportuna lesión, sino la ya típica «cláusula del miedo» que impuso su anterior escuadra para no verse en la tesitura de caer en el Anxo Carro por culpa de quien hasta enero fue futbolista suyo. Y de esta manera, a Pellicer se le suman más y más problemas. Porque a la imposición de tener que alinear un cupo mínimo de profesionales se le suma la dificultad de poder introducir a canteranos, con esa gran responsabilidad que entraña debutar jugándote la Liga y buen parte del futuro de la propia entidad que abanderas.

El Málaga CF vuelve a pagar caros sus desajustes y excepcionales créditos, los mismos que le llevaron al borde de la quiebra económica y que le impidieron en verano desarrollar una mínima planificación deportiva, acorde a la segunda categoría del fútbol español. La llegada de Pellicer supuso un viento de aire fresco, que logró la comunión de público y plantilla para enlazar victorias y sacar al equipo del filo del precipicio.

Sin embargo, el confinamiento ha cortado esa buena racha de resultados y juego, tal y como sufren en estas fechas clubes de Primera y Segunda o de otras competiciones europeas. Con lesiones incluso en plena desescalada y este calendario excepcionalmente apretado, el Málaga CF ha acabado de desfondarse. Ante el Huesca y sin entrar en aspectos arbitrales mostró errores groseros, salvó un punto en Tenerife después de evidenciar sus muchas carencias físicas y, ante el Extremadura, cedió esférico y campo hasta dejarse empatar por uno de los ataques más previsibles de la Liga SmartBank.

Ayer, a través de los medios oficiales del club, el ariete Armando Sadiku se lamentaba de que goles como el suyo ante el Extramadura no hayan reportado los tres puntos. «La situaciones es así, vamos a sufrir hasta final. Estamos fuertes pero necesitamos sumar más puntos», abundaba el albanés en cuanto a ese objetivo de la permanencia. «Hay que lograrlo lo antes posible», concluyó.

Fantasmas del pasado

Todas esas dudas extradeportivas que lastraron al equipo durante la primera fase de la temporada han vuelto a apoderarse de un plantel que de nuevo no estaba diseñado para competir hasta el verano. En parte fue uno de los condicionantes de la pasada campaña, si bien es cierto que el decorado era radicalmente diferente.

El inesperado parón tras el traspié del 8 de marzo contra el Zaragoza no entraba en ninguna planificación. Pero con una plantilla reducida al mínimo posible y esa amenaza que representaba la intervención judicial, a muchos futbolistas junio les ha venido grande. Algunos de los pesos pesados de este equipo han sufrido la carga física de meses sin recambio, a la vez que han tenido durante demasiadas jornadas la cabeza fuera del terreno de juego.

Pero con todo este decorado, al que no le faltan fantasmas del pasado que de cuando en cuanto se asoman al día a día del club, tras anunciarse recortes de plantilla y de salarios hasta en las más bajas categorías, allí donde no queda ni para reajustar, la visita a Lugo de mañana (19.30/Movistar LaLiga) puede representar un punto de inflexión. En peores batallas se tuvo que navegar esta misma temporada y contra rivales de más pegada, por lo que confiemos en que Sergio Pellicer lave «de puertas adentro» la ropa manchada, haga sacar al grupo las fuerzas que le otorgan tan pesado escudo y pueda reconducir el navío hacia tierra firme.

Además, en Anxo Carro aguarda enfrente una plantilla aún más nerviosa, que permanece en zona de descenso tras caer en Las Palmas. Doblegarla allanaría el objetivo malaguista, hasta dejarlo a siete puntos en otras tantas jornadas.